Dos milenios y medio no pasaron en balde, pero en el año 2014, durante un período de protestas sociales, los estudiantes de Literatura en la Universidad Nacional Autónoma de México, deciden ensayar Antígona, la tragedia de Sófocles. En las calles los compatriotas se manifiestan por la desaparición de cuarenta y tres jóvenes, también estudiantes. El paralelismo entre la situación actual y la planteada en la Grecia clásica, esa reivindicación contra las reglas inamovibles que impiden dar sepultura a los muertos, conectan ambas épocas.
La UNAM es la Universidad con más estudiantes de México. Un campus fotogénico que ya conocíamos por el film de ficción Güeros de Alonso Ruizpalacios. Incluso podríamos aventurar que, cronológicamente, Antígona comienza cuando el otro film termina, porque acaba la promoción anterior para que llegue a la siguiente. La ficción evocadora de Ruizpalacios transmuta en un documental emergente de González-Rubio. El film que inauguró la XV edición de DocumentaMadrid resulta una opción arriesgada por la sensación de tratarse de un trabajo todavía en progreso, aunque esté cerrado pero contenga el suficiente número de perspectivas, desde cada protagonista, que plantean la incapacidad de terminarlo como una producción hermética. Ese es un gran valor al mismo tiempo que un inconveniente, tal vez debido a la implicación emocional del cineasta con el grupo de jóvenes a los que sigue, retrata, inmortaliza y con los que hace amistad. Desde la diferencia generacional de veinte años, que separan al director de sus personajes, se crea un vínculo emocional, casi afectivo, de ida y vuelta.
El principio del film muestra a varios de los componentes del grupo viajando en el metro o el tren que los lleva a la facultad. Una de ellas va dormida, puesto que vive lejos, a dos horas de trayecto. La música marca ese inicio, con matices de ficción. La presentación continúa en un parque del campus, lugar donde hacen ejercicios de expresión corporal para relacionarse. Con cierto aire de docudrama que, por fortuna, dura solo un par de escenas, da paso al momento de conocer al profesor que los dirigirá en los ensayos, apoyando la elección de la obra, a pesar de su complejidad.
El desarrollo de los encuentros, reuniones, ensayos y preparación de la tragedia, se alterna por un montaje fluido en algunas secuencias, confuso en otras partes. Así es como se sigue la vida familiar, personal y amorosa de varios compañeros, con el papel predominante de Fernanda y Rodolfo. Los dos leen sus propios poemas en dos giros determinantes del metraje que coinciden con la evolución personal del grupo.
Tal como comentó al público después de la proyección, el cineasta rodó con los jóvenes durante tres años, en largos períodos, comenzando en el 2014. Y concluyendo hasta que se licenciaron en 2017. Esa progresión vital se advierte sobre todo en Rodolfo y su novia, enamorados que marcan el paso del tiempo en dos secuencias. La primera mientras se besan fuera de las aulas. La segunda de ellas grabada con cámara a pulso, siguiéndolos mientras bailan y después buscan un lugar en el que poder intimar, un acto que se resuelve con una elipsis solo quebrantada por dos planos subliminales, un par de flashes visuales y sonoros que sugieren con acierto la situación, respetando esa intimidad. Es una secuencia importante, algo de lo que también platicó el director en el coloquio, porque expresa la entrega de los protagonistas hacia la película.
Antígona es un documental con gran valor testimonial para los integrantes de la propuesta y compañeros de la universidad. Interesante cuando refleja el entorno político y social de México en las reivindicaciones populares. Tierno en las incursiones dentro de los hogares, con la familia de algunos de sus protagonistas. Pero la fluidez del conjunto se dificulta por la dispersión de situaciones, el tiempo dedicado a escenas relevantes que hubieran necesitado una exposición mayor, en detrimento de otras sin tanta importancia. Al menos hasta que una secuencia climática encuadra a Fernanda, triste y hablando con la sinceridad que ha mantenido durante todo el metraje. Entonces manifiesta su miedo porque esta obra, este tiempo dedicado a ser actriz solo hayan sido los años de universidad y luego todo se pierda. A pesar de la irregularidad que se deriva del riesgo de la propuesta, marcada por la energía de los veinteañeros, esa es por sí sola una escena que da sentido al documento.
Buenas noches, trabajo en una monografía sobre reescrituras griegas adaptadas al cine y me interesaría escribir sobre esta obra, sabes dónde puedo conseguir el film. Saludos.
Buenos días, me temo que no podemos ayudarte dado que la vimos en un festival y por lo que vemos ni siquiera está en Filmin Latino.
Saludos y suerte con la búsqueda.