Tres historias, tres mujeres (o acaso cuatro) son las que protagonizan el nuevo film de Kelly Reichardt. Pequeños cuentos en cuanto a su duración pero cuyo trasfondo invita a la reflexión. Pequeños pedazos de realidad cuyo inhóspito paisaje parece curtir las pieles y también el alma de estas mujeres. Unas historias parcas en palabras pero rellenas de miradas que parecen transmitir todo el dolor que las cuerdas vocales no permiten expresar. Este es el tono, por otro lado habitual en la cineasta, pero ¿Qué nos cuenta en realidad Certain Women?
Estos bocados de realidad comparten una situación cuando menos paradójica en cuanto a una cuestión de género: normalmente en una película suelen estar interpretados de forma inversa. Aquí son las mujeres las que adoptan roles aparentemente masculinos asumiendo además algunos de los tics atribuibles a cierta masculinidad: La abogada que traiciona sin escrúpulos a su cliente, la mujer que quiere conseguir material de construcción ante la reticencia de su marido, la granjera platónicamente enamorada de una profesora de otro mundo diferente y de imposible acceso. Estas son las situaciones que nos llevarían al imaginario del ‹man’s world› habitual.
Sin embargo no estamos ante un mero ejercicio situacional de inversión de roles o un juego de espejos que ponga en frente ciertas contradicciones sobre el papel de la mujer en lo laboral o lo personal. Reichardt compone a través de sus historias un poema árido, devastadoramente frío que consigue calar más allá de la pantalla y hacer sentir esta especie desesperanza vital de sus protagonistas.
Sin embargo no es este un film (enteramente) pesimista. Después de dar por finiquitada cada historia de forma más o menos abrupta, Reichardt se reserva una última estrofa para cada una de ellas. Una especie de coda, breve, pero que apuntala y matiza lo visto abriendo una puerta al optimismo o cuando menos a la redención espiritual para cada una de ellas.
Así pues Certain Women no pretende ser un film de apología de género, sino más bien un estudio delicado e íntimo sobre cómo se afrontan situaciones que, a pesar de su cotidianidad o plausibilidad no dejan de poner un peso en el alma de quienes las protagonizan. Y todo ello filmado en el estilo habitual de la directora, con trazos fluidos y al mismo tiempo minuciosos, siempre pendientes de la expresión, de la corporalidad.
Quizás Certain Women puede pecar de desconexión interna, de no acabar de rimar bien sus historias y transmitiendo algo habitual en el cine de piezas, que es el hecho de que algunas despierten más interés que otras. Sin embargo, hay algo que invita a dejar reposar el film, a tomar cierta distancia y dejar que cada una de estas mujeres impacte más del fin de la proyección que su mensaje y sentimientos calen más allá de lo explícito. Reichardt pues consigue transmitir algo que va más allá de lo aparentemente simple de su narración, algo que tiene que ver con las responsabilidades, la toma de consciencia de los actos propios y asumir en definitiva el control de las propias vidas.