As Neves, drama rural con elementos más propios del thriller y rodada enteramente en gallego, cuenta, tomando como único punto de vista el de unos adolescentes más aburridos que una ostra (gallega) que viven en un pueblo de montaña en el que todo el mundo se conoce, las consecuencias de una noche de carnaval en la que celebran una fiesta y comen setas alucinógenas por primera vez en su vida. Al día siguiente, después de que un vídeo con contenido delicado sea publicado y visto por todos los asistentes a la fiesta, se despiertan con la noticia de que Paula, presente en dicha fiesta, ha desaparecido. Coincidiendo con su búsqueda, una tormenta de nieve que deja aislada la localidad provoca que la investigación para localizarla se vuelva cada vez más crítica, provocando cambios significativos en las vidas de todos los chavales que estuvieron en la fiesta, pero especialmente en los más allegados y en su relación con el entorno.
La exposición a la que llevan las redes sociales, sumada a la falta de anonimato existente en los pueblos, sirven de pretexto para que la directora y guionista Sonia Méndez nos hable sobre algunos de los temas que más preocupan a la sociedad desde que el internet de las cosas está, valga la redundancia, en todas las cosas. No solo por la importancia de las redes sociales en el día a día, ni únicamente por las dudas sobre cuándo es buen momento para dar un móvil a los hijos o cuál es su consumo responsable, sino sobre todo por cómo el propio internet y los avances en el mundo de los móviles han permitido disfrutar de tantas nuevas formas de ocio como formas de ocio antiguas también han desaparecido. Con o sin correlación, está claro que la mayor presencia de los móviles ha coexistido con una mayor desaparición de espacios destinados a la infancia y la juventud, como si estos no fueran más parte de la población que la que su bolsillo (o el de sus padres) les permita. La ausencia de vida, que en el mundo rural ya era una realidad mucho antes de que todo esto empezara a pasar, se ve más afectada al entrar en contacto con las puertas que se abren con la llegada de la red de redes. Una red que, en sus comienzos, fue vista como la entrada a mundos “nuevos” que no llegaban nunca a su localidad. Cine más allá de los ‹blockbusters›, música más allá de las radiofórmulas, información más ‹underground›, opiniones independientes, nuevas formas de comunicarse y conocer personas con las que compartir los mismos gustos. Un montón de posibilidades que, con el tiempo, parecen haberse reducido a 4 o 5 escasas puertas desde las que se puede acceder a todo lo anterior, pero con un scroll inabarcable, una velocidad en el consumo cada vez mayor y unos estímulos constantes que te llevan a la nada porque no hay tiempo ni para algo de reflexión. O al menos esas parecen ser algunas de las preocupaciones que muestra As Neves más allá de la lógica concienciación que quiere transmitir al centrar toda su atención en el uso de las redes sociales entre adolescentes y la exposición ya mencionados. Y he ahí el gran debate que cada espectador deberá plantearse tras acabar de ver sus escasos 83 minutos.
Con algunas reminiscencias de El palacio de hielo, la novela de Tarjei Vesaas, As Neves no se centra tanto en la majestuosidad del entorno ni en el uso de metáforas para describir la adolescencia como en los propios hechos y las situaciones derivadas. La obra de la directora y guionista Sonia Méndez es igualmente directa y concisa, pero, en su enfoque sobre la juventud, prefiere centrar la reflexión en la escasez de ocio en los pueblos (o en cómo la droga y el consumo normalizado de alcohol parecen ser la única vía de escape), en el uso que damos a las redes sociales y sobre todo en la ausencia de personas adultas en su entorno (a pesar de estar tan presentes como pueden por motivos laborales). Ambas, de ahí la mención a la novela del autor noruego, comparten en su punto de partida y desarrollo la necesidad de enfatizar esa inocencia propia de la edad que empieza a convivir con una autosuficiencia que en su mezcolanza acaba siendo problemática si algo supuestamente malo ocurre. En este sentido, refleja muy bien el sentimiento de haber formado parte de algo negativo que no tiene marcha atrás, de la dependencia que eso implica y de la culpa que acompaña a todo.
En resumen, como thriller, As Neves no es escalofriante, como drama que da protagonismo a la naturaleza, no es salvaje, pero contiene una atmósfera lo suficientemente gélida como para que entre sus personajes y el ambiente exude cierto encanto, sobre todo porque confirma que lo verdaderamente helado está en la soledad y todas sus formas.