Cuando termina un certamen de las características del Americana, es lógico y entendible versar en cierta medida todo tipo de cifras, realizando comparativas con ediciones anteriores y exponiendo un crecimiento que en el caso del festival celebrado en la Ciudad Condal se deduce con facilidad del alcance que tienen sus sesiones, cada vez más llenas. Pero, claro está, ese aumento del rendimiento de una cita como la que nos ocupa no se concreta únicamente entre números, y sólo hay que repasar las bases de un line-up delimitado con mayor trazo a medida que se suceden las distintas ediciones, para encontrar una variedad que no sólo define el Americana, también es entendido por su público como una oportunidad para explorar el cine independiente actual en sus distintos ámbitos. Y es que no parece casual que, además de los habituales sold outs en sesiones documentales —este año, tanto la ganadora del Oscar Free Solo como Minding the Gap fueron las más laureadas—, títulos tan dispares como el debut de Paul Dano en la dirección con Wildlife o el retorno de Joel Potrykus con la inclasificable Relaxer, así como el retorno de Maggie Gyllenhaal a la interpretación en The Kindergarten Teacher o el debut en la ficción de Crystal Moselle con Skate Kitchen hayan acaparado algunos de los llenazos del festival.
El hecho, pues, de encontrar trabajos de figuras significativas del panorama norteamericano como el ya citado Paul Dano u otro intérprete aún más veterano como Ethan Hawke, junto a piezas que, gusten más o menos, precisamente dotan de un significado muy específico al significado que puede llegar a poseer el cine independiente —además de la mentada Relaxer, títulos como la fabulosa An Evening With Beverly Luff Linn del batallero Jim Hosking o la Madeline’s Madeline de Josephine Decker—, ponen en relieve una labor verdaderamente valiosa para conocer todas las aristas de un marco no siempre fácil de comprender. Del mismo modo, la habitual relevancia de nombres ya conocidos como los de Sebastián Silva, Alex Ross Perry, Andrew Bujalski o los hermanos Zellner —por citar algunos ejemplos—, unido a las habituales sorpresas de cada edición —entre las que han destacado la premiada We The Animals u otros trabajos como We The Coyotes o Never Goin’ Back— e incluso la premiere mundial de We Used to Know Each Other confirman la progresión de un espacio capaz de otorgar un lugar relevante en el cada vez más amplio abanico que ofrece la ciudad de Barcelona a esa cinematografía que no siempre ocupa el mayor espacio en la cartelera —cuando, directamente, ni lo encuentra— y que merece la pena reivindicar como alternativa real a toda esa producción estadounidense ante la que no está de más aportar nuevos prismas desde los que comprender una realidad más que nunca al alcance de nuestra mano.
Larga vida a la nueva carne.