Si me permiten empezar con una licencia, y hablando en términos fubolísticos, Casi humanos, el debut de Joe Begos tras las cámaras, es una película cortita y al pie. O, en otras palabras, uno de esos pases ejecutados en la corta distancia, sin correr demasiados riesgos y que, en efecto, lleguen a su destinatario con total seguridad de que no surgirá complicación alguna para ninguno de los implicados.
Si bien es cierto que ante una temática como la asida aquí por Begos es verdaderamente difícil otorgar unas constantes o incluso un desarrollo que se salga de lo normal, lo cierto es que Casi humanos termina sintiéndose como si hubiese sido concebida cual serie B, hecho que quizá arroja sus posibilidades por la borda o, visto de otro modo, si se prefiere, evita cualquier obstáculo posible siendo consciente (y consecuente) de que lo que le puede ofrecer al espectador es lo que predispone su director en pantalla, ni más ni menos.
En realidad, y si nos ceñimos a su arranque, no es que Casi humanos lance promesas incumplidas al aire: una abducción presenciada por dos personajes y la reaparición del abducido en un estado que genera de todo menos confianza es la premisa inicial de un film que no se esfuerza por salir del triángulo formado por esos tres carácteres, y lo emplea para ir dando forma a un relato que ciertamente tiene poco que ofrecer: algo de casquería, ciertos detalles curiosos y relevantes en torno a la figura de ese personaje reaparecido y, como no, las características idóneas para que la cinta sea uno de esos entretenimientos, sin lujos ni excesos, que otorgaba la sci-fi décadas atrás, aunque la sensación sea que quizá a Begos se le haya olvidado un remate más compacto, con algún diálogo que establecer con el respetable más allá del mero guiño cinéfilo que nos remite a tantos otros títulos del cine de terror más clásico, desde Carpenter recordando su La cosa e incluso revelando una banda sonora que se acerca (hasta donde puede, claro está) al trabajo del neoyorquino, a ese final que bien podría rememorar a un tal George A. Romero, aunque sin tanto tino ni intención, o el aspecto visual de un film que sí acierta al intentar buscar una estética deliberadamente ochentera.
Así, ese repliegue realizado por Joe Begos no deja de ser en parte inteligente por el hecho de no predisponer piezas que quizá no hubiesen sido de fácil manejo y se podrían haber vuelto en su contra, y también por no alejarse del producto que propone, haya más o menos acierto en algunas facetas, aunque en realidad Casi humanos no deje de ser un ejercicio de lo más eficaz para con los elementos que dispone.
A resumidas cuentas, se podría decir que en sus virtudes son sus defectos y a la inversa, hecho que quizá le permite encontrar a Begos un punto intermedio en el que las pequeñas aportaciones al universo de la sci-fi alienígena por un lado, y la falta de pretensiones o aspiraciones por el otro, terminan haciendo de Casi humanos una propuesta tan particular como directa, que sabe aprovechar algunas de sus propiedades aunque por el camino queden otras tantas posibilidades que podrían habernos remitido sin duda a aquellos títulos que poblaban el mundo de la sci-fi en décadas pretéritas y otorgaban quizá un punto más personal, un modo de armar aquellas menudas reflexiones que quizá sólo podían caber en un ejercicio de estas características, ocasión que Begos termina perdiendo en pro de ofrecer una cinta de pura evasión que, en efecto, es cortita y al pie.
Larga vida a la nueva carne.