El regalo (Joel Edgerton)

Cuando Simon se reencuentra con Gordo, un viejo amigo del colegio, nada parece indicar que su matrimonio con Robyn vaya a experimentar la más mínima flaqueza. Sin embargo, la recepción de misteriosos regalos depositados a la puerta de su casa provoca una pequeña crisis entre hombre y mujer, ya que todo apunta a que es el propio Gordo quien está realizando tales obsequios. La insistencia de este nuevo personaje en mantener una relación con la pareja, a pesar de que ni Robyn ni Simon parecen satisfechos con semejante intromisión, revolverá el pasado del matrimonio hasta un punto difícilmente sospechable.

El actor australiano Joel Edgerton, que tras múltiples papeles como secundario saltó a la fama en la fenomenal Warrior, ejecuta con El regalo (The Gift) su ópera prima como director. En realidad, lo descrito en el párrafo anterior sólo es el preámbulo de una cinta que depara bastantes más sorpresas a lo largo de sus 108 minutos de metraje, en un debut tras las cámaras que resulta bastante prometedor.

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El regalo combina dos de los elementos que más intriga suelen generar. Por un lado, tenemos a un extraño que insiste en infiltrarse donde no le llaman, un tipo que al principio parece el típico cansino que todos hemos conocido alguna vez, pero cuya obsesión parece rebasar todos los límites de la paciencia humana hasta hacerse asfixiante. Por otro lado, la existencia de un misterioso pasado común entre Simon y Gordo como compañeros de clase en el colegio, circunstancia que al principio parece baladí pero que el desarrollo de la película permitirá clarificar y entender en su pleno significado.

Por tanto, Edgerton otorga en El regalo una especial importancia al aspecto psicológico, tanto el que circunscribe a sus personajes como el que, consecuentemente, llega al espectador. Es difícil no introducirse en la piel de los protagonistas y sentir impotencia por momentos, pero con la peculiaridad de que este sentimiento no permanece inmóvil, sino que va saltando entre Simon, Robyn y Gordo hasta que en un momento dado no se sabe muy bien qué oculta cada uno de ellos. En este sentido hay que dejar claro que Rebecca Hall es quien parece alzarse como auténtica protagonista de la cinta, quizá no tanto por circunstancias del guión como por méritos interpretativos, redondeando aquí un papel que tras diversos proyectos mediocres ya merecía disfrutar. La británica está complementada en el reparto por el correcto Jason Bateman y por su también jefe Edgerton, que se reserva para sí el papel más misterioso de cara al desarrollo argumental.

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Precisamente la evolución de la trama es algo que se antoja vital para valorar esta clase de thrillers. El propio Edgerton es quien escribe un guión que por momentos resulta algo convencional, incluyendo algún sustito que a estas alturas cualquier tipo de espectador ya verá venir de lejos. Pero dejando de lado este aspecto, hay que reconocer la sobriedad del australiano para manejar el tempo del filme –hecho llamativo dada su bisoñez–, logrando que El regalo mantenga el ritmo in crescendo que se le pide a este tipo de películas.

Tampoco el desenlace de El regalo decepciona, ya que complementa notablemente el desarrollo argumental precedente y, a falta de la reafirmación que siempre otorga un segundo visionado, no provoca agujeros en un guión que no resulta del todo sorprendente pero sí bastante gratificante. Aun así, lo más destacable de la cinta es esa atmósfera de intriga que se crea al jugar con las personalidades de los protagonistas y que es fruto del pleno conocimiento por parte del director a la hora de planificar la película de principio a fin. Podemos decir, pues, que Joel Edgerton ha comenzado con buen pie su carrera tras las cámaras.

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