Michael Ritchie fue un director estadounidense que, en su etapa inicial, no estuvo identificado con ningún estilo artístico concreto. Luego, asumiría la corriente de la comedia y la sátira.
La característica original de este realizador pudo haber sido la causa para que generase, en sus primeros años detrás de la cámara, un conjunto de filmes incompatibles con su futura identidad cinematográfica.
Es así como Ritchie experimenta en Carne viva una especial manera de contar una historia violenta sin ahondar en detalles de la rivalidad de mafias. Su objetivo es construir un grupo de escenas impactantes y crudas, para lo cual recogió elementos grotescos y sensibles que le ayudasen a configurar un juego depravado de poder.
Una sinopsis de la película se puede encontrar en su propio título en español. Y es que el sentido de la carne humana tiene el potencial de convertirse en el hilo conductor de una trama que puede rayar lo demencial.
El paralelismo entre un matadero de reses y el asesinato de seres humanos adquiere niveles extremos en este filme. La carne asume el simbolismo de la materialización de la amenaza y de la venganza. El proceso de fabricación de salchichas será el instrumento utilizado para corroborar esta premisa.
La consigna de la película es establecer que la utilidad de la carne viva humana es comparable a la de un animal. Esto se resalta en la escena de una feria rural, que parece más un fortín, donde se exhibe a un grupo de chicas desnudas y drogadas como si fueran ganado, para que “compradores” pervertidos las elijan por servicios carnales.
El contenido del filme configura la idea de que no existe nivel alguno de tolerancia en los bajos fondos, donde puede suceder cualquier cosa, ya que traspasar los límites es esencial para implantar rasgos identificatorios.
Esta producción, que tiene visos de comedia negra, cuenta con un gran duelo interpretativo entre dos símbolos del gran cine americano: Lee Marvin y Gene Hackman. Marvin encarna el papel de Nick Devlin, un eficiente sicario contratado por la mafia de Chicago para que cobre venganza en contra de Mary Ann (Hackman), un mafioso mandamás de un sector rural de Kansas que no tiene escrúpulos de ningún tipo. La actuación de ambos será la que origine las escenas más crudas y sangrientas del filme.
Además, esta cinta tiene la particularidad de haber sido el debut cinematográfico de Sissy Spacek, una de las actrices más reconocidas en la década de 1970. Asimismo, cuenta con el protagonismo de Gregory Walcott, como el psicópata hermano de Ann. Walcott fue uno de los miembros del elenco de actores de esa rareza del cine mundial llamada Plan 9 del espacio exterior, de Ed Wood.
Como indicaba anteriormente, Carne viva no posee un argumento muy cohesionado en su conjunto, su fortaleza se sitúa en la estructura, tanto en imagen como en sonido, de instantes de impacto. En este aspecto, Ritchie compone una magnífica secuencia de tensión, cuando una trilladora choca con un coche y la cámara aprovecha para capturar el atroz momento en que la máquina tritura sin piedad el automóvil.
Ritchie también mostró habilidad para ambientar escenarios miserables, como el sucio hotel que da cabida a todo tipo de desamparados y callejeros de la vida. Este mismo espacio será testigo del castigo que recibe una de las víctimas o “carnes vivas” del mafioso Mary, cuando un grupo de depravados puedan usarla a cambio de una moneda.
Sin duda, Lee Marvin brilla en este filme como lo que siempre fue: uno de los duros del cine americano. Su imagen con la ametralladora es icónica, aunque ésta haya generado ríos de sangre en el mundo cinematográfico.
La pasión está también en el cine.