Corazón de León es la última película del cineasta argentino Marcos Carnevale. Se trata de una cinta filmada en Buenos Aires que se estrenó en Argentina en Agosto de 2013 y que ha sido nominada en los premios Sur y Cóndor de Plata en categorías como Mejor Película y Mejor Dirección. La idea original es fruto de la colaboración entre Betania Blum, reconocida directora teatral argentina, y Carnevale y pretende plantear un desafío a los prejuicios y convenciones de la sociedad argentina burguesa, otra cuestión será cuál es el grado de intensidad de este desafío y si no hay problemas más importantes o radicales a los que plantar cara, algo que por otra parte nunca tiene que ver con el conflicto que se pretende contar sino con la manera de tratarlo y resolverlo.
En resumidas cuentas, Corazón de León versa sobre un hombre con un problema en la pituitaria que le impidió crecer hasta alcanzar una estatura normal y que intenta conquistar a una mujer alta y bella. León Godoy, el protagonista, interpretado dignamente por Guillermo Francella cumple el estereotipo de hombre encantador de iris prístinos y amplia sonrisa que acude al rescate de una dama en apuros, Ivana Cornejo, interpretada por Julieta Díaz, ganadora del premio a mejor actriz en Premios Sur por este papel, necesitada de que le redescubran el universo de sensualidad que ha olvidado en el camino al éxito profesional… en el proceso surgirán las inevitables dudas de Ivana, que pese a estar enamorándose perdidamente del carisma y la personalidad arrolladora de León no puede evitar sentir vergüenza de su estatura.
No obstante, no pude evitar sentir una fuerte resistencia a la empatía, algo que el film pretende provocar en el espectador descaradamente desde el minuto uno, el motivo fue que no dejaba de plantearme que la inversión de género sería imposible en una película de estas características, es decir, no dejaba de pensar que nunca vería a una mujer enana enamorando a un abogado adicto al trabajo con su labia y ganas de vivir la vida. La historia funciona en tanto que ella es un objeto de deseo convencional que supone un reto para el personaje de León, que tendrá que desplegar su ingenio para lograrlo. Desde este punto de vista, la historia no es nueva ni original, aunque lo pretenda, es la misma de siempre… un personaje masculino dotado de profundidad psicológica tratando de conquistar a un personaje femenino plano y con un deseo que podríamos calificar de pasivo o reactivo.
De hecho nunca se entienden del todo las reacciones de Ivana, puede hacer una defensa a ultranza de León ante su madre para en la siguiente escena romper con él sin mayor explicación, si somos complacientes pensaremos que estas actitudes podrían ilustrar la frase: “el corazón tiene razones que la razón no entiende”, pero yo tiendo a pensar que sencillamente nos encontramos ante la construcción de un personaje femenino sustentada en clichés que despojan al género de capacidad de raciocinio y de su calidad de sujeto, como si las mujeres fuesen hojas al viento esperando ser movidas por los impulsos de los hombres o de las opiniones sociales más frívolas, seres que necesitan ser rescatados del corsé de género que las obliga a ser eficientes y exitosas a la par que bellas, que necesitan que les digan que son hermosas cuando el traje de chaqueta y los gritos por el móvil las hace verse demasiado masculinas. Evidentemente la historia no trata sobre esto, pero a mi juicio es inevitable pensarlo y sentir que mientras la película intenta que recapacites sobre los prejuicios burgueses y los dictámenes estéticos ella misma está generando toda una batería de ellos en materia de género.
Por otra parte también es curioso observar la apatía con la que se dibuja el marco de clase, ni el más mínimo guiño, ni la más mínima ironía, ningún tipo de cuestionamiento a la lógica capitalista en la que viven inmersos los protagonistas y que se pretende criticar en la superficie, en la tiranía de la estética, en el tratamiento del otro como mercancía. Huelga decir que si la crítica social del film fuese seria tendría que haber aparecido también este conflicto, pero no es el caso. Los protagonistas pertenecen a esa clase media acomodada que puede abrirse y solidarizarse con sus pares y que goza de una señora de servicio que es “como de la familia” pero que vive sirviendo a la familia de otros. El tipo de familia en la que el amor y la generosidad de León como padre se materializan en la compra de un coche a su hijo, sin el menor sonrojo ni atisbo de sarcasmo.
Pero aún hay un último detalle que nos saca irremediablemente de las escenas de alto voltaje emocional y es la banda sonora, en este caso nadie tiene la culpa salvo el último anuncio de Lotería de Navidad, ya que cuando la voz de Elvis acompaña las escenas más tiernas de León e Ivana una no puede evitar que le asalte la imagen de Montserrat Caballé y su papada ondeante… Más allá de este dato anecdótico, lo que pienso es que la película pretende hacer crítica social sin ir a la raíz, sin atreverse a plantear los interrogantes verdaderamente necesarios, no hay un verdadero cuestionamiento de nuestra manera de relacionarnos, de las jerarquías imperantes… y siento que en el ejercicio de señalar un prejuicio o convencionalismo con el dedo mientras se miran con complacencia sus cimientos hay bastante de mala fe o si una quiere pensar bien poca altura de miras.