Música atmosférica, ralentís emocionales, miradas de soslayo, imparable atracción amorosa y traca (literal) de celebración del encuentro. Estos son los ingredientes básicos con los que Ryûsuke Hamaguchi presenta y sienta las bases de una relación tortuosa en Asako I & II. Y todo ello con un prodigio de parquedad narrativa. En apenas 5 minutos concentra lo que será el devenir de la pareja, con sus parcos diálogos, sus evocaciones bressonianas y sus desmayos vaporosos a la altura de la mejor tradición del culebrón venezolano.
Hamaguchi traza pues una historia ambivalente con abandonos, reencuentros y suplantaciones trufada de cimas en la escritura del guión, con saltos temporales que ríanse ustedes de lo que hace Zemeckis en Regreso al Futuro, y con un desarrollo de personajes a la altura de su expresividad, es decir, coherentemente nula ya que en los 10 años en los que transcurre el relato, su evolución íntima, su gama de emociones se mueve entre no distinguir el curry de la ratatouille y el fetichismo del pie como agradecimiento a 3 horas de conducción (una vez al mes).
El abandono, la reaparición, el reencuentro y el reabandono parecen conformar un bucle vital del que no hay salida. Un ‹tour de force› sentimental agotador que, solo a través del contrapunto pachorrista del gato de la pareja protagonista, pone algo de calma y serenidad a este stress narrativo tan detallado, exasperante y extenuante.
Por momentos Asako I & II se constituye en la sublimación ‹over de top› de un soho versión ‹live action›. Una explosión sentimental de difícil procesado donde las taras emocionales, las psicopatías disfuncionales y las relaciones tóxicas campan por sus anchas en un conglomerado meritorio por su compleja exposición en un metraje que nunca decae ni en tono ni en sorpresas.
Interesante también es la exploración de personajes en cuanto a sus entradas y salidas. Su presencia a veces asfixiante y a veces ausente sin mayor motivo que las necesidades de Hamaguchi. Además, quizás involuntariamente (aunque dado el grado de precisión creemos que es una decisión consciente) es de alabar los homenajes del director al cine español. Pagafantas, Mar Adentro y la sensibilidad romántica de Jonás Trueba se dan cita con la mención a otros clásicos del cine contemporáneo como Zoolander.
En definitiva Asako I & II son prácticamente 2 horas de montaña rusa sensitiva. De impacto, de metáfora brillante y de análisis médico (especialmente en la ramo de la psiquiatría) de los misterios del corazón humano. Y no solo eso, Hamaguchi despliega una humildad sin precedentes al saber enmendar errores propios como por ejemplo calificar de bello un vertedero para posteriormente llamarlo por su nombre en un despliegue sin parangón de autoevolución sobre la marcha, demostrando ya de paso que todo lo referente a la planificación es un asunto poco menos que sobrevalorado.
Así pues estamos ante un film de los que marcan época, de los que se graban a fuego en la retina, dejando una marca indeleble en la memoria y un movimiento sísmico en los corazones de la audiencia. Sí, un film que podría resumirse como tan emocionante como una rueda de prensa de Valverde. Pura magia.
Totalmente de acuerdo con tu crítica. Cuánta metáfora, belleza, diálogos interesantes y profundos… Películas en las que descubres fotógrafos, hechos históricos y entran ganas de volver a leer a los clásicos. Todos estos relatos, son «intra-historias» ( cómo diría Unamuno) que describen esos hechos históricos, desde la capa sensitiva más profunda que pueda haber.
Además se nota que ama su profesión y siente un gran respeto por ella y por todas las partes implicadas en la misma; guionistas, actores… Respeto que consigue transmitir y contagiar, sin ninguna dificultad.
Gracias por tu artículo, he conectado mucho con lo que dices.