El nombre de Luciano Vicenzoni pertenece a ese Olimpo de guionistas italianos que, tras la II Guerra Mundial, hicieron disfrutar a más de una generación de cinéfilos de todo el mundo gracias al empuje y la genialidad del cúmulo de talento que surgió en el cine italiano de la post guerra. Talento que no solo fue visible en los nombres de actores y directores, sino igualmente de técnicos, guionistas y productores. Luciano comenzó su carrera como guionista a mediados de los cincuenta en una bonita comedia de corte neorrealista de Mario Bonnard y Aldo Frabrizi titulada Han robado un tranvía. En esta fantástica etapa del cine italiano los guiones se escribían al alimón prácticamente a cuatro y cinco manos, de modo que cada autor colaboraba con el resto para impregnar la historia con gotas de su esencia a la vez que captaban la técnica de sus compañeros, o lo que es lo mismo, el trabajo de estos magníficos profesionales si que podría calificarse como trabajo en equipo. Tras este espléndido inicio Vicenzoni unió sus pasos con el de uno de los grandes mitos del cine italiano,Pietro Germi, con el cual firmó el guión de una de las mejores películas del neorrealismo tardío, la legendaria El ferroviario, cinta demoledora y a la vez esperanzadora recientemente reseñada en la web que ganó La Concha de Oro en el Festival de San Sebastián a la mejor película y dirección.
A pesar del espectacular resultado de su colaboración la relación entre Pietro Germi y Vicenzoni se rompe por discrepancias creativas. Acto seguido Vicenzoni une su camino con el de uno de los grandes reformadores del cine italiano, el productor Dino De Laurentis, nombre sin el cual el cine italiano no se podría entender tal y como lo estudiamos hoy en día. De Laurentis era conocido como el productor total, el cual igualmente producía cintas intimistas y multipremiadas como grandes superproducciones con la última estrella de Hollywood recien aterrizada en Cinecitta. Para él, Luciano Vicenzoni trabajó, junto con otros guionistas, para escribir uno de los mejores scripts de la historia del cine europeo, el de La gran Guerra de Mario Monicelli, una de las sátiras más amargas, caústicas, espectaculares (impresionantes son las escenas de batallas con una fotografía próxima al estilo del gran cine mudo bélico) y pesimistas sobre la II Guerra Mundial protagonizada por dos de las grandes estrellas del cine italiano: Vittorio Gassman y Alberto Sordi. Tras este éxito sigue empleado en la productora de De Laurentis trabajando en cintas de temática variada como Su mejor enemigo o La espada del vencedor. Entre medias empieza a sembrar su semilla en aquelas maravillosas y simbióticas, tanto para Italia como para España, co producciones hispano italianas en rarezas como Los Mercenarios de Piero Costa.
El año 1964 será clave para la carrera de Vicenzoni. Vuelve a trabajar con Pietro Germi después de casi una década en la cinta Seducida y abandonada, una de las grandes obras del cine italiano de los sesenta y finalmente el azar hace que el destino de Vicenzoni se cruce con el de Sergio Leone, un bonachón y gordo director de cine de género italiano que acababa de cosechar un enorme éxito con un spaguetti western rodado en Almería titulado Por un puñado de dólares. De este modo Vicenzoni se unió al equipo de guionistas de la nueva co producción hispano italiana de Leone que se titularía La muerte tenía un precio.
A partir de este momento la carrera de Vicenzoni se unirá indeleblemente al cine de género italiano. Tras el breve paréntesis en 1965, otra vez con Pietro Germi, que supuso la magnífica comedia a la italiana Señoras y señores, Vicenzoni no paró de cultivar el western, firmando para Sergio Leone y compañía las historias de El bueno el feo y el malo y Agáchate maldito, pero igualmente trabajando para Sergio Corbucci en el esperpéntico Salario para matar o para Giulio Petroni en el sensacional spaguetti De hombre a hombre, una obra cumbre del subgénero con Lee Van Cleef .
Otras dos películas muy interesantes con la participación de Vicenzoni son El aventurero, una coproducción europea basada en la novela de Joseph Conrad con Anthony Quinn y una madura Rita Hayworth y la extraña comedia Erotika , Exótica, Psicopatika dirigida por Dino Risi con la sensual Monica Vitti haciendo de las suyas entre el elenco masculino en un memorable multipapel.
En los setenta Vicenzoni trabajó en todo tipo de películas, muchas de ellas en colaboración con otro de los grandes escritores del cine de género italiano como fue y es Sergio Donati: desde policíacos con Bud Spencer en clave seria como Turín Negro y en tono de comedia como El super poli (de mi admirado Steno) hasta comedias extrañas, cuasi surrealistas y rocambolescas como Los locos del oro negro, afrancesados thrillers como La cicatriz de Rene Clement o inclasificables cintas como la progre, psicológica y erótica Un lugar tranquilo en el campo de Elio Petri. Para culminar este pequeño repaso a su filmografía dos curiosidades: la participación de Luciano en dos películas que a la generación de los ochenta seguro que nos suenan: Orca la ballena asesina, o ese intento fallido de repetir el éxito de Tiburón y finalmente suya (y de Donati) fue la idea que parió el guión de Ejecutor, una de las películas más desenfadadas, violentas y divertidas de Arnold Schwarzenegger.
Sin duda Vicenzoni fue un nombre imprescindible para entender el cine europeo de la segunda mitad del siglo XX. Trabajó con los grandes directores de su generación sin importar el género, desde Leone, Monicelli, Germi, Bolognini, Tinto Brass, Steno, Elio Petri, Terence Young, etc. Su forma de ver y hacer cine fue única, basada en combinar el talento individual en un cocktail colectivo a través de la multicolaboración y trabajo en equipo. Creció en aquella maravillosa etapa en la que el cine no pertenecía a un solo país sino a todo el continente gracias a las co producciones, algo que inexplicablemente está en desuso. Quizás el individualismo que plaga todos los aspectos de la sociedad acabara con la genialidad de los grandes maestros del cine europeo de los sesenta y setenta, pero la maestría de Luciano Vicenzoni quedará en la retina de las múltiples generaciones de cinéfilos que vienen y están por venir. Gracias maestro por haber hecho de nuestras vidas un lugar más agradable. Descanse en paz y con un colt bajo el brazo.
Todo modo de amor al cine.