Apuntes del Sarajevo Film Festival 2016

El festival de cine de Sarajevo acabó hace casi un mes. Hago un repaso a todo lo que nos ha dejado un certamen que para mí resulta ya imprescindible. Son sólo unos apuntes, algunos generales, otros pequeñas pinceladas del Festival, la ciudad o detalles menores que juntos crean una idea de lo que ha sido vivir esta experiencia. Una pista, vivir el Festival de Cine de Sarajevo es un estado mental.

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1- Un festival unido a su ciudad. Antes de la crisis se fabricaban certámenes a golpe de talonario. ¿Que Villa Arriba tiene un festival de cine indoeuropeo? ¡Nosotros no vamos a ser menos! Y así nacía el festival de cine oceánico y derivados de Villa Abajo. Y era una lástima. Porque un festival tiene que buscar su sitio, tener una función y ser algo más que la única semana de la ciudad donde se ven películas raras con subtítulos. Sarajevo ha tenido muchos años para crecer  desde que fue esa pequeña muestra de resistencia cultural cuando todavía el país se encontraba en guerra. Ahora está totalmente asentado. Ha crecido y se ha diversificado, como muestran las actividades paralelas del sector audiovisual que buscan financiación para futuros proyectos. Es un festival que además, forma parte de la ciudad y de sus habitantes. Una ciudad que se vuelca totalmente con el certamen, donde te puedes encontrar a Jasmila Zbanic o Aida Begic, dos de mis cineastas predilectas, entre el público. Donde los directores rumanos ya son viejos conocidos de la ciudad. Donde a las proyecciones de la noche en el teatro nacional la gente se viste de gala. Es un evento cultural, pero también social, como demuestran cada año los cines de verano que se llenan de personas entregadas.

2- Aquí se viene a aplaudir. Día cualquiera entre semana. Casi las 12 de la noche. Teatro Nacional. Todo el mundo vistiendo de gala y con varios kilos de maquillaje. En la pantalla una cinta bosnia apenas sin diálogo donde se suceden escenas de un edificio en obras abandonado y dos hombres deambulando por él. La sala está oscura, pero por un momento la pantalla se pone en blanco y puedo vislumbrar las butacas. Escena dantesca, a lo película de zombies. Casi todo el mundo durmiendo o aguantando como puede. Acaba la película. Aplausos por todas partes. Y en todas las películas. Y en todas las charlas. Una y otra vez.

3- Rumanía, capital, Sarajevo. Si hace tres años la capital bosnia fue invadida de varias películas georgianas de una calidad indiscutible y hace dos los turcos desembarcaron con fuerza, este año ha sido la (enésima) confirmación del cine rumano. Hasta 6 proyectos han desfilado por Sarajevo, algunos llevándose varios premios. Desde hace ya unos años el cine rumano venía con fuerza, pero desde el año pasado queda claro que los rumanos juegan en casa. Además se ha comprobado que algunos de los trabajos fueron desarrollados en las actividades paralelas del certamen, por lo que Sarajevo se convierte en una parada obligada para quien quiera conocer de primera mano lo que se mueve en la cinematografía rumana.

One day in sarajevo-1

4- La Yugosfera. No recuerdo  quien le escuché por primera vez el término «yugosfera», pero consiste en la idea de una unión cultural entre diferentes países que formaron Yugoslavia. Los países resultantes de la extinta federación son países pequeños que comparten e muchos casos una lengua, o como mínimo tienen fuertes lazos culturales a pesar de los ultranacionalismos (empleo el termino que usa siempre el cineasta serbio Goran Paskaljevic y que, aunque no me considere especialmente cercano a la idea del nacionalismo en cualquier vertiente, la expresión conlleva una diferenciación bastante importante) . No se trata tanto de una nostalgia del pasado ni, como se ha criticado en ocasiones, de demostrar el sinsentido de separarse de manera traumática para luego unirse en reinos Taifas, sino de una unión cultural fraternal respetuosa con las diferencias que hay entre ellos y aprovechando todo los que les une. Así podemos encontrar cintas co-producidas con hasta cinco países que formaron la antigua Yugoslavia. Y están uniones suman y consiguen llevar a cabo proyectos que de otra manera serían imposibles.

5- El museo de antropología. Yo pensaba que era el museo de Historia, pero parece que no. Bueno, hace unos años, cuando asistí por primera vez como crítico para cubrir el festival y no como mero espectador, solía pasar mucho tiempo en los jardines del museo e incluso escribía algunas crónicas desde allí, así que, sí, se puede considerar un lugar especial para mi. Es un museo que se visita poco por parte de los turistas, y donde extrañamente se pasaba de la época romana y la baja edad media con el famoso reino de bosnia (y su particular iglesia bosnia, aunque leyendo libros al respecto se me ha caído un mito) a la nada. No había ni rastro de los otomanos. Nunca entendí por qué. La Hagadá, el libro que los sefarditas españoles trajeron de Castilla y Aragón está también ahí. El caso es que el museo cerró hace unos años, oficialmente por falta de fondos y extraoficialmente porque no se ponían de acuerdo los distintos políticos sobre que mostrar en él y que no. Bueno, pues este año y después de una lucha sin cuartel por parte de los trabajadores del museo por preservar las piezas que quedaron prácticamente abandonadas, ha vuelto abrirse y he vuelto a pasear por sus pasillos y su jardín. Una nota no tan optimista; el museo está igual que la última vez que lo visité, sigue teniendo las mismas partes a las que no se puede acceder, la parte de los trajes intacta. Pareciera como si fue cerrado y ahora reabierto y entre medio estaban todas las cosas acumulando polvo.

Albüm

6- Los perros. Uno de los detalles que más llaman la atención si paseas por Sarajevo es la cantidad de perros salvajes que habitan por la ciudad, o al menos para un turista como yo. Un amigo me decía que incluso en invierno podían atacar a los humanos, pero espero que sólo estuviera exagerando. Pues bien, este año y como el festival está atrayendo a muchos turistas, se decidió ‘cazarlos’ a todos para que los turistas no notaran su presencia y así no dar mala imagen, que es lo que cualquier ayuntamiento cutre español también haría; tapar el humo para que no se vea el fuego. Sé que ha habido protestas de los ciudadanos ante semejante a)salvajada y/o B) hipocresía. De todas formas la idea ha resultado un fracaso, porque aunque menos que otras veces, se han seguido viendo perros por todas partes. Curiosamente este año no he visto gitanos acampados frente a la estación de tren y la de autobuses y tampoco por el casco antiguo, pero no sé si desde el ayuntamiento habrán tomado la misma decisión o simplemente yo no los vi.

7- Ya no hay tienda de DVD de películas bosnias o de Yugoslavia. Pues eso, hace años había una tienda donde podías encontrar muchas películas patrias, serbias, croatas o de la extinta Yugoslavia. Poco después se desplazó al casco viejo y ahora ha desaparecido. Una tragedia personal, ahora ya sólo nos queda la importancia, los festivales o, desgraciadamente, la piratería. Aunque bueno, tampoco es que todas las películas fueran legales en aquella tienda…

8- La sesión de las 4 de la tarde. La famosa sesión de las cuatro de la tarde son películas dentro de la sección In Focus, que trae algunas de las joyitas que han triunfado en otros festivales. No es sección oficial aunque suele ser la sección con mayor calidad. Pero hay un problema, los críticos tenemos derecho a ver tres películas sin pagar al día, una de la sección oficial por la mañana y dos a elegir, pero hace años descubrí que me dejaban entrar con la acreditación a la sesión de las cuatro de la de tarde. Cada año miro las instrucciones de uso de la acreditación y no dice nada de la sección In focus, pero sigo entrando sin problemas. No sé si es un error o qué, pero que hagan ya algo que la culpabilidad me puede.

9- Las taquilleras. Amor incondicional y para siempre para todas y cada una de las voluntarias del festival de Sarajevo. Para ellos también, pero ellas destacan por la cantidad que son en proporción a ellos. Ahora, no entiendo la utilidad de tener a tanta chica mona en la puerta a la proyección del Teatro Nacional diciendo ‘dobar dan’ y peleándose entre ellas por entregarte el papel del voto del público. Pero, al igual que en Sitges, es de admiración el amor y el cariño que mucha gente de la ciudad le tiene al festival.

Sarajevo Film Festival

10- Los de toda la vida. Ninguno de ellos lo sabe, pero ya forman parte de la tropa con la que no me junto de todos los años. Destaco el hombre con barba y sombrero australiano que se sienta siempre en la primera fila y actitud amigable, las cineastas Jasmila Zbanic y Aida Begic (aunque a la última no la he visto este año sentada entre el público como otras veces y la primera con sus inconfundibles gafitas), la periodista rubia con sombrero y gafas que este año tuvo la mala suerte de sentarse arriba y caérsele el sombrero, la actriz Mirjana Karanovic, en tropecientas películas proyectadas, presentando películas, como parte del público, hablando sobre su opera prima como directora e incluso una vez en el cuarto de baño, los Testigos de Jehová de Sarajevo, los mencionados perros de Sarajevo, los viejos amigos y los reencuentros con ellos y los dos críticos españoles que vienen siempre y me llevan a comer sushi.

11- Burek y Cevapí para todos. Mira que la gastronomía bosnia es amplia, pero ir al festival de Sarajevo significa automáticamente pasarse 10 días comiendo bureks de queso a todas horas.

12- El albergue juvenil. O albergue antifasfista con retratos de Tito. Podría escribir 5 libros sobre las experiencias de ese albergue y la gente que habita en él. De sus trabajadores. De las fiestas hasta altas horas en algún puente con música en directo o el famoso Kino Bosna. Aunque también de todos los expertos en geo-política que se reúnen en él. Es mi patria. No puedo decir que conozca Sarajevo, porque desgraciadamente no es verdad, vivo durante dos semanas en una burbujita llamada festival de cine, pero ya puedo decir que me conocen en el albergue y es siempre toda una experiencia.

13- Y el cine. Y el cine. El balcánico. El latino pisando con fuerza. Reencontrarse con cineastas y sus películas. Nuevas sorpresas. Algunas decepciones. La película nefasta de la sección oficial. Las joyas de la sección In focus. La película prodigiosa de la sección infantil. El teatro Nacional. El café a todo trapo entre película y película. La película de miedo del festival. Salas abarrotadas para ver un documental político búlgaro. El cine al aire libre. Cine y más cine, hasta acabar molido, cansado pero con una sonrisa de satisfacción en la cara.

Hasta el año que viene.

 

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