La amalgama de géneros que aúna McDonagh en su ópera prima es otra de esas señales de que el cine sigue cambiando sin remisión alguna, y que tras sus mimbres se esconde (o no) cada vez más ese juego referencial que consiste en apuntar hacia épocas y categorías bien dispares con la meta de que el espectador las identifique rápidamente y entre en un mecanismo cuyo principal objetivo es lograr una conexión que trascienda de la virtud de lo que realmente se está exponiendo en pantalla. Muchos directores lo han practicado y muchos han fracasado estrepitosamente precisamente por ello, porque el guiño termina siendo tan autoconsciente y procaz que finalmente uno ya no sabe si está asistiendo a una colección de señas, o si realmente hay algo de material original y atrevido al fondo de todo. No obstante, el cineasta británico consigue que tras todo el conjunto se instaure una armonía patente que no quiebre ese equilibrio tonal, nos encontremos ante una secuencia de la más descarada comedia o del western crepuscular setentero, consiguiendo de ese modo que pasar de la comedia al drama no suponga un inconveniente y que tocar distintos palos de la baraja se irga más como una virtud que como un capricho o una absurda pretensión.
A todo ello, claro está, ayuda un factor que se termina revelando como nota destacada, y es que la confabulación de un universo propio tan bien aunado a las características del relato, y que sabe navegar desde la sordidez más cómica hasta la gravedad más extravagante hace de El irlandés un conjunto compacto en el que ni los aires de ‹buddy movie›, hábilmente sorteados por su director, logran que el resultado desmerezca. De todos modos, nada sería lo mismo sin esa retahíla de secundarios pueblerinos que además de aportar su pizca de una maldad casi contenida e incluso algo inocentona, se destapan en secuencias que sin necesidad de cobrar ninguna importancia dentro de la trama, por lo menos sí renuevan el aire de autenticidad que se respira en un pueblo en el que hasta los caballos están dispuestos para ser interrogados si uno no se entiende con los nativos.
Pero claro, hablar sobre personajes que componen ese microcosmos tan particular, y no hacerlo del verdadero núcleo de la función sería absurdo. Poco podemos decir sobre él que no se sepa ya, porque Brendan Gleeson ha llegado a un punto en el que no sorprende, menos si tenemos en cuenta que hace casi quince años se marcaba un papel no tan antagonista como podría parecer en El general (The General, 1998) y, ahora, vuelve a conseguir que con unos pocos rasgos su carácter y su impronta queden marcados en la pantalla sin tener necesariamente que engullir su propia creación. La compañía de Don Cheadle no podría ser mejor, pues se eleva con firmeza como respuesta necesaria a ese humor tan macarra y descocado del que hace uso Gerry, un nativo irlandés tan aferrado a sus principios al que no sería extraño ver como irlandés del año si de él dependiese. La compañía de otros grandes nombres como los de Liam Cunningham, Mark Strong (que ya parece encasillado en los papeles de malo) y Fionnula Flanagan completan un elenco que confirma que si alguien erró, no fue precisamente el director de casting.
Completan la función actores no menos importantes que las verdes praderas irlandesas y los magníficos acordes salidos de las guitarras de Calexico, que pulen ese aroma western y lo acercan sin temor a una comedia cuyos visos podrían haber distado mucho de lo que termina siendo El irlandés pero en la que, por suerte, se nota quién echó mano de la producción (nada más y nada menos que Martin McDonagh, hermano del director y realizador de Perdidos en Brujas), y se agradece que la palabra humor negro vuelva a estar en alza y lejos de ejemplos baladís como Un funeral de muerte.
Larga vida a la nueva carne.
Los otros días la ví, y me divirtió. Desde la escena incial, esa brillante absurdez triposa, hasta el final westeriano. ´Creo que el papel de Gleeson es de los mejores de su carrera; le viene como anillo al dedo. Y de nuestro amigo Don siempre pensaré que es un gran actor, sin tanto cartel como tipos como Denzel o Jamie, pero para mi mucho más honesto en la elección de sus papeles y trabajos.
Buena peli. No sabía que era la primera. Habrá que estar atentos a la segunda.