Matteo Garrone hizo alarde de sabiduría cinematográfica con uno de sus últimos y más sonados trabajos, Gomorra, donde llevar una vida normal entre poder, dinero y sangre es prácticamente una utopía. Dicha cinta fue merecedora de innumerables premios, algo que no sabemos si su último trabajo llegará a cosechar. El cambio de tercio es considerable y si Garrone nos tenía acostumbrados a una estética plana y un enfoque temático mundano y social esta vez el giro es de 180 grados con El cuento de los cuentos, una libre adaptación de las fábulas del autor napolitano del siglo XVII, Giambattista Basile.
En esta ocasión el cineasta italiano plasma tres historias independientes y las entremezcla en cuanto a personajes se trata en el tiempo, aunque las fábulas sean independientes entre ellas. Tres reinos que ansiaban aquello que no podían tener son las localizaciones pertenecientes a un argumento en el que predomina lo inalcanzable, lo grotesco, lo sucio y lo insaciable. En primer lugar encontramos a la reina Longtrellis, interpretada por una poco creíble Salma Hayek, la cual, tras sus ansías por ser madre y su eterno fracaso en el intento, quedará encinta después de comerse el corazón de una enorme bestia marina. El segundo relato, protagonizado por Vincent Cassel, narra el pasaje del rey de Strongcliff, quien quedará prendado de las voces joviales y dulces de dos hermanas ancianas que ocultarán su aspecto. Permítanme hacer un inciso en la reseña para destacar este relato, el más conseguido y más poético de los tres. Por último, Toby Jones se mete en la piel del rey de Highhills, cuyo relato se mueve entre lo absurdo y lo caricaturesco cuando se obsesiona por cuidar a una pulga gigante y descuidará el trato con su hija y heredera del trono.
Lo descabellado es lo que prima en El cuento de los cuentos, así como la simbología de unos reinos que no se conforman con lo que tienen, historias que ya hemos escuchado con anterioridad. Y es que la estupidez humana es algo que parece no tener vuelta atrás, pues se llega a confundir lo que está bien de lo que está mal, cuestionándolo en una realidad tan difuminada que parece haberse diluido. Garrone construye unos escenarios pobres en cuanto a dimensiones pero sobrecargados, propios del barroco más excéntrico y con ello se permite el lujo de potenciar en sus personajes una estética y una fachada artificial y simulada.
Sin embargo, aunque la premisa es buena el intento se queda en algo fallido fruto del aturullamiento en la línea argumental que se convierte en algo excesivo. Existen dos vías claras que podrían haber hecho de esta película una incursión en la fantasía medieval más llevadera y entretenida: contar las tres historias de manera totalmente independiente, como si de tres cortos se trataran, o simplemente recortar en metraje, pues aunque goza de momentos hilarantes y fantásticos, termina por convertirse en una cinta excesiva y pesada.
Pese al sello italiano, El cuento de los cuentos se nutre de interpretaciones internacionales conocidas, siendo la primera cinta del cineasta que cumple con esta característica, al igual que su lenguaje original es en un riguroso inglés que permite una mayor distribución y visionado en todo el mundo. Pero el experimento no le ha sentado demasiado bien a Matteo Garrone como profesional, quien pasa del drama social al cine fantástico, metiéndose en un berenjenal curioso, pues parece ser que le queda grande el texto original del escritor napolitano que, aunque se traten de cuentos propiamente dichos, el trasfondo es aquella esencia que en la gran pantalla no aparece. Tal vez, al intentar innovar entremezclando el trío de relatos se ha columpiado provocando una desorientación evidente.