En el imaginario popular occidental, los monjes budistas son esos tipos de cabeza rapada cuya entereza y capacidad estoica los convierte en personas dignas de admiración y respeto. Capaces de protestar contra la ocupación china en el Tíbet, o de quemarse a lo bonzo para denunciar las injusticias, los monjes son raramente vistos como peligrosos radicales. En El venerable W., Barbet Schroeder tarda apenas diez minutos en echar por tierra esa percepción, a través de las palabras de Wirathu, un líder budista que lleva propagando durante décadas un mensaje de odio racial hacia los musulmanes rohingyas.
Como en todas las religiones, incluso en aquellas que más predican la paz y el amor fraternal, hay radicales, fanáticos que con la excusa de la pureza religiosa buscan mitigar la libertad de otros. La religión está basada en palabras, palabras interpretables, aplicables a tiempos muy diversos y a países con realidades sociales completamente enfrentadas. Wirathu, monje budista de Myanmar (o Birmania), es un buen ejemplo de ello. Líder del movimiento nacionalista y anti-musulmán 969, es el principal propulsor ideológico, a través de libros y sermones, de los enfrentamientos que se producen desde 2012 entre budistas y musulmanes (un 4% de la población).
El venerable W. es la tercera parte de “la trilogía del mal” de Barbet Schroeder, iniciada en 1974 con el documental General Idi Amin Dada y continuada en 2007 con El abogado del terror, centrada en la figura de Jacques Vergès. El último capítulo de la trilogía es un documental de formato más o menos convencional, formulado a través de entrevistas con Wirathu, periodistas occidentales u otros líderes religiosos, imágenes de archivo y una voz en off que narra el testimonio de una budista que se opone a la visión del monje. Schroeder ha conseguido lo que parecía más difícil, acercarse a una figura controvertida y hacerla hablar sin complejos ni remordimientos de su obra, basada en el odio racial y el apoyo a una limpieza étnica. Como en el caso reciente de The Act of Killing (Joshua Oppenheimer & Christine Cynn, 2014), se trata de enfrentarse al mal dándole voz, haciendo que se retrate a sí mismo. Al contrario que este, sin embargo, Schroeder opta por un formato más convencional, que trata de evitar en todo momento algunos terrenos éticamente fangosos en los que entraba la obra de Oppenheimer y Cynn.
Además del acercamiento a la figura de Wirathu, lo que más sorprende del documental de Schroeder es el trabajo de documentación que hay detrás, con el que se han rescatado imágenes de archivo completamente claves para entender los enfrentamientos raciales y el carácter del protagonista. El venerable W. es un caso perfecto de documental con una estructura en embudo, en la que un acontecimiento particular sirve como punto de partida o pivote sobre el que entrar en un tema tan complejo y lleno de aristas como lo es la situación desesperada de los rohingyas en Myanmar. También es un choque de realidad comprobar hasta qué punto los medios occidentales crean opinión y bandos de una manera tendenciosa, en muchos casos incapaces de analizar el problema desde su raíz.