El marco actual ha dado un nuevo arreón a un cine social y político que últimamente acoge temáticas más variadas entorno a esa crisis económica en la que nos encontramos, y que ha llevado a todo tipo de cineastas (desde Johnnie To con su Life Without Principle a Jason Reitman en Up in the Air, pasando por otros como Costa-Gavras o Max Lemcke, e incluso dando vida a una nueva ola de cine griego que, entre sus muchas temáticas, tiene la crisis como uno de sus estiletes —documentales como Debtocracy o la recientemente premiada en Sevilla, Boy Eating the Bird’s Food dan fe de ello—) a abarcar un asunto que tiene multitud de caras y entorno del cual se pueden trazar films de la más variada índole.
La pareja de directores David Sanz y Tony López se vuelven a reunir tras su cortometraje Lastrain, y en esta ocasión lo hacen para sumergirnos en una de esas humanas historias que, aun teniendo cierto nexo con la crisis de la que hablábamos ya que es básicamente el punto de partida de Cruz del sur, guarda una estrecha relación con otras materias muy interesantes que, sin embargo, están todas vinculadas a esa crisis, pues no dejan de resultar consecuencia lógica de una situación que ya ha afectado a mucha gente.
En esta ocasión, los cineastas catalanes nos trasladan a un Uruguay en el que la situación no es mucho más boyante que en el resto de países para introducirnos en la historia de Juan, un tipo que acaba de perder su empleo, pero vive con su familia en Montevideo, donde intentará encontrar otro trabajo. Vista la situación, no obstante, y ya que Juan tiene algún que otro conocido en Barcelona, decide viajar a la ciudad condal para poner fin a una situación insostenible.
De este modo, el primer tramo de Cruz del sur nos introduce en el seno de esa familia haciendo gala de un tono dramático bien encontrado, que no resulta exacerbado y encaja perfectamente con esa descripción urdida con respecto a la relación entre Juan y su mujer. Entre ellos, hay un grado de confianza que quizá se ve traicionado cuando Juan decida buscar trabajo por su cuenta sin decirle a ella que lo ha perdido, pero que no trunca esa conexión que entrevemos de buenas a primeras, ni parece afectar lo más mínimo a su relación cuando nuestro protagonista decide emprender su particular periplo.
Es a partir de ese viaje cuando el off con que empieza el film cobra sentido, pues esa Cruz del sur a la que alude el título hace referencia a una constelación que, al llegar a España, los latinoamericanos pierden de vista, transformándose así en un nostálgico signo de lo dejado atrás al marcharse de su país. A la llegada, sin embargo, las cosas no le irán tan bien a Juan como parecía presumir: su amigo le dejará en la estacada, descubrirá que Barcelona no es precisamente el mejor sitio donde encontrar trabajo, y la añoranza por sus seres queridos, ahora tan lejos, empezará a hacerse presente.
La aparición de un simpático (y bastante pesado, para qué negarlo) argentino llamado Mariano, abrirá otros caminos a Juan y a partir de ese instante Cruz del sur pasará a ser más un viaje de autoconocimiento que de tintes sociales, siendo la llegada de un romance imposible de afrontar y las nuevas amistades emprendidas una materia que quizá David Sanz y Tony López empuñan de un modo bastante blando. Puede que por intentar otorgar un tono de ligereza que no viene nada mal a la obra, aunque la sensación sea más bien otra.
En ese ámbito, también tiene aciertos Cruz del sur, como la forma en que sortea algún que otro momento embarazoso (como esa frase de Natalia antes del consabido momento) o esa relación de blancos y negros entre Mariano y el propio Juan, pero el error termina llegando en un devenir de matices demasiado graves (en especial, esa última secuencia antes de partir) que, en parte, echan por tierra un trabajo construido con esmero y humildad, además de dejar al espectador a medias con una conclusión donde si se perciben apuntes de lo más interesantes en ese reencuentro.
Quizá Cruz del sur no apunte a estar entre los trabajos más sugestivos del año, entre otras cosas porque en líneas generales no deja de ser otra visión más de temas manidos, o porque en su elenco hay interpretaciones que rechinan (aunque tampoco se lo podemos achacar en vista de sus intenciones y su modestia), e incluso personajes como el propio Mariano que en ocasiones incurren en el hastío, pero sí que nos encontramos ante un entretenimiento que, sin apuntar demasiado alto, satisfará con mesura las pretensiones de cualquier espectador que se acerque al cine a ver una obra tan pequeña como apta.
Larga vida a la nueva carne.
Hola! Soy Pruden Rodríguez, guionista de Cruz del Sur. Supongo que no es frecuente que los guionistas te comenten las críticas, pero quería agradecerte tu artículo. Estoy de acuerdo en lo bueno y en lo malo :) Un saludo!
Por desgracia en el mundo cinematográfico es habitual que miembros del equipo se hagan pasar por espectadores para poder hablar sin tapujos, por lo que agradecemos enormemente tu honestidad. Enhorabuena por el trabajo de todo el equipo y seguro que esos pequeños defectos se van puliendo para ocasiones venideras. Un saludo!! :)
Hola Rubén. Quizá porque es mi primer largo no estoy acostumbrado a leer críticas sobre el trabajo que uno ha hecho. Más bien estoy acostumbrado a hacerlas, sobre todo como espectador. Por eso valoro que hayas sido amable incluso al criticar los defectos, que son muchos. Labor difícil esta de crear historias que emocionen o hagan reír. Pero también es complicado hacer críticas desde un punto de vista respetuoso y a la vez sincero. Saludos y gracias de nuevo! (Y espero que haya esas «ocasiones venideras»!).
Bueno, mi opinión es que la crítica destructiva poco ayuda, y creo que este no debe ser el lugar, que ya que tengo la oportunidad de hablar de cara a otros espectadores como yo, qué menos que ser todo lo respetuoso que esperaría que lo fuesen conmigo si algún día hiciese una película. Un saludo muy grande!