Una aproximación a la topografía de la comunidad trans
El 15 de febrero se inauguró la sección panorama de la Berlinale con la película Crossing, del sueco Levan Akin. El director es conocido por su anterior película Solo nos queda bailar (And Then We Danced, 2019), que fue premiada en la sección Directors’ Fortnight de Cannes 2019 y también ganó el premio Guldbagge 2019 a la Mejor película.
Si esta última era una carta de amor a Georgia, Crossing lo es a Estambul. Es una colaboración entre Suecia, Dinamarca, Francia, Turquía y Georgia.
Michael Stütz, el director de Panorama, introduce la sección del festival explicando que estas son las «ultimate realities». Las películas de ficción o documental que se muestran se inspiran en historias reales y explican experiencias; son siempre ‹queer›, feministas y políticas. Crossing nos viene muy bien para entender el tema de los espacios como el encuentro de colectivos, ya que es un retrato de la comunidad trans en Estambul.
El título de la película hace referencia a la propia ciudad y país. Turquía está dividida en 81 provincias y el estrecho del Bósforo divide Estambul en dos partes: Asia y Europa. En la película vemos a los personajes cruzando el mar en ferri constantemente. La acción de encontrarse, que en inglés se expresa como ‹come across› también explica el título relacionado con la historia: la protagonista vive un viaje de aceptación en una ciudad caótica. Como ella misma dice: «la gente va a Estambul para desaparecer».
La película nos presenta a Lia, una mujer terca, de la cual lo primero que oímos y que nos acompañará toda la película es el sonido de sus tacones (la interpreta Mzia Arabuli). Ella busca a su nieta trans con la ayuda de Achi, un chico joven (interpretado por el actor natural Lucas Kankava). Ambos viajan a Estambul y construyen una relación. Además, descubrimos la vida de Evrin, una mujer trans (a la que da vida Deniz Dumanli) que trabaja en una asociación. Esta rompe con el estigma de la vida trans asociada a las drogas y la prostitución; Evrin es una mujer autosuficiente y segura que transmite una visión esperanzadora y sin prejuicios. De esta manera, los tres personajes se cruzan y Levan Akin nos adentra en sus vidas dedicando mucho tiempo a cada relación que se construye. «Quería navegar por Estambul a través de los personajes, también quería navegar por la solidaridad». El casting duró un año y está formado por una mezcla de actores profesionales, ‹amateurs› y actores naturales; todos los personajes trans son de la comunidad LGTBIQ+.
La película se expresa a través de la idea de construir puentes como una metáfora de las relaciones y los vínculos; a la vez el espacio cobra importancia siendo la encarnación de estas conexiones. El director explica que quería capturar lo que sintió cuando estuvo en Estambul: los colores, los olores, el caos y el ruido; por ello la música es relevante. También quería hacer una aproximación a la topografía de la comunidad trans.
Crossing es una película hecha con cariño, que pretende dar visibilidad al colectivo ‹queer›. Por ello el cineasta estuvo tiempo escuchando experiencias ajenas. Es interesante cómo trata la cuestión del lenguaje, ya que el turco y el georgiano no tienen género; y es así como durante todo el viaje del filme se explora la idea del cruce, la transición. Incluso el final nos deja en un espacio liminal. Formalmente, el tratamiento sonoro nos transporta a una dimensión de realismo mágico que nos mantiene inmersos a lo largo del viaje y que muta constantemente según las sensaciones de los personajes respecto a la ciudad.
Este filme es una mezcla de caos, paz y ternura que retrata las relaciones y la ciudad de Estambul. El director señaló: «Me gustan los finales dulces, pero que no lo resuman todo»; y es que es una de esas películas que deja con ganas de seguir hablando.