Hace un rato estaba confuso, pero no me refiero a la confusión que me genera el mundo actual y todas sus contradicciones; no es porque en los medios se hable sobre lo malos que son algunos países occidentales prohibiendo el burquini, criticando esa opresión o apoyando esas prendas de vestir en aras de la libertad de decisión del individuo, ni porque que a la vez todas las películas que veo últimamente y hablan sobre la falta de libertad de la mujer, o que dejan claro el poco valor que tienen en su sociedad, tengan a mujeres vestidas con esas mismas prendas. Tampoco estaba confuso por todas las explicaciones culturales que se dan para unas cosas y que para otras se evitan. No, porque, de hecho, películas como 10 años y divorciada dejan claro que el burquini es sólo un debate sobre un tema superficial que bien podría hacer de prólogo a otros problemas culturales, sociales y políticos mucho más profundos a los que la sociedad (francesa en ese caso) tendrá que hacer frente en las próximas décadas, y que serán un producto ineludible de su «multietnicidad». No, porque además el tema de 10 años y divorciada ocurre en Yemen y no en Occidente. Estaba confuso porque, leyendo opiniones sobre esta película (y después de haber recibido un par de mensajes que criticaban mi opinión sobre La estación de las mujeres), pasé por un periodo de incomprensión, hasta que lo he comprendido todo. Me he dado cuenta de que lo importante de una película es su mensaje y sus intenciones, y no la calidad de su dirección, ni su guion o la calidad de las actuaciones (para mí algo que, antes de ver la luz, era clave para llegar de verdad al espectador de forma duradera). Por eso, en lugar de hablaros de 10 años y divorciada (un melodrama tirando a regulero, y sin embargo la mejor película del año), os dejaré con esto:
1. Si os interesa la historia, leed también el libro escrito entre Nujood Ali y Delphine Minoui.
2. La niña se merece un monumento, equivalente antiguo de lo que aquí ahora entendemos como retuits (y más duradero a menos que alguien lo derrumbe).
3. Espero que conciencie a quien más tiene que concienciar (el hecho de su producción ya parece ser un paso adelante), y que estas cosas dejen de ocurrir allí y en todas partes. Eso sí, sabiendo lo que hizo el padre con los royalties del libro de su hija, no sabría qué decir.
4. El mundo está lleno de [insulto inclusivo], pero sobre todo de perversidad.
5. Lo que se ve en pantalla y lo ocurrido en la realidad son los equivalentes de la barbarie en forma humana; no hace falta añadirle más tintes dramáticos que sacan de la historia más que introducirte en ella. Y menos si luego añades un final que aprobaría el Danny Boyle más oscarizable (y que tan criticado fue por eso). Me parece que con algo de auto-tune incluso.