El simple paso del tiempo permite resignificar imágenes, ya de por sí cargadas políticamente, de un día para otro. Esto es lo que sucede con los fragmentos de Dominga Sotomayor en el intercambio epistolar que integra el metraje de Correspondencia (2020) en su comunicación con Carla Simón. Hay dos aspectos entrelazados ineludiblemente entre las dos cineastas: el cine y su relación con la experiencia subjetiva, con la vida y con el mundo que las rodea. Algo que se puede extender a sus películas, que incorporan de forma ficcionada su propia historia, generando un registro biográfico mientras recrean partes de una realidad que existió y les afectó de forma directa —es el caso tanto de Tarde para morir joven (Dominga Sotomayor, 2018) como de Estiu 1993 (Carla Simón, 2017)—. Entre ambas componen un relato fragmentado pero compartido, que va desde lo íntimo hasta lo social y político con pequeñas reflexiones sobre la familia de cada una y su lugar en ellas. La idea de legado y su vínculo con la identidad de las cineastas se traslada en sus formas únicas de filmar y de aquello que filman. Carla Simón se mira a sí misma a través de la cámara en el reflejo de un espejo mientras habla del fallecimiento de su abuela y Dominga Sotomayor lo enlaza con la suya, protagonista de una película jamás editada que 40 años después volvió a realizar.
«Prefiero este caos a perder la dignidad», dice Sotomayor en cierto momento mientras irrumpe el estallido social de Chile de octubre de 2019 con los disturbios en la calle y el pueblo protestando contra las condiciones económicas y su clase política. Unas protestas que llevaron al plebiscito por el nuevo proceso constitucional del 25 de octubre de 2020, en el que —ahora sabemos— ganó la dignidad. La mezcla de formatos y soportes fotoquímicos y digitales es coherente con este recorrido temporal de un diálogo que se desarrolla a ambos lados de un océano, con unas condiciones y contextos sociopolíticos muy concretos y diferentes. Y también entre material de archivo que refuerza el poder de evocación del cine, así como de creación de una nueva memoria personal y colectiva. Carla Simón se pregunta si se puede ser madre y cineasta, de su conexión con su madre biológica y aquella que la ha criado. Los planos de familiares (y de sí misma) con sus voces superpuestas sobre sus rostros y lugares construyen una colección de diferencias y similitudes. ¿Cómo nos define el pasado individualmente? ¿y la comunidad en la que crecemos, de la que luego formamos parte plenamente?
El pasado se reformula y vuelve al presente a través de personas o de circunstancias históricas. La madre de Sotomayor rodó imágenes con su apoyo para la campaña por el “No” del referéndum chileno de 1988, aunque nunca fueran usadas. Aquel fue otro hito de la esperanza de los chilenos de una democracia, de dejar atrás la dictadura de Pinochet. Pero hasta hoy la sociedad chilena vivía regida por una norma constitucional redactada durante su régimen asesino. El destino de todo un pueblo estaba escrito por otros hace cuarenta años. ¿Es posible reescribirlo? ¿Se puede crear de la nada unas nuevas reglas de convivencia para un nuevo país y una nueva identidad? Como las imágenes, el cine y los recuerdos, lo aprendido durante décadas tiene un peso significativo sobre nuestras decisiones y formas de ser, sobre nuestra visión de las cosas. El pasado nunca muere, sino que vive en todos nosotros y lo que hacemos. La misma Carla Simón lo expresa ante su imposibilidad de diferenciar entre lo que es genético y lo que es aprendido, dando constancia de la importancia de la genealogía de las mujeres en su familia. Sotomayor eleva este discurso a lo político de forma radical y definitiva. Hay jóvenes muriendo y violencia policial. Aparece un incendio que la lleva a otro en la comuna donde creció en los años 90 con las esperanzas del momento de un nuevo futuro en democracia. Como algo vivo e inacabado, el metraje de Correspondencia termina con un fundido a negro que deja al espectador ante el abismo del reflejo de la historia en proceso de construcción ante nuestros ojos.
Crítico y periodista cinematográfico.
Creando el podcast Manderley. Hago cosas en Lost & Found.