Entre el medio millón de españoles de la zona republicana que huyeron a través de la frontera con Francia al final de la Guerra Civil —mientras las tropas del ejército golpista tomaban finalmente Barcelona y sus aviones bombardeaban a los civiles que abandonaban la región— se encontraba Antonio Machado. Asentado en un pequeño hotel de Colliure, allí murió el 22 de febrero de 1939. Allí fue enterrado también, junto a su madre, en el exilio. Es en este lugar donde Laura Hojman inicia el relato de Antonio Machado. Los días azules (2020), un largometraje documental que recorre su vida en paralelo a la evolución social y política de España y explica, con la ayuda de testimonios y otros recursos, la influencia de elementos biográficos en su estilo literario y su obra. La vigencia de su figura y su relevancia como poeta quedan claras al visitar la Fundación Antonio Machado, que recopila y archiva las cartas que todavía hoy, 82 años después de su fallecimiento, recibe el escritor por parte de personas de todo el mundo. Personas que también visitan su tumba y le honran como símbolo de esa España de la II República que pudo haber sido y no fue, como representante de todos aquellos que por defenderla tuvieron que abandonar su propio país y nunca regresaron.
Al aproximarse a la vida y la producción literaria de Rubén Dario en su primer trabajo en la dirección, Tierras solares (2018), la directora ya tomaba soluciones muy sencillas, pero efectivas, para su dispositivo formal. Intercalaba —como aquí— las declaraciones de un buen puñado de expertos y personalidades, explorando distintos hitos vitales, familiares y viajes, enlazados a las fases de su producción literaria y obras concretas. A esto sumaba escenificaciones para establecer cierta ambientación histórica y un tono consistente con la perspectiva poética del autor. Algo que sustituye en esta nueva producción por animaciones de carácter breve con estética de acuarela. Vuelven las magníficas locuciones de Pedro Casablanc leyendo fragmentos del poeta sobre imágenes rodadas en distintas localizaciones para subrayar las ideas evocadas en los textos, para traducir las imágenes literarias en cinematográficas y, de alguna forma, aprehender y transmitir la inefable esencia de la palabra escrita y su alcance dentro del filme. Un ejercicio que trasciende lo didáctico y recupera intensificado por el lenguaje de Machado, que combina con diversos emplazamientos asociados a sus experiencias y trabajos, a las calles y paisajes que recorrió y describió de forma tan precisa en sus poemas. Del registro de esos lugares con el paso del tiempo emerge también una idea de reapropiación del espacio como un ejercicio de construcción de memoria y de recuerdo en el mismo hecho de filmar, que expresa el claro compromiso político de la cineasta para combatir el olvido.
La cinta se contagia de esa vívida nostalgia por un paraíso perdido de infancia de Antonio Machado cuando aborda la época republicana y la guerra. Su dimensión política impregna por completo el discurso y marca —a través de su innegables resonancias— un salto cualitativo y expansivo temáticamente respecto a su ópera prima, más centrada en el aspecto artístico y lo personal. La historia de Machado es la de muchos otros intelectuales, profesores y ciudadanos que creían en el potencial revolucionario de la educación del pueblo para transformar y modernizar la sociedad española, anquilosada por el tradicionalismo y las élites religiosas, políticas y económicas mas reaccionarias. Hojman abre el montaje de Antonio Machado. Los días azules en el lugar de su muerte y lo finaliza regresando al Palacio de las Dueñas en Sevilla, donde nació y vivió los primeros años de su niñez, de donde nunca pudo olvidar los limoneros y el rumor del agua de la fuente donde se reflejaba la luz que estos filtraban. Su película es asimismo un intento de capturar el reflejo de este escritor en nuestra cultura, historia y sociedad mientras le rinde homenaje. Un homenaje que celebra su legado como la posibilidad de un aprendizaje para el futuro e inspiración de nuevas generaciones.
Crítico y periodista cinematográfico.
Creando el podcast Manderley. Hago cosas en Lost & Found.