Hasta cierto punto comprendo la idea de considerar un film como Bodegón con fantasmas como una comedia añadiendo toda una serie de adjetivos al respecto: negra, castiza, absurda, etc. Y se comprende porque efectivamente hay ahí un humor que sale a relucir de continuo. Un humor que se basa en una cotidianidad de la extrañeza y que pivota también en el cariño con el que se trata a cierto arquetipo rural. Una visión que, a pesar de tirar del tópico e hiperbolizarlo, lo hace en el punto justo de la ternura antes de que pase al sarcasmo o la burla. Esto, no cabe duda, es uno de los puntos fuertes de la película. ¿Pero basta con ello para hacerla pasar como una comedia?
Evidentemente no vamos aquí a emitir una opinión como si fuera una sentencia judicial, pero desde nuestro punto de vista el film de Enrique Buleo dista mucha de ello. Ya desde su título se nos presenta un panorama literal: un bodegón, una naturaleza muerta habitada por personas que, aunque viven y respiran, están muy lejos de poderse considerar como tales. En contraposición, la aparición de los fantasmas no es un tema que genere pavor, al contrario. A pesar de la extraña naturalidad con la que se vive el fenómeno, estos espíritus parecen tener objetivos vitales, estar más vivos, en definitiva, que sus interlocutores.
Al fin y al cabo estamos ante un film que habla constantemente de ausencias y no precisamente la de los finados, no, sino en la colección de faltas que atesoran sus protagonistas. Hay ausencia de objetivos vitales, de amor, de compañía y de dinero. Por el contrario hay en cambio exceso de soledad, de necesidad de cotillear para llenar el vacío de una vida sin interés. Y todo ello marcado con una distancia irónica que nos remite por ejemplo a un Juan Cavestany (productor del film), pero sin caer en lo malsano. Muchos temas de actualidad como los grandes complejos turísticos, el feminismo, el colectivo trans o las teorías conspiranoicas son tratados no como un subtexto ideológico militante, sino como un estado de cosas que colabora a la descomposición de un mundo físico real que se tambalea, que deviene un páramo de emociones.
Es por ello por lo que más que un retrato “social” de la España vaciada (que también lo es) nos situamos en una proyección realista, por paradójico que parezca, de un no-lugar, de una fantasmagoría que, a pesar de su vocación localista, puede ser extrapolada fácilmente al plano general, a una suerte de descomposición universal.
Así pues, a pesar de las apariencias, esta es una película que versa sobre la tristeza, sobre la pérdida y sobre la aparente indiferencia que produce. Una producción más dura de lo que parece y que tiene la capacidad de poder arrancarnos carcajadas pero también de removernos por dentro. Como muestra un botón, su última escena donde solo quedan dos personajes vagando con pocas pertenencias, como en los restos de un naufragio, por algo que se asemeja a un paisaje devastado postapocalíptico para finalizar en un túnel sin salida que acaba devorándolos en la más terrible oscuridad.
Una película sobresaliente. Inteligente y tierna. Una sorpresa muy positiva. Enhorabuena!!
Una película que te sorprende desde la primera historia y que espero tenga un gran recorrido.
Un elenco actoral de primera.
Una película excelente.
Divertida en su sutil crudeza. Uno de esos films ante los que no sabes bien cómo reaccionar: reír, sentir lástima por los personajes,… ¡todo al mismo tiempo!
Buleo y sus sobresalientes intérpretes pintan un bodegón fantasmagórico que te sobrevuela durante días. ¡Una película diferente! ¡Cómo se agradece!
Un film complejo, pues tras la comedia encontramos unos personajes con una profundidad dramática entrañable. La forma de hilar cada capítulo con la temática fantasmal y la conexión entre personajes es maravillosa. Así mismo, la estética única que fusiona el pueblo profundo con lo kitsch es fascinante. Un arte cuidado al detalle que denota el amor con el que está hecha esta obra. Sobresale la interpretación de Pilar Matas y su cautivador personaje. Uno de los films españoles del año, sin duda.
Que bonito ver salir a todo el mundo con una sonrisa en la cara después de ver la película. El mejor cine español y más auténtico siempre es el que retrata la sociedad y sus dramas con nuestro sentido de humor al más puro estilo Berlanga, Cuerda o el primer Almodóvar.
Un gustazo.