Blind Dates (Levan Koguashvili)

La vida de Sandro no es todo lo estable que debería ser para alguien que ya tiene 40 años de edad. Aunque goza de un trabajo estable y satisfactorio como profesor de escuela, su situación personal está al límite. Reside en casa de sus controladores padres y, debido a su escaso espíritu de sociabilidad que le impide relacionarse mejor con las mujeres, no parece que tenga visos de solucionarlo. Así, Sandro decide tomar una decisión: Organiza, junto a su buen amigo Iva, una cita a ciegas con dos mujeres de la ciudad de Gori.

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Así nace Blind Dates, película a cargo del director georgiano Levan Koguashvili quien, a partir de una idea tan sencilla como la anteriormente descrita, va descomponiendo una magnífica historia que sitúa en su epicentro la relación entre seres humanos y los sentimientos que éstos exhalan. Amor, violencia, infidelidad, picardía pero, por encima de todo, la soledad.

Lo atractivo del relato reside en la capacidad del cineasta para encontrar el exacto punto de unión con la siguiente escena, de tal manera que los cambios de escenario y situaciones se produzcan con sutileza pero sin levedad, siempre con un toque íntimo que le sienta muy bien al espíritu de la obra. Gracias a una muy buena combinación de un fuerte componente dramático con un suave y certero punto cómico, Koguashvili está muy lejos de resultar cargante en su narrativa. Blind Dates permanece adornada de falsas esperanzas, amores imposibles o decisiones equivocadas, importando también aquellas cosas que no se muestran pero se intuyen, como el alto coste de oportunidad que acarrean sus protagonistas debido, principalmente, a la falta de metas sólidas en una Georgia que en toda su historia reciente no ha podido disfrutar de un largo período de estabilidad.

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No hay ni un solo personaje de entre toda la gama de principales y secundarios que peque de vacío o cuya personalidad no encaje desde un punto de vista realista. Comenzando por Sandro, cuyo retrato de hombre cuarentón con vida anodina que todavía no ha sabido elegir entre el calor de sus padres y formar una familia por sí mismo no está tan alejado del panorama que tenemos en Occidente. Su amigo Iva, aunque mucho más sociable y gracioso, también camina por una senda parecida. Aunque quizá el personaje más atractivo de la cinta sea el de Manana, de dulce y tierna mirada pero atrapada en una vida que no le satisface. Una vida que está unida a la de su marido Tengo, quien pasa más tiempo en prisión que en la calle. Éste, pese al carácter violento tornado en abrupto tras su estancia carcelaria, se mantiene lejos de ese punto de maldad típico en cualquier antagonista, convirtiéndose su personaje en el perfecto reflejo de lo que es ir dando tumbos por la vida, característica común a la del protagonista Sandro pese a la evidente diferencia en el carácter de ambos. Un sutil símil que no es sino una muestra concreta de la inteligencia que va demostrando el cineasta georgiano a lo largo de esta deliciosa película.

Siempre es un placer toparse con películas que diseccionan la relación entre seres humanos de manera tan realista pero a la vez tan sentimental, logrando que contemplemos la vida misma casi sin creernos que estamos delante de una pantalla. Así es Blind Dates, una cinta que quizá no ha hecho todo el ruido que debería debido a su escasa distribución en Occidente, pero que, al menos, sí recaudó aplausos a través de festivales y sigue rescatando buenas opiniones gracias a ciertas plataformas que ofrecen un visionado online. Una excelente noticia para el panorama cinematográfico georgiano que, gracias a obras como la aquí mencionada o la más conocida Corn Island, está sacando a flote su producción durante el último lustro. Si todas ostentan semejante sensibilidad y calidad como la obra de Koguashvili, bienvenidas sean.

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