John y Ella son un matrimonio de ancianos que se lanza a la aventura en su vieja autocaravana, apodada Leisure Seeker. El objetivo es dirigirse desde su hogar de Massachusetts hasta la casa de Ernest Hemingway, situada nada menos que en el lado más meridional de Florida. Lo que sobre el papel sería simplemente un curioso trayecto, en la práctica alcanza cotas disparatadas, ya que John padece de un avanzado Alzheimer y precisamente él es el encargado de ir al volante. Por si fuera poco, la pareja ni siquiera avisa de la partida a sus dos hijos, que justo esa mañana iban a buscarles para que cada uno se llevase a su respectiva casa a un progenitor.
El viaje de sus vidas (The Leisure Seeker) es, por tanto, la penúltima bocanada de diversión y unión que parece quedar para este divertido matrimonio. El italiano Paolo Virzì, autor de interesantes películas en los últimos años como El capital humano o Locas de alegría, dirige una película ambientada esta vez en suelo estadounidense. El cineasta tiene a su disposición un reparto anglosajón cuyos intérpretes, entre los que destacan Helen Mirren y Donald Sutherland, navegan en escenas escritas por Stephen Amidon, precisamente el autor de la novela original de El capital humano. Así, Virzì no parece afrontar un terreno tan desconocido a priori, máxime cuando las obras citadas ya versaban sobre personajes tan peculiares como los que contemplamos en esta cinta.
En efecto, una de las primeras cosas que llaman la atención en El viaje de sus vidas para aquellos que ya habíamos visto algo de este director es el cierto parecido que la película guarda con su antecesora. No sería ninguna locura decir que este film es un ligero remake de Locas de alegría, ya que la obra protagonizada por Valeria Bruni Tedeschi comenzaba de forma muy similar: dos personas que están lejos de encontrarse en un gran estado de salud se escapan del lugar en el que residen y comienzan un viaje en automóvil. Es cierto que también hay diferencias muy palpables, pero varias de las cuestiones que se tratan a lo largo de las respectivas obras tienen nexos en común, sobre todo si tenemos en cuenta que las dos parejas protagonistas pertenecen a colectivos que suelen carecer del respeto que deberían por parte de la sociedad.
Dejando de lado estas similitudes, El viaje de sus vidas adolece de un guión bastante plano, por más que ciertas escenas lleguen a ser gratificantes. La trama fluye por un curso demasiado recto, sin los cambios de rumbo que debería otorgar el disparatado carácter del relato. Los pocos sobresaltos que existen en la historia generan varios momentos de comicidad, claramente el aspecto más notable del film, pero la parte dramática no está siempre bien resuelta. Además de la excesiva repetición de ciertas secuencias, cuando se profundiza en el pasado de los protagonistas o en su relación con los hijos, la emotividad que surge no es del todo natural. Tampoco termina de convencer su lectura de “un último momento de libertad antes de que nos separen”, ya visto en alguna que otra ocasión anterior. Nuevamente, lo más destacable en este apartado es el lado humorístico de la cinta, con escenas frente a las que es imposible no descubrir como mínimo una sonrisa. Este lado cómico hace que El viaje de sus vidas sea un film agradable de ver pese al inevitable drama que Virzì nos está narrando de fondo. Sin excesivos riesgos y sin brillo, pero con el poder de la risa y dos grandes intérpretes en pantalla, al menos el italiano ha logrado completar la papeleta.