En una apartada casita del norte de Italia, una acomodada familia judía disfruta de un verano ochentero con casi todos los placeres que la localización, el dinero y la época pueden proporcionar. Pese a ello, el joven Elio no aprovecha estas comodidades. Algo se encuentra turbado en su interior y le hace quedarse permanentemente en el recinto hogareño leyendo, durmiendo o nadando en la piscina. Todo cambia al conocer a Oliver, un apuesto tipo americano que llega a territorio transalpino para ayudar al padre de Elio en sus tareas arqueólogas. Aunque el joven tarda en conectar con el nuevo inquilino, queda patente el magnetismo que siente hacia su figura, y que hará despertar en su interior todo aquello que hasta entonces no había sabido o querido mostrar.
Así transcurren los primeros minutos de Call Me by Your Name, cinta italiana que no ha cesado de cosechar halagos entre la crítica cinematográfica durante las últimas semanas. A los mandos de esta empresa se encuentra Luca Guadagnino, un director ya conocido por Yo soy el amor, film excelente desde el punto de vista estilístico pero carente de alma, y Cegados por el sol, menos ambiciosa pero con mayor cohesión en su conjunto. Ahora, uno puede pensar que esos dos trabajos no eran sino un aceptable consomé que precedía al plato principal constituido por esta Call Me by Your Name, que deja un regusto notable tras su visionado y que, esta vez sí, eleva al cineasta italiano a una categoría mayor sobre la que hasta ahora se merecía aspirar.
Dicho esto, no es menos cierto que durante la primera media hora de film uno puede pensar que Call Me by Your Name no va a ir más allá de la típica historia interesante, narrada de manera congruente pero con escaso punch y cuyo atractivo reside más en contemplar los bellos paisajes de la zona y la buena vida burguesa que en valorar su lado artístico. Esta sensación va permutando poco a poco en otra distinta y mejor, arraigada sobre todo en la evolución del protagonista. A Elio, interpretado de forma exquisita por Timothée Chalamet, le vamos descubriendo progresivamente, con todas las dudas, motivaciones, intereses, etc., que puede tener un chaval de su edad. Su relación con Oliver está también muy lejos de caer en el tópico. En este sentido, el ritmo que Guadagnino y el mítico James Ivory imponen al guión del film es exactamente el que este necesitaba para transmitir aquello que pretende contar.
Conectando con este apartado, resulta básico que la obra de Guadagnino procure no perderse en subtramas, un peligro latente si tenemos en cuenta la amplia y buena variedad de secundarios que pasan por pantalla. Ni las pretensiones románticas de los protagonistas, ni el trabajo paterno, ni las delicias de la vida acomodada distraen a la película del marco principal de acción que se plantea, aquel que le ayuda a conformar su sentido general. Eso sí, aun sumando esta virtud a las muchas otras del film (como el sobrio y honesto desenlace), y siempre en opinión de un servidor, Call Me by Your Name no termina de llegar a la excelencia que algunos le atribuyen. Con todo, una vez visionada la cinta italiana, se entienden muchos de los piropos que críticos, espectadores y gente de la industria han lanzado hacia ella. Guadagnino ha sabido combinar sus amplias dotes como realizador con una historia apasionada, veraz y consistente, en la que probablemente la influencia del propio Ivory haya sido decisiva. La relación entre Elio y Oliver que se plasma en pantalla es una de las mejor elaboradas que se han podido ver en el cine durante los últimos años y, gracias a ella, Call Me by Your Name se alza como una película de gran valor y recomendable visionado.