Nos llega desde YOMYOMF una nueva entrega de su antología de terror pre-Halloween, Silent Terror, en la que cuatro directores orientales presentan un corto de género a la semana, con la particularidad de que este debe ser mudo.
Esta segunda entrega viene de la mano de Woo Ming Jin, simpatizante del nuevo cine malayo junto a James Lee (Before We Fall in Love Again, 2006) y Amir Muhammad (The Last Communist, 2006), quienes tratan de mantener a duras penas un movimiento de corte totalmente independiente cuya repercusión se limita prácticamente al ámbito festivalero. Director de varios cortometrajes y largos, sus obras más conocidas son Woman on Fire Looks for Water y The Tiger Factory, que participó en el festival de Cannes.
El argumento, sin estar demasiado definido, cuenta la historia de una joven, preciosa Candy Lee (imagen de encabezado), inmersa en una rutinaria y antiséptica existencia junto a su madre en una casa de un blanco impoluto. De un modo inexplicable pero efectivo, queda definida la despreciable naturaleza de su progenitora y el rencor acumulado de su hija durante una desagradable y surrealista ingesta de pollo. En cuanto las tensiones se desatan y la sangre rompe la esterilidad de la casa, nuestra protagonista se embarca en un viaje plagado de violencia, culpabilidad y odio que incluye portales dimensionales y proyecciones futuras. No en vano, para justificar el carácter psicológico de la obra, el director señala como principal referencia para la gestación de la idea de su trabajo El resplandor de Stanley Kubrick.
Así, en su cualidad de ‹slasher› existencial trufado de viajes temporales, Double se entiende como un pequeño juguete en el que el director trastoca ciertos resortes del género sin dejar de dialogar constantemente con el mismo, en una maniobra metaficcional curiosa e inquietante, aunque falta de profundidad y coraje. Sus hallazgos visuales son lo más elogiable, con unos estilizados planos que delimitan una acción que destaca por su extrema claridad, con el blanco como color primario, en contraposición a la oscuridad habitual en el género. También resulta atractiva su fijación por los detalles (el toallero, el grasiento pollo) y los contrastes en los decorados bien podrían recordar a un ‹giallo› con una paleta de colores recortada. Otro punto de interés resultaría la simetría en la planificación, de vital importancia en una obra que juega con la repetición de acciones en el tiempo, incluso con distintos personajes.
Consideramos este Double un curioso acercamiento al cine de género por parte de su director, acostumbrado a unos círculos y enfoques totalmente alejados, demostrando una interesante inquietud sobre los mecanismos básicos del terror y presentando una actitud crítica (patente en la entrevista del enlace anterior) ante la actual producción cinematográfica de su país.