Los ecos de guerra de una Sarajevo que todavía no ha superado las secuelas de un conflicto que duró prácticamente un lustro, son uno de los principales testimonios de esta Children of Sarajevo que Aida Begić aprovecha para tratar distintas temáticas que aluden directamente tanto a esa posguerra como a la integración de una cultura, la islámica, en el país balcánico.
Con imágenes de archivo que nos emplazan en sus primeros minutos a una de esas estampas que tiene mucho de definitorio, con los niños jugando a la sombra de los bombardeos en una Bosnia en pleno conflicto, Begić va situando a lo largo del film distintas filmaciones donde esa guerra se persona para hacernos partícipes de un clima que imposibilitó, especialmente a las familias con menos medios, una educación adecuada. Con ello, no es que la cineasta esté justificando ni mucho menos el rol de uno de los protagonistas de esta Children of Sarajevo, pero sí apunta en esa dirección como una de las causas de una adolescencia, más que rebelde, complicada.
Otro de las causas a las que apunta Begić es la marcada diferencia entre clases presente durante todo el relato y, a la postre, germen de los contratiempos que tendrán que afrontar tanto la protagonista, Rahima, como ese adolescente problemático llamado Nedir que no deja de ser su hermano, y que romperá el móvil del hijo de un alto cargo con las consecuencias que todo ello conllevará para ambos.
Rahima trabaja en un restaurante y en su cabeza siempre está presente un pañuelo que no parece agradar precisamente a Nedir, quien siempre que puede lo saca a relucir y reprocha a su hermana que debido a ello sus compañeros no le respetan, llamándole huérfano tras la desaparición de la figura de sus padres, y enfrentándose a él siempre que encuentran el más mínimo motivo para hacerlo.
Ambos viven en una casa donde la presencia de permanente ruido de los pisos contiguos no parece ser la mejor situación para sostener una personalidad como la del insumiso Nedir, que además de ser diabético, falta a la escuela cuando le apetece y busca actividades alternativas en un contexto que precisamente no ayuda. Y es que cada vez que sale de esa casa, Rahima percibe cualquier leve sonido como si todavía estuviese su ciudad envuelta en un conflicto que Begić muestra como una marca perpetua en las vidas de quienes vivieron de cerca algo tan terrible.
La presencia de un trabajo esclavizante que le obliga a realizar turnos dobles y marcharse de casa incluso en mitad de la comida no ayuda tampoco a mantener un hogar desestructurado donde el poco tiempo que tiene Rahima ni siquiera lo puede compartir con su hermano debido a una ausencia, la de Nedir, a la que ella intenta poner freno a sabiendas de que es lo único que le queda, y de que nadie se hará cargo de su hermano como ella lo intenta, día a día, lidiando incluso con la presencia de una asistenta social que apenas deja respirar a la protagonista pese a los más que evidentes esfuerzos de Rahima por cuidar de él.
Aida Begić compone en Children of Sarajevo uno de esos films descriptivos donde el espectador no debe dar nada por supuesto ni la cineasta dar mascada una información que resulta imprescindible para comprender un trabajo que, pese a retratar lo que retrata, evita regodearse en la miseria de esa familia; es más, incluso podría decirse que en ese sentido el prisma de Begić permanece impoluto, haciendo gala de una honestidad envidiable que se aleja de buscar un dramatismo exacerbado del que en todo momento huye.
Con un estilo que se acerca a un hiperrealismo que no podría delimitar mejor la propuesta, donde largos planos secuencia habilitan esa potente descripción a cargo de la autora de Snow y un portentoso tratamiento del sonido nos recuerda que hay estigmas difíciles de dejar atrás, Children of Sarajevo se alza como una de las sorpresas de la temporada gracias a la sinceridad de una propuesta que encuentra en Marija Pikić un perfecto estilete en el que, además, es su primer papel de cierta relevancia.
En definitiva, si el cine bosnio venía los últimos años ofreciéndonos sorpresas como En tierra de nadie o Grbavica (El secreto de Esma), encuentra en Children of Sarajevo un portentoso testimonio que no requiere de grandes alardes a nivel de relato y con una de esas historias sencillas pero humanas sabe reflejar a la perfección el momento de un pueblo que en este alegato nos acerca como nadie lo había hecho hasta ahora las consecuencias de un conflicto que ya no sólo estarán presentes en el pueblo bosnio, sino también en la cabeza de un espectador que comprenderá mejor que nunca algo tan terrible como necesaria es Children of Sarajevo.
Larga vida a la nueva carne.