Una nueva edición limitada de No profanar el sueño de los muertos incluye el primer largometraje documental sobre su director, el recientemente fallecido Jordi Grau (Barcelona, 1930-Madrid, 2018). Aunque repasa varios aspectos de su carrera, la pieza se centra en la famosa película de zombies de 1974.
No profanar el sueño de los muertos es una película esencial dentro del cine de zombies, más conocida a nivel internacional bajo el título The Living Dead at Manchester Morgue, aunque ha tenido numerosos títulos por todo el mundo. La coproducción italoespañola que dirigió Grau en pleno auge del cine de terror en los setenta fue premiada en el Festival de Sitges de 1974 y con el paso de los años ha sido cada vez más aplaudida. La película ya contaba con varias ediciones en muchos países, pero Synapse Films, una editora de vídeo de EEUU especializada en cine de género, ofrece una nueva remasterización en 4K, cuyo estreno tuvo lugar el año pasado en el Fantasia Festival de Montreal. Para la elaboración de la nueva restauración han ido al negativo original en 35 mm que se encuentra en los estudios de Cinecittà en Roma. Además de la mejora en la calidad de imagen y sonido, las principales novedades están al inicio y al final en los créditos, donde se ha tratado de respetar la versión original, que al parecer había sido modificada digitalmente en ediciones anteriores. Una tarea que de algún modo hace honor al director, ya que Grau fue uno de los firmantes del “Manifest de Barcelona”, en el que cientos de cineastas en el marco del Festival de Cinema de Barcelona de 1987 reclamaron el derecho a que se respete la versión del director. Entre el material extra de la maravillosa edición, se ofrece un documental de 89 minutos sobre el director, dirigido por Naomi Holwill, titulado Jorge Grau. Catalonia’s Cult Film King, con el subtítulo A Documentary About Jorge Grau and his Manchester Masterpiece, y que merece la pena comentar a continuación.
La última entrevista a Jordi Grau
En primer lugar, hay que destacar que este documental es ya de por sí valioso al incluir la última entrevista en vídeo al director, grabada meses antes de su fallecimiento. Grau no fue un experto en el género fantástico, pero disfrutaba comentando su incursión en el terror y los motivos que le llevaron a hacerlo, como también hizo en otro reciente documental, Sesión salvaje. Para una pieza incluida en otra edición estadounidense de No profanar el sueño de los muertos, el director volvió a las localizaciones de la película. En esta ocasión, el testimonio de Grau sirve principalmente de apoyo para detallar información y anécdotas del rodaje. Es particularmente interesante el énfasis que hace al interpretar la trama como una historia de amor imposible. Se trata de su única película en la que no firmó el guion —escrito por Sandro Continenza en colaboración con Marcello Coscia—, lo cual demuestra su capacidad para llevar a su terreno una historia en principio ajena, puesto que fue un encargo del productor Edmondo Amati, quedando así reforzada su incuestionable categoría de autor en lo que se refiere a un realizador con personalidad. Explicándose con lucidez, profesionalidad y sentido del humor, como siempre ha tenido costumbre, es un placer escuchar —tristemente, por última vez— a uno de los directores con más talento de su generación.
Una visión anglófona del cine español
A lo largo del documental se mencionan la mayoría de títulos que componen la filmografía de Grau, desde su primer largometraje, Noche de verano (1962), al último, Tiempos mejores (1995), de los que no se muestran imágenes en movimiento, seguramente por motivos de presupuesto y de derechos. Se destaca que es un «director infravalorado», además de la importancia del enfoque social a lo largo de su obra, y se añade la dificultad que hay para acceder a ella. Sobre este problema, la culpa puede estar repartida. Aunque Grau se definió a sí mismo en sus memorias de forma socarrona como un «director descatalogado», con algo de esmero se puede acceder a muchas de sus películas. Desafortunadamente, el mundo anglófono tiende a ser monolingüe y en general se asoma a otras cinematografías solamente a través de cuotas periódicas. A su vez, una de las carencias del cine hecho en España es que históricamente no ha podido o no ha sabido darse a conocer mejor fuera de sus fronteras —ya tiene grandes dificultades de puertas adentro— con la excepción del cine de género o sus directores más consagrados. En la era de las plataformas, se debería aprovechar la oportunidad de promover a nivel global un cine español diverso, de ayer y de hoy, más allá de las películas y series de moda.
En suma, el documental se aproxima a la figura de Grau limitándose a reproducir, sin detenimiento alguno, ideas establecidas sobre el cine de autor de los sesenta y la represión del franquismo. El propio director da algunas pinceladas sobre su carácter un tanto excepcional debido a su espíritu libre y a su reticencia a encasillarse, pero se echa en falta mayor profundidad en los testimonios para entender la complejidad del director. Es un cineasta que se inició en los años del desarrollismo en ambientes empresariales del Opus Dei y que estuvo ligado a los movimientos del Nuevo Cine Español y la Escuela de Barcelona, además de que estudió cine en Roma y fue íntimo amigo de Fellini. Su obra retrata momentos y comportamientos que ayudan a comprender la historia reciente de España, más allá de su breve incursión en el destape con el célebre desnudo integral de María José Cantudo en La trastienda (1976), que el documental por supuesto menciona, aunque solo de pasada. Así pues, definir a Grau como «el rey del cine de culto de Cataluña» tiene más de título con gancho que de conocimiento de su trayectoria. En el tramo final, se suma el comentario de Mike Hostench, del Festival de Sitges —el único que se refiere al director como Jordi Grau—, que consigue dar algunos detalles de lo que el director y la película de zombies representan en el contexto español, donde aparece la ineludible figura de Narciso Ibáñez Serrador.
Inglaterra desde un punto de vista extranjero
Debido a su gran popularidad, no es sorprendente que el documental dedique la mayor atención a No profanar el sueño de los muertos. Los entrevistados son expertos en el género fantástico y llevan la obra de Grau a su terreno, situándola adecuadamente en relación a su antecesora, la obra de George A. Romero, La noche de los muertos vivientes (1968), además de la corriente británica de la Hammer, la italiana del ‹giallo›, sin desdeñar al fantaterror ibérico. Es también muy pertinente que se sitúe a la película de zombies de Grau en diálogo con sus dos obras anteriores, Ceremonia sangrienta, en la que Lucía Bosé interpreta a la Condesa Báthory, y Pena de muerte, con Fernando Rey en torno a unos asesinatos en serie. Realizadas a principios de los setenta, conforman una inquietante trilogía que inevitablemente tiene el final del franquismo como trasfondo.
Además de destripar la película por completo —incluso de forma visual, ya que es imposible no detenerse en las escenas de canibalismo— se incide en que su mensaje socio-político resulta muy avanzado para su tiempo. Quizá el enfoque más original que aporta el documental es una lectura menos difundida hasta ahora: No profanar el sueño de los muertos como un retrato foráneo, original y hasta algo extravagante de la zona rural del norte de Inglaterra a mediados de los setenta. Escuchar a un experto en la materia como Kim Newman rendirse ante los logros de la película es una evidencia de la plenitud que ha alcanzado con el paso de los años. Las interpretaciones de Ray Lovelock y Cristina Galbó encarnando a la juventud del momento, Arthur Kennedy como el inspector reaccionario, una máquina agrícola que revive a los muertos y unos zombies perfectamente dirigidos por Grau junto a un equipo técnico impecable, desde la escenografía de la campiña inglesa, la apariencia, movimientos y sonidos de los zombies, a la sangre de las escenas más ‹gore›. Vista con casi cincuenta años de distancia, sale a relucir su discurso feminista, antifascista, anticapitalista y ecologista. Y por si no fuera suficiente, al inicio de la película, en la ciudad de Manchester, aparecen varias personas con mascarillas. Hasta hace poco pensábamos que las llevaban para protegerse de la contaminación. Ahora sabemos algo más. De forma que la película nos da una nueva lección y es la de que el presente lo cambia todo.
En España, No profanar el sueño de los muertos se puede ver en FlixOlé. Solamente ha sido editada en DVD y actualmente está descatalogada.
Hugo Pascual Bordón ha escrito un ensayo monográfico sobre la obra de Grau, que se publicará próximamente en Shangrila.
Escrito por Hugo Pascual Bordón