El ambiente pesimista y decadente que estamos sufriendo en los últimos años ha inducido a que la Navidad haya padecido una especie de descrédito y abandono por gran parte de la población. Esa época que no hace pocos años estaba revestida de buenos sentimientos, felicidad, compras de última hora, generosidad e ilusión ha dejado paso a una atmósfera oscura, deprimente, carente de esperanza en un futuro mejor en el que se atisbe una luz al final del túnel. Ello se ha dejado sentir igualmente en el cine. Las recientes listas elaboradas con el fin de acotar las mejores películas de la historia de la Navidad aparecen plagadas de películas que satirizan y critican al denostado espíritu navideño o simplemente utilizan a la Navidad como recurso para desarrollar historias demoledoras y fatalistas, por no decir directamente que abrazan el cine de terror más tenebroso. No está de moda reivindicar la bondad. Por ello, he decidido incluir en el especial navideño de Cine Maldito una película alejada de modas y desesperanza. Porque existen pocas películas tan bellas, conmovedoras y fomentadoras del espíritu navideño clásico (aquel emanado de los dictados religiosos católicos) como esta El papelerito, cinta mexicana de la época de oro dirigida por Agustín P. Delgado.
La película está protagonizada por la mítica abuela del cine mexicano Sara García, la cual se encuentra arropada por un espectacular elenco de actores como el mítico Domingo Soler, Amanda del Llano o el niño prodigio mexicano Ismael Pérez (el infante de Víctimas del pecado o Pueblerina entre otras) y está esculpida con ese sabor a cine clásico de la época de oro como solo los maestros del cine mexicano sabían elaborar sus platos. La cinta ostenta todos los resortes habituales del gran melodrama mexicano de los cuarenta con esa potencia escénica tan característica que otorgaban a los films de oro el rodaje en estudio.
Fundamentalmente El papelerito es una película social que dibuja una sencilla radiografía del contorno que exhibe un barrio marginal de una ciudad cualquiera de México. Para ello la cinta narra las peripecias de tres huérfanos (Juancho, Toño y Pirrín) que lejos de dejarse atrapar por el camino sencillo de la vida que supone el dinero fácil que proporcionan las enrevesadas redes de la delincuencia optan por el camino difícil, es decir, trabajar duro como repartidores de periódicos para de este modo aportar un pequeño jornal con el que ayudar a la economía doméstica. Juancho y Pirrín son huérfanos de padre y madre y viven acogidos por una vieja vendedora ambulante de comidas llamada Doña Dominga, una anciana solidaria que se desvive por los niños de la calle que consuela su propia soledad con la amable compañía de los muchachos. Toño en cambio es sólo huérfano de padre, por lo que comparte su mísera vida con su madre, una mujer de mala vida que tiene totalmente abandonado de cariño a su hijo dado que la misma se halla perdidamente enamorada y poseída por un matón que la utiliza como coartada de sus actos delictivos.
Doña Dominga es una de esas almas caritativas tan necesarias para guiar los pasos de los inocentes infantes, por lo que igualmente acogerá en su seno a una pobre niña (Gloria) que padece una dolencia en sus piernas, niña por la que el pequeño Juancho siente un platónico enamoramiento. Los tres amigos deberán hacer frente a las artimañas de una banda rival compuesta por jóvenes delincuentes cuyas malas artes chocarán de frente con la dignidad y amor propio de los tres amigos. Sin embargo, un asesinato cometido por el padrastro de Toño acarreará el encarcelamiento de la madre del papelerito así como un accidente que pondrá en serio peligro la salud del muchacho, y cuyas consecuencias pondrán a prueba la fortaleza moral y compasiva de los niños de Doña Dominga.
Con un tono que mezcla a la perfección la comedia costumbrista con el drama más desgarrador y lacrimógeno, sin duda El papelerito es una película ideal para ver en navidades. El motivo de enmarcarla en este subgénero no solo viene dado por el hecho de que los primeros cuarenta minutos del film estén ambientados en el día de nochebuena, reflejándose en ellos los rasgos característicos de esta época: escaparates repletos de juguetes adornados con un juguetón muñeco de Santa Claus, aglomeraciones de gente que comparten su alegría y felicidad, regalos desinteresados como muestra de amistad, etc., sino que fundamentalmente la razón que confirma el carácter navideño del film es su corazón, en el cual la compasión, la filantropía y la piedad cristiana conquistan todos y cada uno de sus rincones.
Conceptualmente la película encuentra un claro espejo en el cual reflejarse con el film Forja de Hombres, dado que el personaje de la abuela Dominga se mimetiza claramente con el personaje del padre Flanagan que interpretara Spencer Tracy, por el hecho de representar una especie de enternecedora Mamá Claus que guía con su firmeza, optimismo y superioridad moral a unos desorientados huérfanos carentes de cariño fraternal para evitar de este modo que estas almas inocentes caigan en las garras de la degeneración e inmundicia social. Igualmente la cinta posee unas potentes escenas de sentimiento navideño, puesto que el final de la cinta lo podríamos asimilar sin temor a errar con la escena con la que culmina la obra maestra de Frank Capra, Qué bello es vivir, desprendiendo ambas secuencias esa atmósfera de cooperación comunal que busca premiar la actitud sacrificada tanto de los personajes de Doña Dominga como de George Bailey.
Gran parte del metraje del film evoca sin rubor a la simbología cristiana manifestándose un paralelismo entre el nacimiento de Cristo que supone la Navidad con el de la muerte de uno de los personajes infantiles del film que metafóricamente supondrá la derrota del mal que representa la banda rival de los jóvenes repartidores de prensa y por tanto el nacimiento del ambiente celestial y bondadoso en el cual podrán cumplirse los anhelos de los benévolos retoños de Doña Dominga.
El papelerito es por tanto una obra no apta para corazones de piedra, poseedora de una sensibilidad que ciertamente pondrá la piel de gallina a aquellos espectadores más sentimentales gracias a su apuesta por narrar una historia intensamente humanista que a pesar de optar por un final ilusionante deja un cierto regusto amargo y triste. Reseñar una película que apuesta por palabras actualmente tan en desuso como esfuerzo, valentía, compañerismo, amor y lealtad puede que sea un riesgo. Sin embargo, el riesgo habrá merecido la pena en el caso de que esta magnífica película clásica mexicana conquiste la quimera de la emoción en un nuevo espectador que se haya interesado por la misma tras leer esta reseña. Dejen atrás sus prejuicios y sean sensibles aunque solo sea durante una hora y media.
Todo modo de amor al cine.
Pues le dire que yo soy un corazon de piedra, lo he sido desde mi muy lejana infancia, quizas por eso esta cinta me encanta, no tendria mas de 8 años caundo la vi por primera ves en television y me fascino, de las pocas peliculas que con el paso de los años gana mas interes, si bien me parece que funciona precisamente por provenir de tiempos mas ingenuos para la ficcion, es decir ingenuidad legitima no un desgastado cliche, un intento de modernizar esta historia me parece un asco, ya ve esta maldita moda del remake, me refiero a los estropicios que se hace con el cine de Taboada.
no importa el tiempo el lugar ni el entorno, está película lo sublime y lo peor del ser humano.
a su vez es un ejemplo de de solidaridad y superacion