Beyond the Fog (Daichi Murase)

Situada en un pequeño pueblo donde la omnipresencia del paisaje enlaza con la quietud del cine del debutante Daichi Murase, Beyond the Fog no tarda en invocar la presencia de un formalismo clásico que apela en ocasiones a figuras de la relevancia de Yasujirō Ozu —basta con ver ese ‹tatami shot› en una de las secuencias iniciales de la obra—, pero sin embargo no lo hace buscando adentrarse en el terreno de la referencialidad o el homenaje, sino más bien acuña dichos estilemas ahondando en la construcción de un tono, entre sosegado e íntimo, que se dispondrá como una de las vías articulares del film.

Esa austeridad en el gesto que se desliza a lo largo del metraje de Beyond the Fog, más que sustraer sus efluvios de la armonía con la que habitualmente se ha vinculado el cine asiático, establece las piezas en un tablero en el que todo se dirime en diálogos en apariencia nimios, que sin embargo recogen la esencia de un film delicado, encontrando en cada pequeño pespunte un modo de trazar su vertiente discursiva sin que resulte un aspecto invasivo o que fagocite las tenues capas dramáticas de una obra que se mueve con sutileza pero también con tenacidad, administrando cada secuencia con pulcritud, sin por ello encontrarnos ante una propuesta fría y distante.

Murase nos emplaza mediante estas coordenadas ante un menudo mosaico familiar donde confluyen las voces de una madre, su hija y su suegro. Entre todos regentan una posada familiar erguida como uno de los últimos vestigios de un pueblo en el que tiempos pasados fueron mejores. Saki, la madre, intenta salir adelante gracias a la ayuda de Shige, el padre de su ex-marido, una pieza indispensable sin la cual quizá esa supervivencia sería efímera; mientras, Ihika, la pequeña, traza su propio recorrido a la par que guía a algunos de los clientes en excursiones a través de la pequeña aldea. El cineasta nipón define este periplo huyendo de la gravedad que pudiera avivar la situación del albergue, y posando su mirada en un eje donde pasado y futuro convergen y trazan vías colindantes: algo que se sustrae de alguna de las conversaciones que mantienen Ihiko y su abuelo, y que va obteniendo matices con el avance del relato.

El sentido de una tradición que se va diluyendo con la llegada de las nuevas generaciones, encontrando en esa relación entre ambos personajes el espejo idóneo desde el que articular una disertación en la que cada instante cuenta, se alza como uno de los puntos clave sobre los que el japonés cimienta su ópera prima. Es, de hecho, la conversación entre Ihika y su madre tras la desaparición de Shige, uno de los momentos clave para comprender ese tránsito. La escueta respuesta de la joven («Sólo soy una niña») ante la preocupación materna por no poder sostener el negocio familiar ante la ausencia de Shige desvela un desinterés patente, que se corroborará cuando confirme cuáles son sus planes de futuro.

Beyond the Fog brilla en especial al captar un aura propia que las veces se sintetiza en ideas visuales que Murase administra con elegancia, siendo capaz de hacer confluir incluso un componente onírico que se despliega en ese fantasmagórico juego de espejos de su último tramo, poniendo de relieve el talento de un autor que no lo fía todo a esas alusiones, y dota de la entidad necesaria a uno de esos trabajos tan menudos como luminosos que sugieren algo más que un presente, también un futuro al que habrá que prestar mucha atención en los próximos años.

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