No vamos a descubrir, ni a reivindicar, aquí a Michael Winterbottom. Su filmografía habla por sí sola y nos muestra ante todo a un cineasta camaleónico, capaz de navegar no solo entre géneros sino también entre formatos. Sí, quizas Winterbottom sea ese hombre síntesis, ese autor líquido capaz de dejar una impronta personal sin tirar de recursos “marca de la casa” o estilemas inmediatamente reconocibles.
No obstante hay algo en el ambiente, en la atmósfera de la película que nos ocupa, The Face of an Angel, que nos remite directamente al universo Winterbottom, sea el tratamiento de la ciudad, Siena, convertida en un personaje más (como en el caso de Génova), o en su exploración de los límites de la metaficción y del cine dentro del cine.
En este caso el director inglés parte de un suceso, casi de prensa amarilla (el asesinato de una estudiante a manos, presuntamente, de su compañero de habitación) para articular un discurso donde, lejos de realizar una tv movie con pretensiones, el crimen es la excusa para sumergirse en un tortuoso viaje dentro-fuera, micro-macro. Del caso a la persona, de la realidad a su construcción ficcional, de la creatividad artística a la castración comercial.
Sí, The Face of Angel, gira, y nunca mejor dicho, entorno al crimen porque éste, aunque situado en el epicentro de la historia, nunca llega a ser el eje de la (no) trama. Más que un centro de atracción gravitatoria es un repulsor de materia, como si todos los que se acercaran a ella resultaran expelidos y dañados en sus respectivas vidas y carreras.
No, no se trata de convertir esto en un film de terror por más que muchas de las cosas que suceden puedan dar miedo. Más bien se trata de una película que versa sobre la desorientación, del vagar de cada uno de los personajes en cada una de sus facetas personales. Un deambular que se adensa, se vuelve más y más oscuro y que tiene su reflejo en unos recovecos y esquinas sienesas cada vez más y más estrechas, angulosas agobiantes.
Winterbottom firma de esta manera lo que podría denominarse, salvando las distancias por supuesto, un film existencialista. Una película que entronca en cierta manera con esa náusea vital explicitada en la obra Sartriana. Una obra en definitiva que explicita esa distanciamiento progresivo de cualquier sentimiento acerca de nada material y que, irónicamente, acaba condenando a cada uno de sus personajes a un descenso a sus infiernos interiores mientras la vida real absuelve a una posible culpable de un crimen.
The Face of an Angel habla de procesos narrativos, vitales y los sacude en todas las direcciones posibles. En este sentido no se trata de una película destinada a la conclusividad, a cerrar temas o a dar lecciones morales, sino más bien reflexionar a una inmersión casi filosófica. Sí, The Face of an Angel es filosofía atmosférica, y el gran mérito de Winterbottom radica en su capacidad para engarzar un discurso tan complejo sin perderse en ningún momento en laberintos de pedantería. Saber entender que, en definitiva, la profundidad no tiene que ver con los pesos muertos.