En un par de momentos de El combate de Keiko (Keiko, me wo sumasete, Shô Miyake, 2022) su director decide intercalar en la conversación entre su protagonista, interpretada por Yukino Kishii, y su hermano Seiji (Himi Sato) unos intertítulos en fondo negro que traducen los gestos que utilizan para comunicarse que evocan los del cine silente. Entre el pensamiento, la palabra y su transmisión se muestra así una barrera adicional para esta aspirante a boxeadora profesional con una discapacidad auditiva. Un paso necesario más que se traduce a través del uso de sus manos. Su vocación, descubierta durante la pandemia del COVID-19, le ha llevado a entrenar en el gimnasio del ya mayor Katsumi Sasaki (Tomokazu Miura), que padece problemas de visión y fue su gran apoyo para seguir perseverando en su preparación. A las molestias y los obstáculos que se encuentra Keiko en todos los ámbitos de su vida personal y social en su cotidianidad, se suma el uso de las mascarillas y su intento de introducirse en un deporte de contacto que requiere de instrucciones constantes y atención a las indicaciones arbitrales. Con su cuerpo y también sus manos —en forma de puños o con los característicos guantes— ha encontrado otra manera de comunicarse y transmitir todo lo que lleva dentro.
La fotografía en 16 mm establece con gran precisión los espacios durante todo el filme. Los planos fijos dejan que las secuencias y los diálogos fluyan de manera naturalista en los interiores del gimnasio o de su apartamento, aprovechando de forma modélica la profundidad de campo para aportar un extraordinario realismo de naturaleza documental —también en exteriores, donde respeta las composiciones y la perspectiva de la cámara desde la rigurosidad formal—. En los primeros minutos del largometraje, una serie de textos explican la historia de Keiko para poner en situación al espectador rápidamente. La cámara estática inicial en el vestuario captura perfectamente la verdad de un relato inspirado en las experiencias que la ficcionada Keiko Ogasawara escribió en su libro autobiográfico Makenaide! (“no pierdas” en japonés). Esto la diferencia desde las mismas bases de su relato de otras propuestas que, o bien han explorado argumentos similares en el mundo del boxeo a partir de los códigos del melodrama como Million Dollar Baby (Clint Eastwood, 2004), a pesar de la sobria puesta en escena, o de la cinta ucraniana The Tribe (Miroslav Slaboshpitsky, 2014), que apostaba en su retrato de adolescentes sordomudos por la ausencia total de encuadres en primer plano y construía una distancia insalvable con sus personajes, a quienes despojaba de cualquier autenticidad emocional y humanidad.
Si en determinados instantes los intertítulos aparecían para traducir la conversación de Keiko con su hermano, cuando un grupo de personas sordas hablan entre ellas los subtítulos desaparecen y en plano medio observamos sus diálogos gestuales. Miyake pretende que entremos casi imperceptiblemente en ese mundo silencioso de la comunicación por lengua de signos, ya dentro de una película en la que gran parte de su metraje tiene por banda sonora únicamente sonidos ambientes que subrayan el aislamiento y la falta de significado de la palabra hablada para su personaje principal. Una falta de significado que se traslada a su narración y dispositivo formal. Con estos recursos se arma un estudio de personaje de una boxeadora que no tiene habilidades destacables salvo un gran corazón y honestidad, como dice su entrenador. Un entrenador que ve en ella su reflejo y la posibilidad de seguir viviendo su pasión por este deporte aun cuando tenga que retirarse y cerrar su establecimiento. Su pupila, por otro lado, utiliza sus rutinas diarias como una estructura que da forma y sentido a su vida, sin percatarse de que el entrenamiento —el simulacro, el aprendizaje— no puede ser únicamente el objetivo de su existencia: debe salir al cuadrilátero, debe exponerse a los demás y usar sus capacidades para interactuar con el mundo, mostrando su vulnerabilidad pero también haciendo uso de sus fortalezas para salir adelante superando su miedo a sufrir en el proceso.
Podéis ver El combate de Keiko en Filmin:
https://www.filmin.es/pelicula/el-combate-de-keiko
Crítico y periodista cinematográfico.
Creando el podcast Manderley. Hago cosas en Lost & Found.