Una vez concluidos y ya reposados los nueve vertiginosos días del Festival de San Sebastián, llega el momento de hacer balance de lo más destacado que aconteció. Como siempre ocurre tras un periplo festivalero, los numerosos títulos vistos se agolpan en la cabeza junto a las gratas experiencias vividas y se hace difícil establecer un orden en las valoraciones. Es por ello que quizá este artículo resulte caótico, apenas esbozado, algo que haría justicia a cómo se encuentra el que lo firma en el momento de finalizarlo. De mejor a peor, aquí quedan las conclusiones y apuntes:
• El compás de Fernando Franco traza en La herida un vigoroso y angustioso círculo cuyos dos premios fueron fuertemente ovacionados por una sala de prensa entregada a su trabajo. El gran nombre del festival y, quizá junto a la también asfixiante aunque opuesta Enemy, la principal favorita de la Sección Oficial para los acreditados.
• Otro Fernando, el mexicano Eimbcke, se llevó un inesperado premio al Mejor Director por una de las pocas sorpresas de la Sección Oficial, Club sándwich, una estática comedia de iniciación que invita a recuperar sus dos anteriores títulos.
• Si algo ha descubierto este festival han sido actrices: Marina Vacth, Natalia de Molina, Olimpia Melinte, Paulina García, María Renée Prudencio, Solène Rigot… o incluso la gran triunfadora Marian Álvarez para los que pasaron por alto en su día la interesante Lo mejor de mí.
• El poderoso estudio del personaje encarnado por Marina Vacth en Jeune et jolie de François Ozon, estructurado y vertebrado a través de todas las canciones que suenan en la película, desde M83 o Citizens! hasta François Hardy.
• Like Father, Like Son, La postura del hijo, Club sándwich… las relaciones entre padres e hijos han ocupado un lugar preferente en la temática de una programación en la que ha cobrado especial relevancia el estudio de la figura materna y su dominio.
• La proyección del tremendo espectáculo visual que es Gravity de Alfonso Cuarón abarrotó el Victoria Eugenia tras largas colas y fue seguida por entusiastas reacciones en las redes sociales. Aunque quizá no sea el tipo de cine que se espera de entrada descubrir en un festival así, terminó siendo una de las destacadas para la mayoría de los presentes.
• Cine español personalísimo y de guerrilla: Gente en sitios, Violet y Family Tour, de propósitos y alcances muy distintos, merecen ser vistas y difundidas. Todas ellas invitan en cierta medida a seguir reflexionando sobre el papel del creador, gran tema imperante en el cine nacional independiente del último año.
• Tres exploraciones de la violencia que son también tres retratos descarnados de países a priori tan opuestos como China, Kazajstán y México: A Touch of Sin, Harmony Lessons y Heli, todas ellas con detalles formales de impresión en su tratamiento.
• La división entre prensa escrita, webs y público quedó de manifiesto. Vivir es fácil con los ojos cerrados recibió una tremenda ovación del Principal que no halló continuación en los comentarios –aunque también positivos– cosechados por una propuesta más luminosa que contundente en su irregular conjunto. Algo mucho más extremo ocurrió con la francesa 9 mois ferme, simplona comedia de enredo que ahogó a carcajadas a buena parte del público presente pero no convenció a casi ningún medio.
• La agonía del padre en Oktober November establecía un paralelismo con el carácter anómalo de la mal recibida película de Götz Spielmann, tan sobria en su temática como alocada en una planificación que regala momentos delirantes.
• Para la inauguración y clausura se optó por dos valores seguros de cara al público donostiarra, Campanella y Jeunet. Ambos ofrecieron un mínimo de sí mismos con Futbolín y El extraordinario viaje de T.S. Spivet, dos rutinarias cintas en 3D en las que al menos se agradece la presencia de su sello.
• Atom Egoyan, Bertrand Tavernier, François Dupeyron… no fueron pocos los días en los que la Sección Oficial pareció un remedo de lo mejor de los noventa contrapuesto a la paralela Nuevos Directores. Más allá del nombre, casi ninguno de ellos justificó la selección a concurso de sus últimos títulos.
• El sorprendente premio a Mejor Actor para Jim Broadbent, tan solvente en la mediocre e inocua Le week-end –que dejó muy buen sabor de boca en algunos círculos– como defensor de un personaje mucho menos rico y complejo que los de Antonio de la Torre o Jake Gyllenhaal.
• En una decisión de programación difícil de justificar, la jornada inicial solapó los pases de prensa de las esperadas The Wind Rises y Futbolín. Los que apostamos por una tuvimos que acabar prescindiendo de la otra casi obligatoriamente ante la escasez de entradas para las sesiones posteriores.
• La presencia de perlas que para nada eran perlas —About Time, 9 mois ferme, The Face of Love…— se contrapuso a la de otras muchas que sí lo eran y fueron mal programadas con calzador en otras secciones, caso de Heli, Harmony Lessons o Cutie and the Boxer.
• Confesión: el artículo que están terminando de leer viene firmado por alguien que se perdió Pelo malo, a la postre ganadora de la Concha de Oro, para poder ver la decepcionante —que no ridícula— Zipi y Zape y el club de la canica. Una adaptación mediocre en cuyo pase, por si fuera poco, se privó a la prensa de la canción final de Cali y el Dandee debido a un ¿accidental? corte de sonido. Este fallo técnico quizá supuso la mayor frustración de nueve días inolvidables.