Togawa (Jo Shisido), un ex-convicto especialista en participar en robos a gran escala, es liberado de su cautiverio por mediación del astuto consigliere de una banda de yakuzas que persigue convertirle en el cerebro de un golpe perfecto: el atraco al furgón blindado del hipódromo. Todo hace pensar que se trata de un plan sencillo. Aunque en un primer momento Togawa se muestra reacio a participar en la expoliación, la posibilidad de obtener el dinero necesario con el que pagar la operación de su hermana —una joven que se ha visto forzada a llevar silla de ruedas por causa de un trágico atropello y de la cual Togawa se siente responsable al haberla dejado sola tras ser enviado a prisión por el asesinato del conductor que causó el accidente— provoca que Togawa acepte la propuesta.
Para llevar a cabo la misión Togawa contará con la ayuda de Shirai —un colega de su confianza— y de otros dos colaboradores asignados por los yakuzas: Okada —un antiguo boxeador con mucho músculo y poco cerebro- y Saeki —un ludópata adicto a las mujeres de pasado desconocido—. Tras repasar los pasos necesarios para consumar con éxito el atraco, una serie de imprevistos complican el desarrollo del asalto poniendo en serio peligro el fin de la operación. De este modo al equipo de ladrones no le queda otra solución que transportar el furgón blindado- junto con los guardias que lo protegen- a un almacén cercano a una base militar estadounidense. Togawa se percatará de que las verdaderas intenciones de la banda yakuza son las de eliminar a los miembros de la banda de ejecutores, puesto que el propósito de los mafiosos no es otro que el de apoderarse del botín en su totalidad. Ello convertirá la odisea de Togawa en una compleja partida de ajedrez en la que será preciso zafarse de la codicia y el sendero de traición dibujado por sus compañeros de viaje para así poder huir con el dinero y su hermana a un país extranjero con destino a la felicidad.
El cine negro clásico japonés (más conocido como cine de yakuzas) sigue deslumbrando gracias a la aparición de una serie de títulos que se hallaban ocultos tras las fronteras del país del Sol Naciente y que poco a poco están conquistando fronteras para deleite de los cinéfilos del mundo occidental. Estos maravillosos descubrimientos demuestran que no hace falta ser Akira Kurosawa (cultivador del cine negro en títulos tan emblemáticos como El perro rabioso o El infierno del odio), Kinji Fukasaku (el gran maestro del cine de yakuzas de acción con sus Yakuza Papers) o Seijun Suzuki (el sensei del cine de yakuzas friki-pop) para elaborar un producto noir japonés de altísima calidad, algo que ya reseñamos en la web en esa magnífica pieza de culto que es A colt is my passport.
Y es que esta genialidad que es Cruel Gun Story no solo comparte con la mencionada A colt is my passport actor protagonista (el sex symbol Jo Shishido) y productora (la mítica Nikkatsu) sino que en ambos films, fotografiados con un espectacular blanco y negro, se siente la clara influencia del polar francés de Jean Pierre Melville al enfocar la atención del argumento en los delincuentes, retratando de forma realista y con un claro tono fatalista los miedos y frustraciones que configuran la idiosincrasia del outsider. A todo esto se añade, para el caso particular de la cinta objeto de la reseña, el uso de una banda sonora de ritmos jazz americanos —en la onda de la magnífica pieza El hombre del brazo de oro de Elmer Bernstein— que dotan a la producción de una atmósfera refinada y humeante, muy apropiada para embellecer las epopeyas enmarcadas en el género negro.
Además del influjo del cine de género galo, en esta Cruel Gun Story dirigida con pujanza y elegancia por Takumi Furukawa, se distingue el peso indeleble que dejó en el panorama cinematográfico mundial una película monolítica como fue Atraco perfecto de Stanley Kubrick, ya que como acontecía en el film realizado por el genio estadounidense, la construcción de la trama se apoya en la organización del robo de la recaudación de un hipódromo, con la única divergencia de que en la cinta japonesa el atraco se ejecutará no en el propio establecimiento de carreras, sino que el plan se sitúa en la trayecto que recorre el furgón blindado donde se transporta el dinero recaudado en el recinto de apuestas. Como sucedía en la cinta de Kubrick o en otra obra germinal del cine negro de robos y atracos como La jungla de asfalto de John Huston, la proyección y ejecución del golpe maestro no es más que una excusa para irradiar un complejo lienzo en el que revelar las singulares interrelaciones personales —y familiares— que padece el cerebro ejecutor del asalto, lanzando al mismo tiempo una afilada crítica en contra de una sociedad nipona incapaz de ofrecer oportunidades a parte de aquella generación pérdida formada por los jóvenes que dieron sus primeros pasos en los difíciles tiempos de postguerra.
Un suceso novedoso que ostenta Cruel Gun Story es el hecho de exponer dos asaltos al furgón —rodados con un estupendo vigor y violencia— en una sola película: el primero el idealizado por los asaltantes mientras repasan el protocolo de actuación, en el cual los acontecimientos resultan como deberían ser y el segundo el ejecutado en la realidad de la historia en el que en una especie de montaje en paralelo en el tiempo (que no en el espacio) vislumbraremos que los planes no siempre resultan tal como los hemos previsto. Pero lo que realmente me encanta de esta gran película es la cantidad de referencias que cualquier fan del género noir seguro advertirá con sumo gusto. Así, aparte de los ya referidos, atinamos a distinguir claras correspondencias con clásicos como El abrazo de la muerte, El cuarto hombre, Atraco al furgón blindado, Forajidos, La araña, El último refugio y muchas cintas más con las que la película japonesa comparte no solo subgénero de robos y atracos, sino que igualmente coincide en destapar las debilidades de hombres atrapados por su pasado cuyo amargo destino les impide cumplir el deseo de escapar del círculo de crimen y delincuencia en el que siguen aferrados.
Por lo mencionado en el párrafo anterior encuentro conexiones muy estimulantes en Cruel Gun Story con thrillers contemporáneos de la talla de La huída de Sam Peckinpah y Atrapado por su pasado de Brian de Palma. Igualmente cabe destacar que la cinta muta en su tramo final, tras el advenimiento por parte de Togawa del complot del que ha sido víctima, en una fantástica película de venganzas en la que el personaje principal urde un fogoso plan, con extorsión y secuestro incluido, para saciar su sed de revancha. En mi opinión el rasgo característico que distingue Cruel Gun Story de los títulos nombrados a lo largo de la reseña es su innato pesimismo melancólico así como su intensa esencia introspectiva, típica de la forma de afrontar la vida en la cultura japonesa.
Sin embargo esta atmósfera de amarga tristeza no debe inducir a error al lector, ya que la película no cuenta con la lentitud y el silencio como aliados, al contrario nos situamos frente a un film de ritmo trepidante, en el que los acontecimientos suceden a velocidad de vértigo, si bien es cierto que las escenas de pura acción y adrenalina se concentran en el último cuarto de la misma, sin que ello implique que exista espacio para el aburrimiento. Como buena película de cine negro asistiremos a espectaculares secuencias de acción, siendo especialmente destacables (junto con el mencionado asalto al furgón), el tiroteo en el almacén con un Togawa transformado en el mejor pistolero del oeste en cruenta lucha a tiro y explosión limpia con una horda de yakuzas —escena salvajemente divertida y emocionante cuya fuerza se acrecienta debido a la tensa espera en el almacén de los miembros de la banda en la que seremos testigos de furtivas traiciones— y el truculento final del que no desvelaré el desenlace, pero si mencionaré que se trata de un final digno del mejor Sergio Leone.
Por último, resaltar el misticismo cool del gran Jo Shishido, un actor de mofletes algodonados más chulo que un ocho (el simbionte de Marlon Brando y Humphrey Bogart con ojos rasgados) que riega a su personaje, solo como él sabe, de un llamativo glamour varonil adornado con la mirada melancólica del perdedor. Si como es mi caso, sois amantes del cine negro más subterráneo, Cruel Gun Story será la mercancía que os provea de las dosis necesarias de fatalismo, entretenimiento, acción trepidante, violencia, reflexión, crítica social, tensión y divertimiento que dibujan el sombrío cosmos noir, aquél en el que los buenos no son tan buenos y los malos no son tan distintos a nosotros.
Todo modo de amor al cine.