En este segundo año del nuevo equipo al frente del Festival Internacional de Cine de Gijón liderado por Alejandro Díaz se han confirmado tanto en sus líneas de programación como en las decisiones de gestión la gran mejoría del certamen respecto a la época anterior. Es notoria una exhaustiva búsqueda por difundir cine vigente sin caer en un fetichismo por autores a partir de sus nombres —desvinculado de la realidad de sus filmografías— y que presenta una visión diversa en temática, estética, discurso y aproximaciones formales. Dos fueron las mayores carencias que se podrían encontrar en 2017 dentro de los títulos incluidos: la presencia del cine español no estaba a la altura del festival con el resto de sus propuestas y no contó con una película de inauguración llamativa que creara expectación para abrir su Sección Oficial. En 2018 esto ha sido resuelto para empezar consiguiendo que la magnífica The Favourite (Yorgos Lanthimos) fuera la carta de presentación de una, por otra parte, selección rigurosa y coherente entre todas sus secciones. Y en cuanto a producciones nacionales la representación ha sido sólida, arriesgada y con una vocación clara por la visibilidad de nuevas voces y visiones alejadas de las filmografías hegemónicas en el estado español como El zoo (Gemma Blasco), Cold Lands (Iratxe Fresneda) o Paso al límite (Maider Oleaga), presentes en la arriesgada sección Llendes.
El palmarés, como todos los repartos de premios en este tipo de eventos, constituye un ejercicio de consenso y puede criticarse igual que la presencia de determinadas películas en competición que sin embargo son coherentes con la personalidad que están proyectando los encargados de su programación —y que se refleja en la decisión del Jurado Internacional—. Que la gran ganadora fuera Hotel by the River, no sólo la peor película de Hong Sang-soo presente en el FICX este año —recordemos que estaba también Grass en la Sección Oficial aunque fuera de competición— sino también la menos inspirada de entre sus largometrajes estrenados en los últimos cuatro años, no supone en absoluto un menosprecio a lo allí visto durante sus jornadas. Dominga Sotomayor, Radu Jude y Yorgos Lanthimos también estaban representados en un reparto de premios que sí reconocía el riesgo de algunas de las mejores películas vistas en competición. Mug (Malgorzata Szumowska) por parte del Jurado Joven, Winter Flies (Olmo Omerzu) por el Jurado FIPRESCI en Rellumes y Game Girls (Alina Skrzeszewska) por el Jurado CIMA son algunos de los galardones difíciles de cuestionar y que sirven muy bien para entender la idea del cine relevante para los responsables del festival.
Las jornadas de industria (FICX Industry Days) —inauguradas el pasado año— son un claro indicador de la visión de futuro y la apuesta por la importancia que tiene este tipo de actividades para cualquier festival de cine moderno que quiera servir de punto de encuentro y plataforma de impulso de creación. Las colaboraciones de la organización del festival con otros festivales como San Sebastián en su Crossroads, con la ECAM para la formación y producción, la asociación de guionistas ALMA o la organización CIMA entre otras instituciones contribuyen a desarrollar el aspecto transversal y alejado de cierto sentido de competitividad absurda que empaña las estrategias de otros festivales y cuya ausencia aquí se traduce en aprovechar las sinergias que puedan surgir para elaborar su triple presencia y función a nivel internacional, nacional y local.
En la pasada edición la dispersa localización de las nuevas salas del FICX supuso un cambio enorme en la experiencia durante su celebración, pero a la vez una mayor visibilidad para sus proyecciones y actividades que tuvieron como consecuencia un importante aumento de afluencia de público. Las hipotéticas molestias por usar el transporte público para moverse entre los nuevos cines que sirven de sedes en Gijón se compensaban con creces con unas instalaciones bien preparadas y modernas que no permiten echar de menos las históricas de los Cines Centro más que como un ejercicio de nostalgia irracional. Sin olvidar la continuidad del gran Teatro Jovellanos. Este año se ha mantenido la situación con la adición de la nueva sede en la Antigua Escuela de Comercio, que cuenta con una sala más accesible y práctica para la prensa y el público de la zona céntrica de la ciudad. Una sala pequeña, pero de nueva construcción y equipamiento moderno con poco de lo que quejarse en su calidad de proyección en cuanto a imagen y sonido para tratarse en realidad de una sala multiusos. Así ahora los pases de prensa en esta nueva localización facilitan enormemente el trabajo de la prensa acreditada en el festival. Este último dato supone el punto en el que debe esforzarse la organización del festival tras su consolidación: una mayor presencia de prensa y especialmente extranjera que le otorgue una dimensión acorde al estatus que ha recuperado en todas sus facetas en sus dos últimas ediciones.
Crítico y periodista cinematográfico.
Creando el podcast Manderley. Hago cosas en Lost & Found.