*Este artículo contiene spoilers importantes de la película.
Distancia de rescate es una película indecisa que vacila entre un adornadísimo y superfluo drama sobre la maternidad y un thriller pseudoterrorífico de lo más insípido. El argumento y su tratamiento son bastante ridículos. El film narra la historia de Amanda —interpretada por la siempre intensísima María Valverde—, quien se muda con su hija Nina a un pueblo en Argentina, donde entabla una amistad con Carola —Dolores Fonzi—. La narración se deja en manos de una recargada voz en off, que dirige la palabra directamente al espectador y le pide que se fije en los detalles, dejando al descubierto la escasa y pobre dirección de Claudia Llosa.
El film no logra mantener su tono, excesivamente camaleónico, resultando en un ejercicio estilístico vacío que, de repente, empieza a tontear con lo paranormal y todo resulta tan impostado y artificial que es imposible conectar con la historia, la cual se desvía exageradamente. David, el hijo de Carola, actúa raro desde que enfermó y su madre lo llevó a que una mujer lo sometiera a una especie de exorcismo. El niño da miedo porque la dirección, la fotografía y las interpretaciones lo deciden, pero verdaderamente no hace nada escandaloso o terrorífico ni por asomo. Amanda se contagia de dicho miedo y el film trata de contagiárselo a sus espectadores. A estas alturas es ya exhaustivo seguir confiando en la película. Después Nina se pone enferma por la misma razón, Carola fantasea con volver a ser madre y pretende robarle el alma a la hija de Amanda. Sale victoriosa y Nina queda capturada en el cuerpo de David.
La situación es tan estrafalaria y la película queda tan sobreestimulada de sensaciones arbitrarias que pierde toda su coherencia. Ninguna decisión respecto a la realización del film acompaña su argumento. Y su resolución, en la que la dichosa y pesada voz en off lleva regocijándose durante todo el metraje, es de lo más mala y cutre. Resulta que los niños se ponen enfermos debido a los productos químicos que se rocían durante la fumigación. Es decir, el film se permite introducir dos exorcismos, una bruja y niños poseídos para justificarlo con algo tan simple, soso y prosaico como una intoxicación química.
Además, es esencial mencionar el aura poético del que pretende envolverse el film. Su título nace de la naturaleza atenta del vínculo materno-filial. Así, “distancia de rescate” se refiere al límite de libertad que las madres pueden dar a sus hijos sin que suponga un peligro. Cuando dicho límite se sobrepasa, existe margen para que ellas puedan rescatarlos. Esta idea se expone de una manera tan cursi y rebuscada que te hace encoger de la vergüenza.
Es una propuesta extremadamente decepcionante y no destaca en ningún aspecto. Su dirección es ineficaz, su fotografía impersonal, su guión rimbombante y sus interpretaciones saturadas. Realmente no hay por dónde cogerla.