«Las comadrejas son las que vienen.»
El cuento de las comadrejas de Juan José Campanella
El trabajo luego de la obra maestra
El 7 de marzo del 2010, Quentin Tarantino y Pedro Almodóvar le entregaban a Juan José Campanella el premio a Mejor película de habla no inglesa en la 82° edición de los premios Oscar, en un intenso año donde competía con Michael Haneke, Jacques Audiard y Claudia Llosa. La obra ganadora de dicha mención fue El secreto de sus ojos (2009), insuperable filme donde Campanella demuestra toda su maestría.
Como le ha pasado a tantos realizadores, era válido preguntarse después de semejante obra maestra: ¿qué más podría hacer Campanella? En realidad para él la respuesta era sencilla, seguir trabajando igual que siempre, series de televisión principalmente.
Por otro lado, Metegol (2013) fue su primer largometraje posterior, un agradable trabajo de animación en 3D que obtuvo en términos generales una buena aceptación. Seis años más se tomó para presentar su siguiente película, no es más que El cuento de las comadrejas, donde realiza el guion junto a Darren Kloomok, basados en el filme Los muchachos de antes no usaban arsénico (1976) de José A. Martínez.
De esta película Campanella toma la base del argumento de los personajes centrales, personas adultas mayores que viven juntos, pero quizá lo más importante a destacar en estas referencias es el tono oscuro del humor, que es una constante a lo largo de las poco más de dos horas de duración del film.
¿De qué va?
Uno de los cambios más significativos que hace Campanella es que modifica la profesión de sus personajes, envolviendo a cada uno de ellos con aspectos relacionados al cine, donde de paso el director bonaerense aprovecha para realizar una serie de chistes relativos a su profesión, llegando incluso a quebrar la cuarta pared.
Campanella presenta leyendas ficticias de la cinematografía argentina, un grupo de viejos amigos que trabajaron juntos en varios filmes, actualmente conviven en una enorme mansión que se puede decir es un personaje más de la trama, al punto de convertirse en el detonante del argumento que va a acontecer y la lucha que estas personas tendrán que hacer.
Mara Ordaz (Graciela Borges) fue la máxima estrella del cine argentino de hace cuarenta años, tanto en el cine local como en Hollywood. Ahora vive de los recuerdos, al borde de la locura y con una personalidad chocante, un gran trabajo tanto de Borges como de los guionistas porque el personaje es realmente detestable.
Los otros protagonistas son Norberto Imbert (Oscar Martínez), de los mejores directores de cine del país sudamericano, Martín Saravia (Marcos Mundstock) guionista con una pluma prodigiosa, y Pedro De Córdoba (Luis Brandoni), actor que nunca alcanzó el nivel de excelencia en su campo y que es pareja de Mara.
La por momentos ensoñada y por otros momentos caótica vida de estas personas se ve perturbada por la inesperada llegada de dos jóvenes, Bárbara (Clara Lago) y Francisco (Nicolás Francella), que de casualidad llegan a su casa, estos los reconocen y a partir de ese momento comienzan con su juego.
El desarrollo del juego
Sin embargo, esta idea de supuesta eventualidad no engaña a absolutamente a nadie, es muy evidente que la aparición de estos personajes es todo menos aleatoria, ¿defecto en el guion o simpleza narrativa? Es probable, pero también ganas de no excederse en situaciones innecesarias.
El conflicto pronto se conocerá, estas personas lo que buscan es convencer a los protagonistas de que vendan ese enorme terreno que tienen, para así realizar muy probablemente un complejo de apartamentos tan común en nuestros días. Es claro que lo medios para alcanzar esto son poco éticos, de ahí que se genere una afrenta entre ambos bandos.
Aparte de esta trama principal, hay una secundaria que complementa muy bien a la primera, funciona de forma correcta, especialmente en el momento del clímax y que da la nota romántica. La relación entre Mara y Pedro, que como se hizo mención son pareja, dista mucho de estar bien: celos del pasado, resentimientos del presente y trágicas verdades encubiertas, envolverán la trama con más información relativa a estos personajes, que a la larga funcionará para comprender el porqué de su actuar.
El cine
Los puntos que más se disfrutan del largometraje son dos, el primero es el humor fino, pícaro, negro y fluido, chiste tras chiste y como suele suceder, alguno funciona más que otro, otros tienen gran ingenio mientras que por ahí se cola alguno que padece el ser muy predecible.
Estos gags van funcionando en buena medida gracias a las impecables actuaciones del elenco, aunque sí he de mencionar que algunas conversaciones y careos entre los personajes, se antojan como diálogos elaborados, practicados y ejecutados, lo cual es un defecto evidentemente, porque le resta hasta cierto punto credibilidad, se nota la ficción.
El segundo, es todo lo relacionado al mundo del cine, ahí Campanella saca el mejor provecho del texto fílmico. Múltiples referencias al cine: actrices y actores, premios, películas, posters, obras maestras, trabajos desinflados, etc., la más divertida quizá cuando Saravia —el director— le resta importancia al talento que debe tener el realizador de cine. Así mismo, también hay elementos de “cine dentro del cine”, que personalmente nunca me parecen que están de más.
Campanella en tono jocoso presenta estos elementos, pero también hay cuestiones más serias, por ejemplo el prácticamente autoexilio de estos adultos mayores, ante la imposibilidad de trabajar, sí, independientemente del contexto fílmico, es conocido que la industria para las personas de edad avanzada se complica. Aún más si se trata de actrices, como es el caso de Mara, que al borde de la locura intenta revivir sus glorias pasadas.
Conclusiones
El cuento de las comadrejas culmina siendo una obra que se sostiene de buena forma, la composición que hace Campanella en su dirección es muy elaborada, no se puede esperar menos de un director tan curtido y experimentado, que a su vez cuenta con bastantes recursos para hacer su trabajo.
Es una obra redonda que muere con su estilo, donde el humor es el punto primordial y donde como se hizo mención, hay algunos elementos críticos hacia diferentes esferas, que son tocados ligeramente. Se vuelve inverosímil sobre el cierre, pero dentro de sus ideas y su cuerpo funciona bien, a fin de cuentas la película, como su título reza, no deja de ser un cuento.