Conclusiones del FICX 2024

Ya concluida la reciente edición número 62 del Festival Internacional de Cine de Gijón, se puede confirmar que el certamen sigue en la brecha posicionándose como un evento que apuesta por el cine más comprometido y alejado de todo tipo de convencionalismo. Como bien se adelantó desde el propio festival en el ecuador de las proyecciones, las cifras de asistencia han superado las expectativas, demostrando no sólo que el certamen se caracteriza por el cómo se vuelca la ciudad en la que se ubica sino también el amplio interés hacia el tipo de propuestas que cada año llegan a las pantallas asturianas. Situándonos en una época especialmente singular para el mundo de la distribución cinematográfica, con una etapa que ya dejado en cierta distancia el desastre pandémico pero con la habitual convivencia con las plataformas, el FICX sigue intentando evolucionar, respetando la hoja de ruta que lo elevó a lo más alto hace ya alguna década (cuando en prensa se leían cosas como «el Sundance español»), pero con una herramienta incuestionable: marcar una personalidad en su Sección oficial que sitúe a Gijón como una de las paradas obligatorias de los cineastas situados en la vanguardia narrativa y temática.

Como suele ocurrir, la mejor manera de aportar conclusiones sobre esta edición es haciendo un somero repaso a su palmarés, donde se ubican las películas que como es lógico más han dado que hablar a lo largo del festival. En la Sección Albar, la principal división competitiva de la programación, y en cuyo jurado estaban Belén Funes, Sergio Oksman y Mark Peranson, se otorgó un doble premio a By the Stream, una de las dos películas que Hong Sang-soo presentó este año en Gijón; el idilio del coreano con este festival ya queda fuera de toda duda, y su película no solo ha sido proclamado como la gran ganadora sino que a su actriz fetiche, Kim Min-hee, también le cayó el respectivo galardón. El protagonista de L’histoire de Souleymane, Abou Sangaré, se llevó el premio al mejor intérprete masculino, una manera de reconocer no sólo a la película como una de las cintas que más han gustado sino también al esfuerzo titánico del actor en un papel que lo es todo en esa historia. Otra película muy bien recibida fue la alemana Dying de Mathias Glassner, quien fue coronado como mejor director. Retueyos es la otra sección a competición de la programación, con galardones otorgados por un jurado FIPRESCI, y en la que dos películas que se ya se antojaban como platos muy fuertes de esta edición, Algo viejo, algo nuevo, algo prestado de Hernán Roselli y Fogo do vento de Marta Mateus fueron las que se llevaron los premios importantes.

Del resto del palmarés cabe destacar la victoria española de Alicia Moncholí con su Campolivar en la sección oficial de cortometrajes, compartida decisión con un jurado joven que además valoró el clasicismo de una de las películas que más han gustado este año, y que tiene la especial circunstancia de que tal y como indicó su director, Masakazu Kaneko, inicia su periplo de festivales en Gijón: la japonesa River Returns. Tierres en trance, que aglutina lo más interesante del panorama cinematográfico iberoamericano, ha desaparecido como sección pero sí mantiene su premio, que ha recaído en Yo vi tres luces negras de Santiago Lozano Álvarez. Además, dentro del amplísimo reparto de premios, donde tienen cabida cintas con diversos compromisos sociales, hubo un galardón que siempre es especial en cada lectura del palmarés, el otorgado por el público con sus votaciones. Como no podía ser de otra manera, una cinta agradable de ver para todo tipo de espectadores y que con cierta delicadeza invita al debate moral, La historia de Jim de los hermanos Larrieu, fue la favorita para los gijoneses.

Por lo demás, las conclusiones que podemos extraer se centran en subrayar que el certamen sigue siendo una prueba ineludible para conocer el actual estado del cine alejado de la industria, con unas líneas muy marcadas en su programación; fuera a este respecto de su sección oficial, y en lo que se ciñe a las preferencias de quien esto escribe, desde aquí se agradece que la sección Esbilla siga suponiendo un más que interesante repaso a todas esas películas que han ganado prestigio con su previo recorrido de festivales, así como la inmersión transversal en la programación del cine de género (donde Generación mutante parece consagrarse como una sección que pretende emular a aquellos “Géneros mutantes” de previos años), y la oportunidad de disfrutar de esos pases especiales que este año trajeron consigo dos fenómenos incuestionables: Tardes de soledad, con la propia presencia de su director Albert Serra, y a la postre uno de los proyectos que más han dado que hablar este año, y Emilia Pérez, la última cinta de Jacques Audiard, de la que se prevé que sea todo un torbellino en la inminente temporada de premios. Numerosas proyecciones, presentaciones, coloquios, premios de reconocimiento (como los dados a Carla Simón, Rossy de Palma o Lone Fleming) y diversas exposiciones han engalanado a Gijón de ese ambiente festivalero que ya es una cita ineludible en la costa asturiana cada mes de noviembre.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *