La 59ª edición del FICX se concebía ya desde meses atrás de su celebración como una cita especialmente importante tanto para organizadores como espectadores. En primer lugar, se palpaba el especial valor del simbolismo que otorga el retorno a las salas, dentro de unos tiempos tan complicados como esa pandemia que resiste a finalizar, y que suponía la vuelta de una de las coyunturas más importantes para cualquier certamen cinematográfico: esa liturgia de la asistencia a una sala de cine, y todo lo que ello conlleva dentro de un festival, que aquí volvía (todos esperamos que para quedarse) después de asistir en la anterior edición a un formato online que si bien sirvió para aguantar el tirón de aquel nefasto año 2020, se quedaba corto para todos aquellos que apreciamos la asistencia a un festival como un ejercicio tan social como fetichista. Además, esta edición (a un año tan sólo del 60 aniversario) ha supuesto, vista ya en retrospectiva, la consagración dentro de las labores de organización de Alejandro Díaz Castaño y su equipo, confirmando esta nueva deriva del FICX que pone el foco en aquellos años en los que el festival alcanzó su culmen de popularidad y trascendencia; si no lo han conseguido ya, poco les queda para acercar al FICX a aquellos añorados tiempos donde se hablaba del “Sundance español” y donde Gijón era una de las citas imprescindibles dentro del calendario de festivales cinematográficos.
El palmarés de cada una de las secciones competitivas confirma el espíritu amotinador de una programación que se resiste a seguir algunos cánones del panorama de festivales, luchando por una personalidad propia y ecléctica. Dentro de las tres apartados a competición de la Sección Oficial conviene señalar el reconocimiento otorgado a Rien à foutre de Emmanuel Marre y Julie Lecoustre (vencedora de la sección Retueyos), el film con una estelar Adèle Exarchopoulos sumida en la precariedad laboral y existencial y que sin temor a equivocarnos podemos tildar como la gran cinta triunfadora de esta edición, donde se ha intentando compensar la falta de relevancia que la película sufrió en su periplo por Cannes; Denis Cotê y su Hygiène sociale fueron los triunfadores de Albar, la sección destinada a cineastas ya experimentados. Otros premios que se pueden destacar es el dado a Palestra, de Basovih Marinaro y Sofía Jallinsky, una de las cintas más peculiares de las exhibidas en esta edición, así como el premio del jurado joven a We’re All Going to the World’s Fair, la inesperada aportación fantastique de la Sección Oficial y donde precisamente los más jóvenes supieron apreciar el decadente y perturbador relato generacional que la directora Jane Schoenbrun hace en una de las películas más interesantes que se han podido ver este año. En el ámbito de interpretación cabría mencionar la atrevida decisión del jurado de premiar a Jean-Michel Lemoine, uno de los policías que aparece en la belga Poulet Frites, un documental que aborda la investigación policíaca de los crímenes de un asesino en serie; en cuanto a la interpretación femenina, el reconocimiento recayó en Anastasia Budiashkina, la joven protagonista de Olga, un film que aborda el drama deportivo en unas naturalidades intimistas más propias de lo habitualmente exhibido en el FICX.
Habituales del festival como Radu Muntean (mención especial del jurado por Întregalde) o Hong Sang-soo (mención también para su In front of your face) no se irían de vacío dentro de una edición en la que la organización ha querido festejar el retorno a las salas siendo fiel al espíritu que ha perseguido el FICX desde que se sumase a esos vientos de cambio venidos ya desde mediados de los 90: la búsqueda de un sello personal, ajeno a las convencionalidades, y con la intención de seleccionar un conjunto de películas que representen los valores singulares y vanguardistas de un certamen que huye en quedarse simplemente como una compilación de lo ya exhibido en certámenes previos. A vistas de la respuesta del público, que ha llenado las salas, así como la calidad generalizada que ha poblado en todas sus secciones, el FICX parece más vivo que nunca. A uno tan sólo le queda contar los días para la aún alejada 60ª edición, para la que desde la organización ya han prometido unas cuantas sorpresas especiales ante el cambio de dígito.