Club Europa supone el debut en el largometraje de la joven directora alemana Franziska Hoenisch, en lo que se erige como su trabajo de final de estudios. En su corta trayectoria tras las cámaras, Hoenisch cuenta en su haber con dos cortometrajes y un mediometraje. Este último, Bist du German hast du angst, explora en formato documental los miedos y esperanzas de la sociedad alemana, reflexionando sobre cuál es el significado sociológico de ser germano. En una Europa sumida en el caos en la cual no se ha sabido dar respuesta a la crisis humanitaria de los refugiados (y en la cual Alemania tiene una responsabilidad capital), es necesario cuestionarse si la idea romántica de una Unión Europea abierta, tolerante y generosa a día de hoy se ha tornado caduca.
Precisamente Club Europa, esta vez trabajada bajo la óptica de la ficción, pone de relieve esta tesis ante la crisis migratoria: ¿estamos preparados para realizar acogidas que tengan en cuenta el bienestar y la adaptación gradual de las personas migrantes en la Europa actual? El camerunés Samuel que, huyendo de un país que no le ofrece perspectivas de prosperidad, busca refugio en Alemania, se instala en un piso de jóvenes “bien” en un barrio multicultural en Berlín. El conflicto que Hoenisch pone sobre la mesa se formaliza a través de la relación con el recién llegado Samuel en contraposición con los tres jóvenes talentosos que se acogen falsamente al ideario progresista de acogida de migrantes… hasta que la presencia de Samuel supone un problema que ponga en peligro su situación privilegiada.
La joven directora alemana carga contra el individualismo de una Europa alicaída que se mira constantemente el ombligo, señalando con el dedo al capitalismo pero abrazándolo al mismo tiempo. Ya hablé en otra reseña de esta edición del Atlántida Film Festival sobre los numerosas brechas abiertas que la Unión Europea no consigue cerrar y sobre la cual se proponían soluciones federalistas que permitieran unos estados más dialogantes, abiertos y cooperativos. La visión de Hoenisch no deja de ser pesimista (o realista, según la perspectiva con la que veamos toda esta sarta de problemáticas mal encuadradas); la suya es la óptica de los que vemos como el hipotético continente del progresismo abraza políticas populistas neoliberales y no se escandaliza lo suficiente con los auges de la extrema derecha xenófoba. Una extrema derecha más fuerte que nunca de la que no solo no nos avergonzamos, sino de la que hacemos proselitismo sin demasiado pudor (id a ver corriendo, si aún no lo habéis hecho, la portada y la entrevista de esta semana en XLSemanal, en la que nos muestran el lado sexy y juguetón del fascismo personificado en Matteo Salvini).
Pero hablemos de Club Europa, y es que se trata de un debut interesante pero al que se le notan aún las costuras. Dejando de lado una puesta en escena sencilla pero efectiva, la impresión general es la de que el guión no profundiza en cuestiones o en escenas que podrían haber dado mucho juego y que se quedan a medias, tanto en términos de desarrollo de personajes como de usos de la dramaturgia cinematográfica. Es cierto que Hoenisch no sucumbe al recurso fácil de la pornografía emocional ahondando únicamente en la miseria de su personaje principal (que se debate entre Martha, la inquilina más implicada en la situación de Samuel y el propio Samuel), sino que deja el espacio para que el espectador se deje llevar por los matices interpretativos (sin duda, uno de los puntos fuertes del film) del equipo actoral, que aúpan con cierta solvencia la solidez de una propuesta que, como ya decimos, aún siendo interesante el punto de partida, se queda desgraciadamente en tierra de nadie.