El caso Goldman, dirigida por Cédric Kahn, ha sido una de las películas más nominadas en los premios César, con un total de ocho nominaciones. Se alzó con el premio a mejor actor principal para Arieh Worthalter. El guion está escrito por Nathalie Hertzberg y Cédric Kahn, con la fotografía a cargo de Patrick Ghiringhelli y la producción de Moonshaker.
La película del director francés se adentra en un juicio, un tema que podría considerarse prácticamente un subgénero en sí mismo. Este año, en particular, ha habido un renovado interés en este tipo de narrativas, como lo evidencia el éxito de Anatomía de una caída, que se alzó con la prestigiosa Palma de Oro en el Festival de Cannes. Sin embargo, a diferencia de esta última, donde el diálogo entre espacios era prominente, en la película de Cédric Kahn el espacio adquiere una cualidad estática, hierática, centrada exclusivamente en el juicio. Esto sugiere que lo que realmente importa es lo político más que lo psicológico, llevando al espectador a reflexionar sobre las implicaciones sociales y culturales de los eventos en pantalla, así como las líneas judiciales de Francia y su hipocresía, convirtiéndose en un teatro.
La atención se dirige hacia Pierre Goldman, quien está bajo custodia por su presunta participación en tres atracos. Sin embargo, la gravedad del caso se intensifica con las acusaciones de haber asesinado a dos mujeres durante uno de estos atracos, del cual él niega cualquier responsabilidad. Goldman admite su implicación únicamente en los robos, pero se desvincula por completo del trágico suceso final, por el cual se le solicita la pena de muerte. En este caso, el espectador se enfrenta a un protagonista cuya firmeza, frialdad y preparación intelectual son evidentes, y quien defiende vehementemente su inocencia frente a las claras líneas de tensión que se presentan. Este individuo está dotado de una determinación y carácter notables, respaldados por esa mentada preparación intelectual que lo hacen estar listo para enfrentar los desafíos que se le irán descubriendo. Además, cuenta con el respaldo de intelectuales de la izquierda, quienes defienden su causa y aportan un matiz adicional al conflicto.
El conflicto y el juicio también ponen de relieve el tema del racismo en Francia, así como la consideración hacia otras religiones, como es el caso de los judíos y los árabes. Estos aspectos añaden una capa de complejidad al caso, ya que el trasfondo racial y religioso influye en la percepción pública, en las dinámicas del juicio y en las posibles motivaciones detrás de las acusaciones. La discriminación y los prejuicios étnicos y religiosos pueden distorsionar la justicia y generar tensiones adicionales en el proceso legal, lo que agrega una dimensión social y política al caso de Pierre Goldman.
Aunque en ciertos momentos la historia pueda parecer repetitiva y los argumentos tanto en contenido como en forma se repitan, Cédric Kahn logra construir una película inteligente y atractiva. Destaca especialmente la creación de un personaje público y llamativo que logra capturar la atención del espectador de principio a fin.