Nadie podrá dudar de la valentía del joven director Marco Berger, que después del éxito de su ópera prima Plan B ha realizado un segundo trabajo lleno de coraje: Ausente es una historia que afronta varios tabúes, como pueden ser el abuso o la homosexualidad. Y lo hace de un modo elegante, sutil, sin darse a los clichés propios de tales temas.
Porque la historia es de un abuso de poder, sí, pero al que se le da la vuelta: Un alumno, Martín (Javier de Pietro) enamorado de su profesor de gimnasia, Sebastián (Carlos Echevarría) tratará de seducirle con esa candidez propia de los adolescentes que aun juegan con el amor sin saber exactamente que tienen entre las manos.
Ambos personajes armarán una trama a partir de un episodio completamente anecdótico (Martín tiene un percance durante una clase y su profesor debe llevarlo al hospital, sin saber que le está dando al chico la excusa perfecta para que trate de seducirle) A partir de aquí, veremos cómo avanza la relación entre los dos.
Pese a no tener ninguna escena explícita, veremos una carga erótica muy fuerte. De hecho, el gran trabajo de esta película consiste en crear la atmósfera propicia para que estemos esperando que en cualquier momento pase algo. Pero, como si fuera un ejercicio de seducción en sí misma, las cosas deben avanzar por sí mismas. La cinta nos incita al erotismo, no nos lo vende. Es pura sugerencia, un completo conglomerado de gestos, miradas y actitudes unidos a pocas palabras.
De hecho, quizá uno de los fallos sea la poca coordinación entre la intención y la parte técnica. El largometraje no para de sugerirnos que hay algo entre los dos personajes. No obstante, en lugar de dejar que nos demos cuenta por nosotros mismos, los planos detalle y los primeros planos (Ciertamente se abusa de ambos) no nos dan pie a posar nuestra vista en nada más. Se nos fuerza a que nos fijemos en la relación entre Martín y Sebastián. Y precisamente eso es lo que hace que la lentitud narrativa sea exasperante, que no hay nada más en lo que fijar nuestra atención.
Asimismo, hay que destacar la elección de Carlos Echevarría como intérprete de Sebastián. Con un papel de muy pocas palabras, pero mucha importancia, es capaz de transmitirnos toda su confusión mental con sus silencios. Sin duda acabará acoplado perfectamente a ese rol de profesor acosado por un alumno que no sabe cómo manejar la situación. Suyo es el título de la película, pues ausente es como se muestra cuando descubre todo lo que está pasando y no sabe cómo afrontarlo. Por su parte, el joven Javier de Pietro, pese a su aire inocente e infantil, parece forzado en determinadas actitudes que hacen desmerecer un poco su actuación.
Igualmente, la utilización de elementos de las películas de suspense (como la excesiva música ambiental que nos previene de que algo importante para el desarrollo del guión está a punto de suceder) no tiene demasiado sentido en una película que, pese a que su desarrollo sea inesperado, se encuentra claramente dentro de la categoría dramática.
En conclusión, quizá a la hora de realizar próximos trabajos, Berger, que ha demostrado buenas maneras y bastante originalidad, debería centrarse en abarcar menos y apretar más, centrarse más en uno de los conceptos con los que elija trabajar en vez de aglutinar muchas cosas, puesto que, si haciendo esto le sale una buena película, correcta, como es Ausente, ¿Qué no podrá conseguir un director con hambre de mundo en futuros proyectos?