Una de las mayores virtudes de Come Here reside en la capacidad de síntesis, de cómo su directora, Anocha Suwichakornpong, consigue empacar en un metraje parco multitud de ideas, reflexiones e incluso estilos, sin que se produzca un embotellamiento de los mismos. De hecho estamos ante un film que, al igual que su descripción y reflexión sobre el tiempo, fluye de forma pausa pero paulatina, con cadencia, como ese tren aparentemente inmóvil cuyo movimiento está a su alrededor.
Esta es una de las principales metáforas del film, junto a la contraposición de un museo cerrado por reformas y la instalación que sus protagonistas montan alrededor de este hecho. Curiosamente, y a pesar de su tendencia al reposo y un despliegue más bien poético e intelectualizado sobre la paradoja del tiempo, cómo nos afecta, cómo nos relacionamos y qué hacemos con él, estamos ante un film que sabe intercalar sosiego, estatismo y una fisicidad extenuante. Al fin y al cabo hay espacio para el diálogo, pero también para la animalidad.
Una dualidad que se muestra incluso en sus aspectos formales. Por momentos, parece que estemos ante una versión críptica y algo de abstracta de los diálogos y las (des)sincronías temporales de Hong Sang-soo. Un film dialogado donde, eso sí, no existen los efectos alcohólicos en la elocuencia y sí la simbiosis con la naturaleza como forma de disparador reflexivo.
Pero también hay espacio para los devaneos y los tránsitos, para un retrato de la naturaleza que nos acerca al Apichatpong Weerasethakul de Mysterious Object at Noon, blanco y negro incluido. Si bien es cierto que la directora de Come Here opta por algo más estratégicamente planificado, prescindiendo del elemento juguetón de Apichatpong, sí es cierto que la manera en que por momentos deja que la acción se desarrolle de forma orgánica nos acerca a un modo de entender el cine donde parece que los fotogramas no se suceden sino que escurren, adoptando formas líquidas para la percepción.
No obstante, si algo hay que objetar, es por un lado la pérdida de foco en las variantes abstractas de la tesis expuesta. Cierto es que son momentos puntuales pero que resultan un tanto áridos y presa fácil de la desconexión. Por otro y relacionado con ello, precisamente, nos topamos con una notable ausencia de sentido del humor. Hay un cierto deje de profundidad impostada que lastra un mensaje que, con el punto justo de ironía, de no tomarse tan en serio, hubiera resultado quizás más cinematográfico y no tanto como una constante nota explicativa a pie de página.
A pesar de estos elementos Anocha Suwichakornpong demuestra tener una concepción clara de hacia donde dirigir sus ideas. Un cine que claramente viene marcado por la personalidad de su directora tanto en su capacidad de asimilar y filtrar influencias, lanzar ideas interesantes como, esto en el sentido negativo, de no salirse de su ‹background› académico. Come Here pues, puede resultar por momentos más cercana a una video instalación museística; sin embargo ofrece recompensas cinematográficas suficientes como para paladearla como muestra de un cine diferente y arriesgado.
Hola Arnau. Magnífica crítica Lade Titanes, me ha servido para repasar, casi redescubrir la película. En principio estoy de acuerdo con tu análisis, si bien no lo dejaría tan cerrado. Creo que es una película que plantea muchas preguntas sobre un futuro muy abierto y posiblemente cercano. Un abrazo. Sigue así.