Todo parece ir bien en la vida de George y Ben. Se conocen desde hace 39 años y mantienen intacta su felicidad, por no hablar de los lazos de amor que les unen. Además, ahora incluso están habilitados legalmente para contraer matrimonio en su ciudad de Nueva York. Pero como no todo suele ser tan bonito, faltaba que alguien se encargara de chafar lo que podían haber sido meses de champán y rosas (y darnos una película, claro está). Hablamos del director de la escuela religiosa donde George da clases de música que, respetando lo que dicta la Iglesia, despide sin ningún escrúpulo a nuestro protagonista. Es entonces cuando, ante el impedimento de costear el deslumbrante piso donde residen, George y Ben tendrán que separar sus vidas con vistas a intentar dar algo de luz a su futuro como pareja.
Ira Sachs, cineasta estadounidense que ya acumula experiencia tras las cámaras tanto en la esfera independiente, caso de su anterior película Keep the Lights On, que por desgracia se pasaba de rosca en su trascendentalismo, como al trabajar con un presupuesto mayor, cosa que ya le sucedió en 2007 con El juego del matrimonio como ahora con esta obra que lleva por título El amor es extraño (Love is Strange). Tal mejora en el ámbito financiero conlleva la posibilidad de tener más recursos para desarrollar todas sus ideas, pero también éstas pueden verse algo trastocadas por el compromiso comercial que hay que cumplir. Realmente no sabemos con seguridad si ése es el caso de su última película, pero al menos da la impresión de ser un producto disfrutable por el llamado gran público, con un desarrollo ligero y poca, aunque certera, profundización en los mensajes que intenta transmitir.
Sachs utiliza en El amor es extraño un recurso bastante habitual que sirve como desencadenante de la acción posterior: una acción injusta o que dé la sensación de no ser merecida. En este caso tenemos el despido de George, un aspecto que salvo aquellos que por algún motivo rechacen el matrimonio homosexual, todos los espectadores entenderán tal decisión como manifiestamente indigna. Desde ese momento, uno queda atrapado en el argumento de la película pese a que no se nos ofrezca (por fortuna) un contexto apropiado mediante, por ejemplo, escenas que sitúen al susodicho en el ejercicio de su profesión. En ninguna otra ocasión se volverá a debatir esa cuestión ni existe intención por hacerlo ya que, como decimos, es sólo una excusa para dar rienda suelta al verdadero argumento de la obra.
George se va a vivir con unos amigos y Ben con unos familiares. Sin spoilers que valgan, ya cada uno sabe más o menos por dónde van a ir los tiros. Con una obra como Dejad paso al mañana (Make Way For Tomorrow, Leo McCarey) en la retina de aquellos que la hayan visto, y casi seguro que también en la de su autor, la acción se desarrolla de manera suave en su forma pero implacable en el fondo. Es aquí donde la película marca claramente lo que pretende y lo que no quiere ser. Y dentro de esta segunda categoría, encontramos que Sachs no quiere hacer de su obra un mar de lágrimas, un sentimentalismo barato que seguramente podría haber sido efectivo a nivel comercial, pero que hubiera acabado con la intención del relato. Dicha motivación no es otra que la de ofrecer una situación que podría pasar en la vida real. Personajes homosexuales o heterosexuales, da igual. Pero personas, en cualquier caso, que tienen su vida más que encarrilada y que por diferentes circunstancias se convierten en una losa para sí mismos y para otros.
Por tanto, El amor es extraño se define argumentalmente como un cóctel de temas trascendentales para la vida humana tratados de una forma natural, cercana, huyendo de reiteraciones y exageraciones. Desde un punto de vista formal, la colorida y limpia fotografía, sumada a las bonitas tomas de Nueva York, posibilitan que el mensaje que intenta transmitir la película llegue con mucha más claridad. Un mensaje que es de esperanza, de seguir hacia delante pese a las trabas que continuamente se imponen desde diversos sectores. Sachs toma la homosexualidad como referente vehicular, pero como resultará obvio para todo el que comprenda la película, sus propósitos son perfectamente aplicables a cualquiera que haya sentido amor, o incluso amistad, en su vida. Ligera y quizá intrascendente, pero noble y clara en lo que quiere contar, es difícil arrepentirse de dar un visionado a esta película.