Cuando uno de mis amigos estudió un máster en Administración y Dirección de Empresas (o MBA), tuve a bien decirle que había ganado tanta confianza en sí mismo durante ese curso, que su forma de ser se había vuelto en cierto modo más desagradable. Le puse algunos ejemplos de lo que antes no hacía y entonces sí. A saber: su tono de voz ante personas que no conocía era más directo, altivo y cortante; cuando algo no le interesaba lo decía claramente a quien correspondiera; si le llevaban la contraria en algo su reacción iba cargada con mayor irritabilidad. En definitiva, la seguridad que había adquirido era tan fuerte que hacía a los de su alrededor perder la suya propia. Supongo que esa es la clave para llevar bien una empresa.
Si bien Bloodsucking Bastards no aspira a ser otra cosa que una comedia (apenas una sátira), en realidad su crítica social (de ahí hasta el nombre) apunta a los economistas, las empresas, sus trabajadores y los dirigentes. A todo el círculo. Pero claro, al hacerlo con humor también lo hace un poco con cariño, o sin malas intenciones. Es lo bueno de este género (dirán algunos), que aunque vaya cargado de mala leche, al final es sólo eso, la pretensión de hacer reír. Su (posible) mensaje no provoca malestar en el que mira, incluso aunque pueda verse reflejado entre las críticas. En el fondo no hay mucho más, porque todo simbolismo que se esconde tras esta historia de vampiros dirigiendo una compañía para hacerla más eficiente y productiva, no sugiere otra cosa que entretenimiento, nunca exige de un momento reflexivo, aunque llegues a admitir algún momento bueno por encima de la media.
Bloodsucking Bastards es, en el fondo, como un episodio largo de cualquier serie o sitcom norteamericana. Está plagado de gags, cada uno de distinto calado y nivel, y todas las situaciones y diálogos están destinados a encontrar la carcajada por encima de la burla, con escasa conexión entre una escena y otra, más allá de mantener los personajes. No niega su condición de producto intrascendente pero entretenido, fácil de ver y mucho más si es entre amigos, pero al entramar un escenario donde la crítica va implícita y a veces también explícita, el hecho de que esta esté basada en los vampiros es de lo más destacable del guion. Que luego no dé miedo, que no te rías demasiado o que te cuestiones el porqué de que al principio los vampiros tengan una fuerza sobrehumana para dar sopapos a sus víctimas y que después esta desaparezca al combatir contra los protagonistas… es sólo cosa tuya. Depende de tus exigencias, porque hasta los productores de esta comedia de terror saben para quién va dirigida. Para eso habrán pagado a sus responsables de márquetin, habrán pedido un informe de la situación a recursos humanos y habrán gestionado los contratos como les fuese a resultar mejor.
Un saludo a todos los compañeros de carrera, sobre todo a los que el primer día aseguraron que la decisión principal para estudiar Economía se basaba en lo que (creían) iban a aprender sobre la Bolsa y sobre cómo enriquecerse cuanto antes a través de ella. Otro saludo a los profesores con mensajes optimistas sobre el ciclo económico, incapaces de predecir las consecuencias de la crisis y de la burbuja una vez rota, pero los primeros en decir que lo sabían y lo presagiaron. A Keynes, al que estudié durante 4 años hasta que dijeron que estaba equivocado y debía de estudiar a Hayek. Y un saludo a mi amigo (el del MBA), porque ahora curra cada día 13 horas, aunque sólo cobra por las 8 y aun así da gracias porque, a veces, alguno de sus jefes le lleva en coche a casa, o le da las gracias por cerrar la contabilidad siendo domingo a través de un mensaje de WhatsApp.
Todos somos un poco chupasangres.
Con humor,
Alberto