De la dupla creativa formada por Aleksey Chupov y Natasha Merkulova llega Captain Volkonogov Escaped, trama ubicada dentro de las persecuciones políticas urdidas en los años 30 por la Unión Soviética, donde uno de sus capitanes, Volkonogov, huye de su regimiento totalmente arrepentido por los actos del sistema militarizado al que pertenece, con duros interrogatorios repletos de tortura. Un camino de redención en el que se nos muestra el clima soviético a las puertas de la Segunda Guerra Mundial, plagado de unas corrientes de pensamiento de furiosa lealtad al sistema mientras su brazo armado es capaz de llegar a rebasar todos los límites con tal de ser fiel a su devoción patriótica. Tan sólo Volkonogov, retratado bajo un pétreo carácter soviético y atormentado por cada una de las crueles situaciones que le toca vivir, decide huir, encontrando un viaje repleto de recuerdos y bajo la persecución de uno de sus superiores.
Con una excelente ambientación que tiene como objetivo trasladarnos a esa Unión Soviética grisácea y nebulosa, donde el aspecto cromático goza de gran importancia (el color rojo se utilizará en un sentido que va mucho más allá del simbolismo), Captain Volkonogov Escaped se desarrolla bajo las aristas del thriller gélido, evolucionado de manera áspera a través del retrato inmersivo de un sistema donde la única vía direccional es la lealtad a la nación, escaseando los valores individuales. Más allá del rigor histórico (respecto al cual los cineastas manifestaron que en sus pretensiones no estaban las de ser exquisitamente rigurosos), el valor audiovisual de la película es una de sus principales bazas, un espacio escénico donde la estética quiere presentar lo decadente y furioso, con el fin de apoyar la intensidad de su concepción del thriller: un ambiente donde las hostilidades y el peligro están en constante presencia, integrando aún más la sensación de amenaza ante la huida del personaje principal. El film no sólo guarda en esto una de sus mejores bazas artísticas, utilizando la tensión de una manera muy inteligente, sino que también sirve para dibujar la idiosincrasia del huido Volkonogov: la ruptura de la camaradería patriótica, fracturando la lealtad al estado, genera una mancha de moho en el sistema que convierte la escapada en una absoluta pesadilla. Por ello, la cinta propone también un viaje de introspección a través del personaje arrepentido (‹flashbacks› alucinatorios, escenas de clemencia moral cuando se propone visitar a los damnificados de sus actos), donde se descubre el subtexto que rodea al personaje pero sin perder un ápice de rotundidad.
En el aspecto puramente formal conviene destacar dos preceptos estilísticos que definen el tono de la película: la manera en la que está recreado el espacio escénico parece más comprometido con el de un cataclismo emocional de la propia sociedad (la cinta no ignora inspirarse con la represión climática de un régimen como el soviético), disposición que se antepone al contexto estrictamente histórico. Unido a ello, en el segundo apunte de estilo a subrayar, la película añade crueldad al camino de redención del protagonista con las dosis de violencia: esparcidas en la trama de una manera paulatina, se perciben en ellas una unidad sensitiva con el viaje a los infiernos del capitán. Dentro de las armas puramente cinematográficas, el montaje es un arma fílmica que aquí juega una baza elemental: la sucesión de escenas imprimen un ritmo dentro del andamiaje de la persecución, efectiva en sus secuencias dinámicas de acción, aunque esto confiera ciertos síntomas de repetición, donde el film cae en su propio esquema narrativo sin que ello haga daño a su estructura, aún siendo evidente su excesivo uso del flashback. Un film, en definitiva, que ofrece en formato thriller una inmersión a través de la Unión Soviética de finales de los años 30, acicalando su tono entre el drama histórico, el suspense afilado y hasta el horror, ya que en ciertos momentos incluso aboga por lo sobrenatural para dar sentido a su personaje principal, víctima de esa brutalidad del régimen, precepto sobre el que la cinta trabaja todas sus capas.