«Es totalmente incorrecto intentar tratar la tierra como si fuera un negocio que se liquida.»
Herman Daly
Earth, la nueva obra de Nikolaus Geyrhalter, comienza con un plano general de una explotación minera en California. Las enormes máquinas se mueven entre la arena del desierto mientras recogen y depositan grandes cantidades de tierra en distintos emplazamientos. Los que allí trabajan afirman que su trabajo es el de mover montañas, literalmente.
El cine documental de Geyrhalter se caracteriza por una estabilidad en los planos que incita a pensar en una impasibilidad ante lo que se muestra. Impasibilidad o frialdad que desemboca en un profundo tedio si la propuesta no se mira adecuadamente, pues en su forma se encuentra la clave para comprender su fondo. En Earth, al igual que en su primera película, Pripyat (1999), la cámara se sitúa a la altura de las personas que filma, haciendo una labor de no-intervención formal y aludiendo directamente a un tratamiento “opaco” y “plano” de la situación. No hay movimientos que denoten crítica o posicionamiento ni tampoco acción o progresión en la obra. Todo es estático —incluidos los pocos ‹travellings› que sólo se usan para seguir al sujeto del punto A al punto B— y el resultado no puede ser más interesante y revelador.
Explorando diferentes explotaciones mineras alrededor del globo, Earth construye un entramado geológico y geográfico que lucha con los nuevos métodos de trabajo en el suelo del planeta. La tecnología, eje central de otros de sus films como CERN (2013) o Unser täglich Brot (Nuestro pan de cada día, 2005), se observa como culminación de la ciencia moderna mediante un sinfín de máquinas gigantescas, complejos sistemas subterráneos y artefactos explosivos, mientras que las personas que los manejan son entrevistados en la forma en que Geyrhalter acostumbra: colocados frente a la cámara, con el paisaje escogido por el cineasta de fondo y sin camuflar las preguntas por su parte ni tampoco los cortes entre los planos. Como sucede en Über die Jahre (Over the Years, 2015), cada entrevista se convierte en un testimonio sincero y demostrativo de cada situación. Los trabajadores que “mueven montañas” alrededor de todo el planeta Tierra dan su punto de vista sobre el hecho de estar transformándolo a pasos agigantados y sin límite alguno. Sus respuestas a las preguntas planteadas por Geyrhalter —en ocasiones a través de sus colegas de equipo debido a la multitud de nacionalidades de los entrevistados— revelan, además de una serie de pensamientos y creencias personales, pequeñas piezas del gran puzle en que se convierte Earth. Un film con un claro planteamiento ecologista que indaga de manera soberbia a la vez que austera sobre el devenir del suelo que pisamos, donde vivimos y, al parecer, hemos condenado a ser un mero objeto de negocio.
El cine de Geyrhalter tiene un tema común que es el trabajo —a excepción de Homo Sapiens (2016)—, pero siempre existe una separación consciente entre el dispositivo y lo real. Es decir, su forma no interpela al fondo de manera activa, elaborada o simbólica, pudiendo convertir la experiencia del visionado en algo soporífero cuando en realidad su distanciamiento del objeto a registrar la hace extremadamente descriptiva y terroríficamente seria. No estamos hablando de un cine muerto, en el que “no pasa nada” ni hay una voz, una autoría que rescatar. Podríamos decir, en cambio, que el cine de Nikolaus Geyrhalter propone una visión muy precisa de un mundo en aras de desaparecer, en el que se reduce al mínimo el punto de vista “humano” y se sustituye por la inerte quietud de la cámara —la máquina— incidiendo en que el espectador se cree su propia mirada. Logrando así un abordaje de la cuestión ecológica de manera cruda sin ser paternalista y rompedora en su intrincada sencillez.