El desconocido del lago es un retrato naturalista y sincero de los encuentros esporádicos que en un alejado lugar, mantienen varios hombres, en especial nuestro protagonista, Franck, que queda prendado de otro hombre, Michel, que pronto nos es presentado como alguien turbio.
Todas las personas que viajan habitualmente al lugar van en busca de paz, tranquilidad y también un rincón alejado de los curiosos que pudieran molestar sus encuentros sexuales, iniciados por unas pocas miradas y menos palabras, que suelen acabar entre los matorrales del bosque adyacente en explosiones pasionales de sexo sin compromiso. Sería únicamente lugar sexual sino fuera por el personaje de Henri, un hombre ya mayor que sólo busca espacio tranquilo y se mantiene alejado de todos, herido por el divorcio con su mujer y que inicia una sincera amistad con el protagonista. Todos los días comparten algunos pensamientos y una breve charla carente de objetivo sexual, lo que les convierte en raritos de cara al particular micromundo que se crea en ese recóndito lugar.
Así, tenemos dos posiciones enfrentadas, ya que la amistad no es un valor que se busca por contraposición con el tema sexual “aquí te pillo, aquí te mato”. Pero Franck busca algo más desde el primer instante con Michel, hombre tan atractivo y seguro de sí mismo como distante fuera del sexo y con algo turbio que sólo es descubierto por nuestro protagonista, que aún así, sabiendo el peligro que corre a su lado, y de los instantes de miedo que se siente, se siente atrapado por dicho personaje.
Sin usar nunca la luz artificial, ni siquiera en los momentos más oscuros de la noche, el cineasta no nos niega imágenes de sexo explícito ni tampoco la naturalidad de los cuerpos masculinos que pueblan el relato. Desnudos, todos mienten o no se atreven a decir la verdad, a excepción de Henri. Uno no puede olvidar mencionar esa frase de algún libro que leyó hace tiempo “no soporto que me mientan cuando la otra persona va desnuda”, porque así se mueve Michel, incapaz de decir una sola verdad.
La relación entre los tres personajes es el eje central del relato, dando pie para hablar de sentimientos humanos tan universales como los celos, el miedo, la desconfianza y el amor ciego, ese amor que te hace asomarte a lo alto del precipicio aunque te tiemblen las piernas y el otro pueda empujarte en cualquier momento al vacío. Un miedo sin confianza ni esperanza, desesperado e inocente, cruel pero puro.
Tal vez falta apuntalar mejor la relación con Henri, porque cuando estos encuentros tienen lugar, simplemente con compartir un breve silencio en armonía, la película sube enteros. De igual manera, aunque pueda entender el final, donde en medio de la oscuridad nuestro protagonista se rinde a cualquier lógica y abraza el amor de su hombre aceptando cualquier consecuencia, queda un poco diluido por un tramo final donde de pronto saltamos de tono y por momentos parece que estemos en otra película. Aún así, la cinta sale airosa, apoyado en su propia naturalidad para retratar el espacio, que cobra especial importancia y que nunca abandonamos, y las personas que habitan en paz y lujuria en ella.
Un pequeño rincón donde no hace falta ni preguntar el nombre de la otra persona para un pasional encuentro, pero que se hace cuesta arriba si el objetivo es conquistar el corazón de la otra persona o cuanto menos conocerla, cosa que a nuestro protagonista le ofrece la amistad de Henri pero se la niega Michel, encaprichado en su búsqueda de la pasión.
No se juzga a los personajes ni sus encuentros, cosa que es de agradecer. Nos detenemos ante esos hombres y sus relaciones, que es lo importante. Buena cinta. Eso sí, no podían faltar quienes encontraron gratuito y “pornográfico” el relato. Incluso se oyó a alguien decir que porqué iban desnudos y no llevaban bañador. Pero no voy a discernir sobre ese punto, que debería estar ya agotado y enterrado.
Si no tienen miedo de que su masculinidad o su feminidad se vaya a ver en peligro por escenas de sexo homosexual entre hombres, deberían darle una oportunidad a la cinta. Personalmente considero que el premio a Mejor Película en el Festival de Cine Europeo de Sevilla le iba algo grande, pero pocas objeciones más puedo sacarle a parte de un final que diluye el tono de todo lo visto y estira demasiado el relato, perdiendo fuelle.