Detrás de todo acto hay un porqué, una razón. Con este antecedente llega De Echevarria a Etxeberria, un documental escrito y dirigido por el guipuzcoano Ander Iriarte (Los inocentes, 2013), el cual tras dejar su pueblo, Oiartzun, hace ocho años, marcha a Barcelona donde la perspectiva y el cambio de aires le permiten recapacitar sobre la situación y el contexto histórico que existe en Euskadi de la mano de la izquierda abertzale. Dejar el nido para centrarse y conocerlo mejor. Así es como Iriarte lo ha planteado, y es que en su pueblo, hace ya prácticamente cuarenta años, el grupo político-militar Euskadi Ta Askatasuna (ETA) se cobra la primera vida de un cargo municipal. El primero de una larga lista de personalidades que llegaron a ser objeto de la banda terrorista.
Antonio Echevarria, alcalde de Oiartzun, dos y media de la tarde del 24 de noviembre de 1975, asesinado con un tiro en el pecho en la puerta de su domicilio, da el primer apellido del título que nos ocupa. Pero lo que parece el comienzo sólo es un punto en su historia, una historia que para una mayoría de los vascos ha sido maltratada y ultrajada, pues de no ser por la rebeldía, toda su cultura hubiese acabado en el pozo del olvido. Un tema delicado que nos encoge el corazón a todos los españoles por los atentados y las imágenes que nos han ido ofreciendo a lo largo de los años los medios de comunicación.
El documental parte a través de una pantalla completamente en negro en la que letras en blanco escriben los antecedentes y datos necesarios que el director ha trabajado. Se especifica con claridad lo que a continuación el espectador va a visualizar y, es que, hay que dejarlo bien claro, pues lo último que se quiere conseguir es crear un conflicto y malos entendidos. Se verán a personas implicadas en la organización criminal pero también a aquellos partidarios de la izquierda abertzale que no son afines a este grupo político. El día a día de personas que saben muy bien lo que es ser detenidos por unos ideales que no les definen, personas que pierden su trabajo por el mero hecho de que se les incrimine y se les juzgue sin conocer sus influencias y sus aliados o familiares que sufrieron —y continúan con su lucha— las detenciones de sus allegados. Introduciendo en un mismo saco a todos los partidarios de la izquierda con un mismo eslogan: Todo es ETA. Para ello, Iriarte cuenta con la colaboración de expertos en la materia, una visión favorable que permite explicar y entender algo de todo este embrollo.
Hay que dejar claro desde el minuto cero la intencionalidad con la que se lleva a cabo este experimento. No intenta convencer a nadie, simplemente mostrar y entender ambas partes. Personalidades como Itziar Galardi, con un historial intenso a sus espaldas, o Rufi Etxeberria, segundo apellido que completa el nombre del documental, dan de primera mano los testimonios que muestran sus razones y sus vivencias. Iriarte nos conduce perfectamente por una historia cronológicamente situada a través de esquemas políticos y sociales en los cuales los entrevistados sueltan aquello que los “otros” han hecho mal a base de torturas, impuestos, presiones populares… Y es que ellos también son personas, con familias, parejas, amigos y todo lo que viene detrás. Cuesta creer y asimilar el hecho de ver a estas personas sentadas y exponiendo argumentos y datos que para muchos de nosotros son desconocidos. Sin embargo, hay que saber dónde se mete uno, y los momentos de callar más que otorgar son innumerables. Se les expone ante sus propios miedos, pero cada uno es libre de responder y afrontar todo lo acaecido, y esto nos permite querer conocer más. De todos modos, existe una única conclusión que unifica a todos los que intervienen: todo esto se hubiese solucionado con el don de la palabra. Algo que predican pero no realizan conduce a cuestionar la sinceridad de la conclusión a la que llegan. No obstante, se entiende el silencio, un silencio que se extrapola a los jóvenes que inician su actividad política alrededor de la izquierda abertzale en la actualidad, pues ninguno se atreve a sentarse delante del director y exponer su historia. Este mutis viene dado desde la prudencia y el conocimiento de represión, pues son muchas las detenciones que se realizan en el País Vasco por la involucración en estos asuntos.
De Echevarria a Etxeberria funciona como archivo histórico, algo de lo que nutrirse para entender el período de Transición, el funcionamiento de la democracia española en sus diferentes territorios, la historia de cómo un dolor nacionalista se convierte en rebeldía y termina en violencia, así como el alto al fuego de ETA a través de las testificaciones de personas involucradas que se sientan ante una cámara y cuentan lo que realmente pasó, exponiendo el pensamiento que existía entonces de una sociedad y de unas personas que ahora fantasean con el futuro.