Si el periodismo es una de las profesiones que más ha perdido el respeto y la confianza por parte de los ciudadanos durante este Siglo XXI, peor aún es lo que piensa hoy en día la mayoría de la gente acerca de su rama deportiva, más concretamente en lo que se refiere al fútbol. El excesivo amarillismo de los medios, la escasa credibilidad a la hora de informar sobre fichajes de los clubes, una menor profundización en los aspectos tácticos y técnicos del juego para en su lugar caer en lo banal, el trato de favor a determinados jugadores y, quizá por encima de todo, una parcialidad cada vez más flagrante, son los ingredientes de semejante cóctel. No es extraño, por tanto, que la situación sea propensa para ser analizada desde el cine. José Luis Sánchez Maldonado, cineasta que ya había dirigido un largometraje (Manuel Rubio Sánchez, sobre un curandero de Granada) lo lleva a cabo en Cuero y tinta que, en el contexto del choque liguero Granada-Barcelona de la temporada 2012/13, intenta diseccionar la situación del periodismo deportivo actual.
Lo mejor del documental es el sentido crítico que su director intenta transmitir desde el primer momento. A lo largo de la obra se tratan temas como la radicalización del periodismo deportivo por la bipolaridad Madrid-Barça, cómo estos dos clubes constriñen las críticas a través del “feudalismo” (tal y como cita uno de los personajes) que ejercen sobre los medios ante los derechos de explotación del merchandising o el tratamiento que se ha hecho en los diarios sobre algunos escándalos de dopaje que han salpicado a ilustres deportistas españoles (Rubén Uría critica al entonces príncipe Felipe o a Zapatero por defender la inocencia de Contador, Filippo Ricci saca a escena el caso de Marta Domínguez y el tratamiento que MARCA le otorgó a este asunto, etc.). La ausencia de cualquier atisbo de censura por parte de Maldonado es clara, tanto en la forma (no vemos al cineasta desfilar por la pantalla) como por el fondo (deja que los periodistas desbarren sin que exista mediación por su parte), lo que da pie a escuchar cosas muy interesantes.
Sorprende de primeras la elección de gente veterana en vez de hacer que participen rostros más jóvenes que aporten nuevas claves sobre el periodismo deportivo actual. Hay alguna excepción como Rafael Lamelas, del diario Ideal de Granada, pero en general los protagonistas son veteranos: Alfredo Relaño (director de As), Manolo Lama (narrador en Cope y presentador en Cuatro), José Ramón de la Morena (Cadena SER), Santiago Segurola (adjunto al director en MARCA) o el clásico historiador deportivo Bernardo Salazar (por cierto, es el que más lúcido se muestra) son algunos de los rostros que vemos desfilar. Sí, definitivamente se echa en falta un enfoque más jovial, que vaya desde el Cuero y tinta del título a un “cuero y pantalla” que profundice un poco más en lo on-line.
Una de las bazas del documental es la buena elección de archivo, el cual complementa a la perfección lo que vemos en pantalla. Hay que destacar varios momentos. En primer lugar, el desfile de varias portadas de periódicos cuando se está tratando la violencia que a menudo generan éstos. En segundo lugar, los segmentos del programa nocturno Punto Pelota, a través de los que se intenta criticar el giro del periodismo deportivo hacia un debate más propio de lo que era la prensa del corazón. Por último, una rueda de prensa de Piqué en la que el central del Barcelona desentraña los problemas del periodismo deportivo a raíz de lo que sucedió con Mourinho, y lo hace mejor que bastantes periodistas.
Sin embargo, Cuero y tinta también adolece de varios problemas. El más evidente es la mala elección de algunos contertulios que hacen gala de cierta hipocresía o, directamente, no dicen nada que merezca la pena ser escuchado. También es cierto que se ponen a escena demasiados temas para lo poco que dura el documental (una hora escasa). Incluso podríamos decir que existe poco riesgo en la realización, aunque esto quizá es lo de menos ya que el tema no invitaba a hacer experimentos.
En cualquier caso, Cuero y tinta resulta más recomendable para los amantes del fútbol que para los que tienen el periodismo como profesión. Aquellos podrán comprobar de buena fuente cómo son intoxicados por una prensa deportiva que en diversas ocasiones ha sobrepasado las líneas de la ética periodística, mientras que los que se dedican a este oficio ya conocerán la práctica de la totalidad que aquí se comenta. Buen ejercicio de análisis que se habría situado en notable de no ser por los descuidos ya comentados en materia de actualidad.