Demonstration es un film realizado por el ruso Viktor Kossakovsky y 32 alumnos de la Universidad Pompeu Fabra del Máster de documental, centrado en las jornadas de huelga general del 29 de Marzo y el 14 de Noviembre del 2012 en Barcelona. La premisa inicial era sencilla, rodar aquellos días como no lo harían los noticieros televisivos y huir de la cámara en mano tan de moda. El resultado es un impresionante baile de imágenes llenas de reflexiones y críticas no sólo con la realidad que retratan, sino con la misma concepción de “mirada” del observador.
Así, debido a las formas y a la monumental tarea de montaje asistimos a una obra que huye en parte de la crítica social en cuanto a la violencia desatada aquellos días. Se huye de la mirada clásica. Lo que el documental refleja en primera estancia es como una propia manifestación tiene sus propias reglas establecidas y cada uno de los integrantes actúan de una manera fija, sin sobresaltos. Como en medio del caos, las cargas policiales y el fuego de los contenedores, todo acaba siendo “conservador” e inmóvil. Como, en el fondo, todo pasa a formar parte de un guión casi de comedia entre polis y manifestantes. Y es cierto. Yo estuve allí y vi a los chavales correr como locos para llevarse como «souvenir» las pelotas de gomas de los antidisturbios o como estos últimos charlaban animados entre ellos entre carga y carga. Todo formaba parte de una opereta. Y así es el documental. Irónico, autoconsciente y paródico.
Todo esto queda reforzado cuando se comparan dentro del documental aquellas jornadas (especialmente las del 29-M, las más violentas que se recuerdan en la ciudad condal desde hace mucho tiempo) con un ballet del Quijote que se representa en un teatro cercano. Por si fuera poco, a lo largo de todo el documental nos acompaña la música de Ludwig Minkus. El espectador queda reducido a un Sancho Panza que no entiende la locura que parece apoderarse de todo el mundo, que siguen ensimismados en su rol prefijado.
El documental también bascula sobre la mirada de quien mira, valga la redundancia. Así la interpretación de los medios de comunicación o de los propios asistentes que filman la manifestación y la violencia queda mostrada como aquella vieja idea sobre que estamos más interesados en hacer una fotografía sobre cualquier cosa antes que vivirla. Forman parte del baile. Todo adquiere un tono insoportablemente cómico con esos periodistas haciendo fotos de cualquier cosa o esa masa que ante la incertidumbre de una posible carga policial “bailan” como la marea que viene y que va pero aún no rompe con fuerza. El tratamiento del sonido acaba por reforzar esta idea.
Hay dos protagonistas individuales en el documental. El primero es Pere, alguien que podría bien ser un Quijote luchando contra molinos de vientos representados por “lecheras” (furgones policiales) que pasan de él mientras nuestro héroe intenta cerrarles el paso tirándose al suelo al grito de “mátenme”. Hay un momento revelador cuando se escucha por primera y última vez la voz de quien graba. “- Paso de rodar, lo estamos provocando”. “¡Graba!”. Así todo parece espoleado en función de los sujetos que observan precipitando los acontecimientos. Será el mismo Pere quien insista ante las cámara que todo eso, la propia huelga, no sirve de nada, dejando constancia una idea ya presente en otro documental, la lucha debe ser diaria y no esporádica (Everyday Rebellion, Arash T. Riahi y Arman T. Riahi).
La segunda protagonista es Esther Quintana, tristemente famosa por perder no sólo un ojo por una pelota de goma en las manifestaciones del 14-N, sino por representar un poder capaz de enrocarse en su defensa a pesar de las pruebas (finalmente el caso se saldo con una “patada hacía arriba” por parte del máximo órgano policial de aquel día. Algo que fue presentado por la administración y los medios tradicionales como el triunfo de la justicia, y que a más de uno nos puso más tristes que rabiosos). Ambos protagonistas asisten en un cine a las imágenes del documental, viendo como miran los directores a quienes miraban esos días. Esther Quintana admitirá que no entiende la relación entre las dos manifestaciones, teniendo en cuenta que ella no estaba en la del 29-M.
Pero todo se articula en la mirada que mueve la historia. Una mirada que no es pasiva por parte de los mirones que acabamos por ser todos los actores que estábamos esos día representado un obra absurda sobre Don Quijote y Sancho Panza. Lo difícil es intentar reflexionar cual de los dos éramos.
Sé que es difícil valorar un documental donde en más de un momento me he buscado a mi mismo, pero creo que Demonstation es por ahora el mejor documental que ha pasado por el festival DocsBarcelona 2014. Y eso que el nivel es alto.