John Curran es uno de tantos talentos de la escena del cine australiano que pasó de esa cinematografía —con un laureado debut como Praise— a la estadounidense en cuestión de años, no sin dar sus primeros pasos en ese marco con cintas apadrinadas por productoras independientes, que le terminarían llevando a su primer fiasco en 2010 con Stone. Ahora vuelve con El viaje de tu vida (o Tracks, cuyo título original resulta mucho más acertado) para adaptar la novela homónima de Robyn Davidson basada en las propias vivencias de la escritora y publicada a principios de los 80.
Lo que podría constituir con facilidad el enésimo biopic al uso en manos de Curran sabe sortear los mimbres de lo que en los últimos años prácticamente ha constituido un subgénero basado en el «acting» y en realizar un triste bosquejo del personaje que en realidad debería focalizar la atención del film.
En ese sentido, no es que en El viaje de tu vida encontremos un gran trabajo en el aspecto psicológico, que en ocasiones está excesivamente marcado por una indefinición que no compromete el resultado final pero evita que alcance mayores cotas, pero como mínimo se entrevé una labor que la aleja de la planicie de otras propuestas de la misma índole.
El pasado y los motivos por los que Davidson emprendió ese titánico viaje a través del desierto australiano constituyen los principales puntos de apoyo a través de los cuales ofrecer una mirada algo más allá del personaje, que si bien no deja de sentirse superficial en algunos momentos, constituye a través de la narración tejida por Curran y de algunos pasajes más cautivadores y potentes —que dotan de algún pico a la obra— una de las virtudes del film.
Esa capacidad que posee el cineasta «aussie» por amoldarse al material que tiene entre manos y lograr que sobresalga alguno de sus episodios, no deja de jugar en beneficio de una cinta que con facilidad podría haber quedado en tierra de nadie —sensación que desprende en alguna ocasión pero no se traslada a su conclusión— o, peor todavía, en un rutinario ejercicio de esos que terminan siendo más anodinos que otra cosa.
Buena parte de la responsabilidad de que El viaje de tu vida funcione a varios niveles la tiene la inmensidad y belleza del paraje australiano, que gracias a la magnífica labor realizada por la directora de fotografía Mandy Walker (encargada de apuntalar esa faceta en otras cintas del país oceánico como Lantana o Australia) es capaz de trasladar al espectador a los bastos desiertos que componen la ruta trazada por Davidson y, sin necesidad de crear una atmósfera, crear estampas que refuerzan otros aspectos de la obra de Curran.
Por otro lado, y como resultaba inevitable, la cinta también carga parte de su peso en la interpretación de Mia Wasikowska, que no obstante sabe tomar la medida adecuada para no desbordar la película. Algo que no deja de resultar digno de loa, en especial si tenemos en cuenta que El viaje de tu vida juega con recursos muy mínimos y busca un soporte en su faceta visual, por lo que generar un desequilibrio en ese terreno habría sido más fácil de lo que a priori parece.
Con el quinto largometraje de Curran estamos, pues, ante una buena obra que se maneja con inteligencia en el campo donde sabe que puede salir airosa, componiendo de ese modo una particular cinta de aventuras con tendencia al drama que afortunadamente no debe sortear escollos en esa parcela gracias al buen hacer de un libreto que, sin llevarnos por las sendas más sugestivas, funciona del mismo modo que lo hace la obra.
Larga vida a la nueva carne.